Cómo gestionar las Rabietas



rabietas en niños
Las rabietas de los niños parece que tocan al adulto más allá de un simple fastidio.

Todos hemos sido pequeños y hemos tenido nuestras rabietas.  ¿A qué se debían?

Pues parece que nuestro pasado se actualiza cuando estamos ante ese niño o niña que grita, llora, pierde el control.

“Los niños son auténticos y espontáneos por tanto sienten sus emociones intensamente. Cuando las expresan es para hacernos ver y darnos cuenta de su gran malestar.  Las emociones y sentimientos están para ser sentidas y expresadas. Son el mecanismo de defensa que la naturaleza nos dio para conectar con aquello que nos produce dolor o nos falta. No obstante, muchos aprendimos a reprimirlas hace ya muchos años por miedo a ser juzgados, criticados, maltratados, no aceptados, rechazados, regañados, castigados, pegados o no queridos.”

“Solemos hacerles a los niños lo mismo que nos hicieron.”

El artículo “Las rabietas de los niños no son lo que parecen: cómo gestionarlas” de Yvonne Laborda, ofrece una amplia visión de qué significan las rabietas, tanto para los padres como para los hijos, y unas interesantes y prácticas sugerencias de cómo gestionarlas.

Las rabietas de los niños no son lo que parecen: cómo gestionarlas

Permitirme empezar diciendo que tanto los niños como cualquier persona adulta necesitan dar expresión a sus emociones y sentimientos. Los niños son auténticos y espontáneos por tanto sienten sus emociones intensamente. Cuando las expresan es para hacernos ver y darnos cuenta de su gran mal estar. Las emociones y sentimientos están para ser sentidas y expresadas. Son el mecanismo de defensa que la naturaleza nos dio para conectar con aquello que nos produce dolor o nos falta. No obstante, muchos aprendimos a reprimirlas hace ya muchos años por miedo a ser juzgados, criticados, maltratados, no aceptados, rechazados, regañados, castigados, pegados o no queridos.

Llamarle rabieta, berrinche o pataleta al comportamiento de un niño cuando necesita expresar una intensa emoción o sentimiento de gran mal estar es emitir un juicio y etiquetarle. Su sentimiento de frustración e impotencia es tan grande que lo necesita expresar llorando o gritando. En ocasiones les negamos sus pulsiones innatas o sus necesidades más básicas no son  satisfechas. Cuando sentimos miedo, angustia, frustración, desvalorización, impotencia, enfado, juicio… Los índices de adrenalina y cortisol suben en nuestro cerebro. Esto provoca una reacción emocional descontrolada en los niños y dolor de cabeza o migraña en adultos. En ese preciso momento para que los índices bajen necesitan nuestra serenidad, calma, amor y tiempo para poder relajarse y calmarse.  Si nos descontrolamos nosotros no se sentirán seguros ni aceptados y vuelta a empezar… Tienen derecho a sentirse mal. Nuestra responsabilidad es intentar evitar dichas situaciones o en caso de explosión acompañar amorosamente validando y nombrando lo que sienten.

En mi opinión, lo más importante no es cómo vamos a acompañar estas "rabietas" o qué podemos hacer para que se calmen una vez ya han perdido el control. Eso vendría después. Nuestra responsabilidad como adultos es ir más allá y aceptar y reconocer que detrás de cada "berrinche" hay un motivo absolutamente valido y legítimo seamos conscientes de ello o no. No ser conscientes ni saber qué le produjo o le sigue produciendo tal malestar no nos exime de la responsabilidad de intentar averiguarlo para, de este modo, poder evitarlo en un futuro. Si nuestra mirada estuviera más en cómo se SIENTEN en vez de en cómo se COMPORTAN evitaríamos muchos conflictos.

