Este post, por cierto, surge a raíz de un intento de paseo que protagonizamos la semana pasada. Uno más, sólo que en esta ocasión se nos ocurrió volver a intentar sacar el carro, por si daba la casualidad de que nuestra pequeña saltamontes había madurado desde la última vez y ya aceptaba ir sentada (vaya por delante que preferimos portear, pero de vez en cuando…). Así que ahí íbamos nosotros, con nuestro Quinny Mood by Britto que se ha pasado más tiempo en el trastero que en casa. Y todo parecía ir bien. La peque se reía en el carro y parecía divertida con la novedad. Pero sólo era eso, la novedad. Al kilómetro y medio (nuestro anterior récord estaba en 500 metros en carro), Maramoto dijo basta y no hubo más que hablar.
Por suerte, como ya estamos curtidos en mil batallas, llevábamos al Boba Air a mano. Así que retomamos la marcha con el carro vacío y la niña a cuestas. 500 metros más. Ahí nos dimos cuenta de que quizás era mejor iniciar el repliegue estratégico hasta casa. Y menos mal que ya conocemos al dedillo a nuestra terremoto, porque los dos kilómetros de vuelta fueron un auténtico drama. De repente Mara tampoco quería ir en la mochila. Ahora quería ir en brazos. Pero en brazos mirando hacia delante, claro. Para ir provocando al personal que se cruzaba en nuestro camino. Y después ni eso. Quería tirarse al suelo. Y si no la dejábamos, rabieta a lágrima viva.
En fin, que no recuerdo muy bien cómo, pero la fuimos controlando para que se le olvidase la idea de tirarse al suelo (¡Qué ganas tengo de que ande!). Eso sí, cuando doblábamos la esquina que lleva a nuestro piso, la mamá jefa y yo nos miramos. Y creo que ambos vimos lo mismo. Estábamos descompuestos. Habíamos andado cuatro kilómetros, pero cualquiera diría, viéndonos, que acabábamos de acabar de correr una MARAtón. Nuestra particular MARAtón diaria.
Y aún así no nos rendimos. Dentro de una semana nos vamos para Valencia para iniciar nuestras vacaciones. Y nos vamos en coche. Tres horas y media que se pueden convertir en siete. Pero llegaremos. No sé cómo. Igual con ganas de tirarnos por el primer balcón que se cruce en nuestro camino. Pero lo conseguiremos. Llevamos diez meses superando MARAtones. Vamos a por la siguiente.