Conversaciones con el Piojo: Cuando la realidad duele.



              No sé si mis recuerdos de pequeña están distorsionados o si sólo guardo los momentos agradables. Probablemente, sea así porque no recuerdo ni un solo momento triste de mi niñez. De hecho, mi primer viaje en avión, a los tres años, lo borré de mi mente porque parece ser que monté una "de aquí te meneo" porque me daba miedo, sin embargo, puedo describir con todo número de detalles el resto de esas vacaciones. Viaje en tren, desayuno en Atocha, paseos por el retiro, viaje en barco por las rías gallegas y hasta recuerdo bañarme con mi padre en, si mal no recuerdo, la playa de Samil mientras mi madre se quedaba en la arena porque el agua estaba fresquita.   ¿Por qué cuento todo esto?

          Para mí, imágenes como las de la foto o de viejecitas llevando carros de supermercado cargados con "su vida" estaban sólo en telefilms de sábados por la tarde, cuando no ponían la típica película de vaqueros o romanos, je je je. No recuerdo haber visto a una sola persona mayor transportando su vida, todas sus pertenencias, en un carro de supermercado, para mi Piojo, lamentablemente, ya no es así.

               Hace unos días a la salida del cole el Piojo iba contándome sus batallitas, ¡¡para no variar!!, je je je. Ese día no seguimos nuestro camino habitual sino cambiamos el rumbo por una calle fuera de nuestra ruta y ocurrió todo.

_Mamá, ¿quieres que te cante la canción de la PAU (paz)?

_Venga, cántamela.

_Mamá, tienes que darme las dosssss manos._ El Piojo me coge de las dos manos y empieza a bailar en círculo, yo haciendo lo mismo, y a cantar la canción. 

De pronto el Piojo se calla, algo le llama la atención. Una señora mayor camina delante de nosotros arrastrando un carro de supermercado, el cual pesaba más que ella, llevando cajas, bolsas, una cantidad increíble de cosas sucias, viejas. El Piojo me suelta una de las manos y comienza a caminar a mi lado. Seguimos a la señora, él no le quita ojo. Cruzamos el paso de peatones y subimos a la otra acera, la señora sigue por la carretera.

_Mamá, la anciana (a veces alucino con el vocabulario de mi hijo) no ha subido a la acera.

_Ya, pero va con cuidado. Nosotros seguiremos por la acera.

El Piojo se para al ver a la señora deternerse junto a los contenedores de basura. La mujer abre uno y comienza a rebuscar.

_Mamá, la anciana no está tirando basura. ¿Por qué está buscando ahí?

El alma se me viene a los pies, justo unos días antes había escrito el artículo en el que decía preferir que, mi hijo viera cuerpos desnudos a justo imágenes como éstas.

_Mamá, ¿qué está buscando? ¿Se le ha caído algo?
_No, cariño._contesto, debatiéndome entre contarle una mentira piadosa o decirle la verdad. Opto por la verdad.

_¿Y qué está buscando?

_Pues, busca cosas porque esa señora no tiene dinero para ir a comprar.

_¿Mamá, todos los ancianos no tienen dinero?

_No,cariño, no todos los ancianos son pobres.

_Ah, ¡menos mal!

Besitos Avainillados

¿Conoces la historia del Ratón Pérez? En El Rincón de las Pequeñas Sonrisas encontrarás mi particular cuento sobre ella. ¡No te lo pierdas! Pérez, el ratón aventurero.



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