Ningún niño llora, grita, pega o se enfada para molestar o ridiculizar a sus padres. Simplemente hacen lo que la naturaleza programó y diseñó. Como ya he comentado las emociones y sentimientos están para ser expresados no reprimidos. Ya sabemos que tener que reprimir emociones negativas para obtener la aprobación de los demás provoca alteraciones en el comportamiento y el aprendizaje y nos distancia de nuestro ser esencial, pero ese ya sería otro tema.

Nosotros, los adultos, somos quienes les podemos hacer de modelo a la hora de mostrar nuestras emociones y sentimientos. Desafortunadamente a muchos de nosotros también nos faltan herramientas y queremos y necesitamos que sean los niños los que se controlen para que nosotros no perdamos el nuestro. La verdad es que debería ser al revés a mi entender. Si estamos en un lugar público aun nos sentimos peor por miedo a ser juzgados por las demás personas. En esos momentos nos deberíamos preguntar:

¿Qué me pasa a mí cuando mi hijo no cumple mis expectativas o las de los demás?

¿Dónde y de quién aprendí a tener miedo de ser juzgado por los demás?

¿Por qué me preocupa más los que los demás estén pensando y sintiendo que lo que piensa y siente mi hijo ahora mismo?

¿Cómo reaccionábamos nosotros de pequeños al enfado o la frustración y cómo lo gestionaban nuestros padres?
En esos momentos sería necesario darle voz a nuestro hijo:

¿Hay algo que pudiera yo hacer para hacerte sentir mejor?

 ¿Necesitas algo?

¿Puedo abrazarte o besarte?

Entiendo que estés muy enfadado o frustrado por que… pero es que…

¿Quieres decirme o pedirme algo?
Si en ese momento no puede hablar ni escucharnos, pasadas unas horas podemos nombrar lo pasado y darle voz de nuevo.

Solemos ser autoritarios y arbitrarios con los niños, les mandamos, les obligamos, les chillamos, les damos prisas, les amenazamos, les criticamos, les sermoneamos, les juzgamos, les castigamos, les pegamos, les premiamos, les comparamos, les evaluamos, les examinamos… En resumen, tienen muy pocas ocasiones para poder ser ellos mismos y tomar sus propias decisiones. Viven en un mundo hecho por y para los adultos. En ocasiones se les tiene muy poco en cuenta. Somos los adultos quienes decidimos cuando van a dormir, cuando se levantan, cuando tienen que ducharse, cuando, qué y cómo deben comer, qué ropa deben ponerse y cual no, cuando pueden jugar o no y de qué forma y cuanto tiempo, qué y cómo deben aprender y a qué ritmo, con quien los dejamos… Nuestras necesidades y deseos casi siempre se anteponen a la de los niños. Son ellos quienes deben adaptarse a nosotros y a esta rápida y estresante forma de vida. Algunos pensaréis que exagero y en especial los que nos denominamos padres conscientes y que practicamos la educación y la crianza respetuosa. No obstante, el comportamiento de nuestros hijos da evidencias de que quizás algunas necesidades no están siendo satisfechas y de que hay cierto malestar.

Pongámonos por un momento en su lugar. En sus cuerpecitos, en sus mentes, en sus corazoncitos, en sus almas… ¿Qué pensáis que puede estar sintiendo vuestro hijo, nieto o alumno ahora mismo?

Y no sólo esto sino que además nosotros, sus padres, las personas más importantes para ellos, estamos la mayor parte del tiempo estresados, ocupados y preocupados por seguir el ritmo que nos hemos impuesto. No somos, en ocasiones, el mejor modelo para ellos.

Los niños necesitan de nuestra atención y presencia diaria. ¿Cuántas horas o minutos reales al día estamos presentes y conectados con ellos? No me refiero a compartiendo el mismo espacio cada uno haciendo lo suyo. Me refiero a estar con nuestro corazón y mente con y para ellos, sin móviles, sin tareas, sin pensar… Simplemente estando, compartiendo, escuchando, mirando… Muchas veces piden cositas materiales o dulces como pedidos desplazados de atención. Se sienten vacíos, emocionalmente hablando, y necesitan llenarse.

– Necesitan ser queridos incondicionalmente y no por cómo se comportan o por lo mucho que aprenden.
– Necesitan ser mirados, escuchados y tenidos en cuenta.
– Necesitan poder tomar algunas decisiones sobre sus propios gustos, preferencias e intereses.
– Necesitan poder ir a su ritmo. Necesitan poder equivocarse para darse cuenta y poder aprender.
– Necesitan no ser juzgados ni criticados.
– Necesitan ser aceptados por quienes ya son y no por quienes esperamos y deseamos que sean.
– Necesitan sentirse respetados y dignos de nuestro amor. No son diferentes de los adultos, simplemente son más jóvenes pero seres humanos con las mismas necesidades que nosotros, los adultos.

Nosotros de niños necesitábamos lo mismo pero se nos olvidó. Y muchos no lo tuvimos, quizás por esta razón nos es tan difícil el poder darlo ahora de adultos. Es tremendamente difícil dar lo que no se tuvo. No tenemos ningún registro emocional o modelo a seguir. Solemos hacerles a los niños lo mismo que nos hicieron. Ayudémosles a llegar a ser quienes han venido a ser. Hagamos todo lo posible para llegar a ser la mamá o el papá que ellos necesitan que seamos.

La infancia es la etapa más corta de la vida de un individuo y es la que queremos que pase más rápido. Y paradójicamente toda nuestra vida va a depender de cómo hemos vivido esos primeros años de amparo o desamparo. ¿Por qué nos cuesta permitir que los niños sean niños cuando realmente lo son? Un niño de 2 años, 5 años o 9 años sólo puede ser un niño de 2 años, 5 años o 9 años durante 1 año de su vida. Nunca más lo volverá a ser.

La infancia es la etapa más importante de un ser humano. Todo nuestro carácter, personalidad, características, habilidades, cualidades, pasiones, talentos, principios y creencias dependen de la infancia que hemos vivido. Es cuando los niños hacen todas las conexiones neuronales necesarias para su futuro aprendizaje. Es cuando entienden cómo funciona el mundo. Es cuando se forja su autoestima, seguridad, empatía e identidad. Es cuando aprenden los valores de los adultos que les rodean. Es cuando se conectan o desconectan de su mundo emocional. Es cuando pueden conectar con su ser esencial o no para luego poder tomar sus propias decisiones.  Es cuando más dependen de nosotros y de nuestro amor incondicional.  Nos necesitan ahora, hoy, en este preciso instante. Hay una frase que me gusta mucho: "Mamá, mamá… quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite…"

Dicho todo esto y viendo un poco más la realidad emocional de los niños, yo me pregunto cómo no van a tener reacciones emocionales explosivas de vez en cuando con lo que están teniendo que soportar y vivir. Dicho así podría parecer que estoy exagerando, ¿verdad? Muchas veces no vemos el escenario completo, sólo vemos que ha perdido el control por qué quería esto o lo otro y pensamos que ese juguete o esa golosina es el motivo o el causante de una rabieta. La verdad es que hay mucho más en juego pero no nos paramos a verlo ni somos conscientes de ello. Los caprichos y las rabietas simplemente son las experiencias que ellos utilizan para podar dar expresión a su malestar interno. El juguete o golosina simplemente son lo que necesitan para descargar todo lo demás. Cuando un niño se descontrola tanto cuando le decimos "no" a algo no es sólo por ese "no" sino por todos los "noes" que lleva escuchando hace tiempo. Me explico, al negarle algo a un niño pequeño él lo vive como una negativa a su pulsión vital, a sus deseos, a su vida, a su ser y a su persona. Y en ocasiones no puede soportarlo.

¿Qué podemos hacer entonces? No les vamos a dar todo lo que quieren, ¿verdad? Por supuesto que no, pensaréis algunos. Si a un niño le hablamos, le explicamos, le escuchamos, le entendemos, le aceptamos tal y como es sin resistirnos a él, desde que es pequeño, le será más fácil entender que algo no poder ser o no lo puede tener. No es lo mismo informar de un límite y validar sus emociones que limitar arbitrariamente. Tampoco es cuestión de que seamos nosotros quienes tenemos todo el control o que lo tengan ellos. Se trata de no hacerles tantas cosas "a" los niños y de hacer más cosas "con" ellos. Hablarles, explicarles, validar sus emociones y nombrar nuestras necesidades e intentar satisfacer las suyas en la medida de lo posible.

Necesitan que seamos más cómplices y menos rivales. Hay mucha desconexión emocional y falta de comunicación entre padres e hijos hoy en día y mucha lucha de poder. Eso en ocasiones es la causa real de muchas rabietas.

No pasamos suficiente tiempo con ellos. Me refiero al tiempo que ellos necesitan no al que nosotros estamos dispuestos a darles. Les falta presencia, mirada y aceptación. Aunque sea poco el tiempo que pasemos con ellos si es con presencia y conexión ellos lo notan y lo agradecen. Sus deseos son importantes para ellos al igual que los nuestros lo son para nosotros. Muchas veces podemos pensar que nuestro hijo es distinto, que nosotros si le estamos dedicando tiempo y le queremos y aceptamos y sin embargo sigue comportándose del mismo modo.

Cada día de mi vida miro a nuestros 3 hijos y según se sienten y se comportan sé si estoy o no suficientemente presente y conectada con ellos y si se sienten lo suficientemente respetados, libres, mirados y tenidos en cuenta para poder ser ellos mismos y tomar algunas decisiones. Yo no puedo juzgar si les estoy dando lo que necesitan o no. Sólo lo puedo saber y constatar observándoles. Cuando están inquietos, necesitan molestar a otros, se quejan con frecuencia… Es como la lucecita roja del depósito vaciándose que me está diciendo que les falta mirada, presencia o atención. En esos momentos es cuando más nos necesitan y más conscientes tendríamos que estar de su malestar y desconexión. Ya he dicho en muchas otras ocasiones que cuando nos sentimos bien nos comportamos bien. Cuando nos sentimos mal nos comportamos mal. Esto es así para los niños y para los adultos.

Es muy difícil para un niño poder gestionar su malestar y su falta de conexión con papá y mamá. Se siente solo, confuso y perdido. Simplemente lo expresa y nosotros lo nombramos como rabietas, pataletas o berrinches. Como si eso formará parte del diseño humano o fuese una etapa evolutiva de su desarrollo. Esas expresiones son el efecto secundario del malestar o desconexión que sienten por dentro. Son el síntoma, no el problema en sí.

Un niño feliz, contento, satisfecho, amado incondicionalmente, (sin condiciones, simplemente por ser quien es) respetado, tenido en cuenta, valorado… no necesita explotar emocionalmente. Se enfada o se frustra, claro está, como a todos nos pasa de vez en cuando pero si estamos con él y le validamos y le acompañamos y damos nombre a eso que le pasa seguro podrá gestionarlo y entenderlo. Tenemos que sostenerles. No se trata de evitar todas las situaciones hostiles ni de permitirlo todo. Se trata de cómo lo gestionamos y de entender el origen de tal malestar y aceptar nuestra parte de responsabilidad.

Hay quienes defienden que los bebes y niños lloran para dar expresión al estrés a modo de descarga por lo que están soportando como si eso fuese algo natural. Que un niño sienta estrés no es natural en absoluto. Que un niño necesite descargarse no es natural. Personalmente, discrepo con este argumento ya que el estrés es provocado por un aumento de adrenalina y cortisol en el cerebro por un gran miedo, malestar o experiencia traumática.  Pensar que un niño necesita llorar y patalear para sanarse no es del todo exacto. Un niño necesita amor, contacto, apego, presencia, permanencia, disponibilidad, mirada y escucha para sanarse. Si llora y patalea es porque sigue sintiéndose mal y desconectado emocionalmente de mamá y papá.

Cuando ya explotó, es porque hubo la carencia emocional, malestar o necesidad no satisfecha y es entonces cuando necesita poder expresarlo y sacarlo pero no confundirlo con que esa es la forma natural de dar expresión al estrés. Esa es la forma natural y única que tiene un niño de pedir auxilio, amor, mirada, comprensión, aceptación, presencia, atención… Una vez hay estrés sí habrá que sacarlo y expresarlo. Nosotros estamos para ver, aceptar, cambiar o mejorar lo que siente en ese preciso momento e intentar prevenirlo en un futuro.

Simplemente hacerle sentirse bien. Llora y patalea porque se siente mal y desconectado, no lo olvidemos. Podemos hacer algo para provocar bien estar y paz interna y entonces tal expresión deja de ser necesaria. Incluso bebes que han nacido de partos muy traumáticos teniendo que ser separados de sus madres para ser intervenidos quirúrgicamente no han necesitado casi llorar si luego han podido estar cuerpo con cuerpo con su madre (método canguro). Lloran cuando viven la experiencia hostil, mientras la están sintiendo en sus entrañas, no cuando ya pasó.

Somos los adultos quienes necesitamos llorar viejas heridas. Los niños viven el aquí y el ahora. Si aun así, tomando conciencia de lo dicho anteriormente, no podemos evitarles un berrinche, claro está, tendremos que acompañarles de la forma más amorosa, sostenedora y respetuosa posible. Con palabras o silencios, caricias, abrazos, disculpas… Si les gritamos, castigamos, exigimos que se callen les provocamos aún más frustración y por consiguiente más mal estar al no ser comprendidos y la rueda sigue y sigue. Nuestra mirada debería estar en evitar tales escenas y vivencias. No pensar que son formas naturales de liberación del estrés.

Sí es posible el cambio de paradigma si estamos dispuestos y dispuestas a tomar conciencia de verdad sobre qué nos pasa a nosotros cuando nuestros hijos, o niños en general, expresan su mal estar o desconexión. Si giramos la mirada hacia los niños en momentos de malestar y necesidad de expresión emocional (ya no quiero llamarlo rabietas) veremos que todo se ve de otro modo. Preguntémonos de nuevo:

¿Qué me pasa cada vez que mi hijo pierde el control?

¿Qué me pasa en mi interior cuando están en juego mis necesidades y las suyas?

¿Pudieron mis padres satisfacer las mías?

¿Tuve en mi niñez toda la atención, mirada, respeto, aceptación, amor incondicional… que necesitaba?

No sólo los padres pueden aprender “emocionalmente” de las rabietas de sus hijos, cualquier persona de alrededor que sea “tocada emocionalmente” también puede llevarse su lección.

Fuente: El Blog Alternativo

The post Cómo gestionar las Rabietas appeared first on Escucha Tomatis y Terapias Naturales.

Fuente: este post proviene de Escucha Tomatis y Terapias Naturales, donde puedes consultar el contenido original.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado:
¿Qué te ha parecido esta idea?

Esta idea proviene de:

Y estas son sus últimas ideas publicadas:

Recomendamos

Relacionado

cómo actuar frente a las rabietas infantiles rabietas infantiles pataletas ...

Consejos para tener una actitud de autoridad ante las rabietas de tus hijos evitando perder la calma y gestionando la situación con inteligencia emocional. Cómo actuar ante las rabietas Las rabietas de los niños, a veces, desbordan a los padres. Sin duda, la paciencia también se agota ya que además, el cansancio de la conciliación es un factor que influye en el propio ánimo. Para gestionar las rab ...

consejos crianza controlar las rabietas ...

La crianza puede ser un asunto problemático si tienes un hijo de carácter fuerte. Por eso, debes aprender cómo controlar las rabietas de tus hijos con estos sencillos consejos. Es frecuente ver como los niños entran en etapas de rebeldía y normalmente las personas tienden a asociar estas rabietas con problemas durante la crianza anterior a estos problemas. En muchos casos eso es cierto, pero por l ...

general educación y crianza gestionar rabietas ...

Las rabietas son protestas, escenas explosivas de rabia, ira o disgusto, son una manifestación del pensamiento, una forma de expresar la frustración y el enfado. A partir de los dos años el niño empieza a diferenciarse del adulto, ya no lo necesita la mayor parte del tiempo, pero aún no es lo suficientemente autónomo para poder gestionar solo sus sentimientos y emociones. Este proceso de separació ...

rabietas rabietas infantiles gestionar rabietas ...

Las rabietas son comportamientos totalmente normales que comienzan sobre los 12 o 18 meses y disminuyen sobre los 4 años. Se producen por no poder conseguir lo que quieren o llevarles la contraria, por eso debemos aprender a lidiar con estas situaciones. Controlar estos comportamientos es facilisimo siempre y cuando mantengamos la calma y nos armemos de paciencia. Simplemente tenemos que esperar a ...

rabietas en niños tipos de berrinches estrategias de educación ...

Nuestros hijos a su corta edad poseen poco lenguaje; el cual algunas veces no les permite identificar sus emociones y transmitirlas de manera correcta. Es por eso que entre la edad del 1.5 años a 2 años comienzan las rabietas de manera continua. Los expertos dicen que es el camino para formar un niño sano y desarrollar de manera positiva su inteligencia emocional. Es nuestro papel como padres co ...

5 Desmadreando

Al ser padres escucharéis muchos consejos, podéis probar hasta que deis con la fórmula que calme a los pequeños ¡Sorpresa! Ese momento, en el que en décimas de segundo todo se tuerce, en el que te debates entre esconderte y disimular discretamente que ese que está ahí montando el numerito no es tu hijo o dejar que siga hinchándose la vena yugular y soltar un grito que no sabes en qué acabará. Difí ...

rabietas rabietas niños pequeños abordar rabietas ...

Las rabietas pueden resultar frustrantes para cualquier padre o madre, incluso pueden hacerte cuestionar tu técnica de crianza. Pero en lugar de considerarlas una catástrofe, son una oportunidad para educar. A pesar de que la situación puede ser exasperante y poner de los nervios hasta al padre o madre más tranquilo, las rabietas son una parte normal de la niñez. Pero eso no implica que se consien ...

0-3 años Desarrollo Escuela de padres ...

Rabietas ¿Por qué se producen ? es el primer artículo de una serie de varios donde abordaré el tema de la rabietas desde mi doble vertiente, es decir como madre y como psicóloga infantil.  Como madre de un niño de ya 10 años y de otro de 7 me he encontrado en diversidad de ocasiones envuelta por alguna rabieta de mis hijos. Por eso, porque sé por lo que estás pasando y la frustración que te produc ...

general niños rabietas

Hoy voy tarde, lo sé. A veces no consigo publicar teniendo el post programado y el tiempo se me echa encima. Lo siento por todos los que os pasáis a primera hora por el blog con ganas de leer sobre lo que escribo. Hoy os vengo a hablar de los "temibles dos años", de la época de las rabietas, de los primeros conflictos y de cómo solucionamos en casa esta primera aDOSlescencia que está pas ...

crianza respetuosa

Tendemos, por lo general, a menospreciar o minusvalorar las rabietas de los niños o incluso (aún peor) llegamos a negarlas o rechazarlas: un niño bueno no tiene rabieta, no es para tanto, deja de llorar... son frases típicas que se escuchan por ahí. Muchas veces culpabilizamos o juzgamos a los padres del comportamiento del niño, pocas veces nos ponemos en su lugar, es difícil saber reaccionar ante ...