¿Guardería o no guardería?

Uno de los momentos más duros de ser madre es tener que volver a trabajar después del permiso por maternidad. Tras pasar 16 semanas con tu bebé 24 horas al día, la separación es muy difícil. Por un lado, empiezas a tener ganas de volver a tener tu espacio (aunque sea para ir a trabajar), por otro darías cualquier cosa por quedarte acurrucadita junto a él o ella de por vida. El descanso por maternidad es demasiado corto en España (sobre todo cuando la Asociación Española de Pediatría recomienda 6 meses de lactancia exclusiva), pero no parece haber cambios a este respecto a la vista. Así que tarde o temprano tienes que volver (a no ser que te replantees tu vida y optes por quedarte en casa viendo crecer a tus pequeños).

En ese momento tienes dos opciones: buscar la guardería que mejor se adapta a tus necesidades (distancia, instalaciones, método educativo, precio…) o buscar a alguien que se quede con tu bebé en casa. Cuando después de tener a mi primer hijo llegó el momento de decidir, hicimos números. Las guarderías (al menos en Madrid) son carísimas. Puedes optar a los cheques guardería de la Comunidad de Madrid, pero por experiencia personal el proceso no es nada fácil, y cuesta mucho reunir los requisitos. Nos costaba lo mismo dejar a nuestro gordito en casa con una niñera que pagar una guardería y mantener a la chica que nos limpiaba casa una vez a la semana. Aunque al principio era muy reacia a tener alguien en casa, fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.

Durante sus 3 primeros años, hasta que empezó el colegio, mi hijo se ha quedado en casa en vez de ir a la guardería. Mucha gente, mucha, ha criticado mi decisión diciéndome cosas como que mi hijo no iba a ser sociable, ni iba a saber cómo jugar con niños, ni iba a inmunizarse contra los virus comunes, ni iba a aprender a ritmo normal… En fin, muchas críticas que yo escuchaba, preocupada. El caso es que yo miraba a mi hijo y lo veía FELIZ, sano (se ponía malito una vez al año como mucho), evolucionaba a buen ritmo… Y entonces desaparecían mis preocupaciones.

Hoy sé que es lo mejor que pude haber hecho, por él sobre todo. No sólo es el niño más sociable que conozco, si no que sabe compartir y jugar con otros niños, independientemente de su edad o del juguete en cuestión. Su desarrollo lingüístico y motor ha sido sobresalientes (incluso habiendo crecido en una situación de bilingüismo): anduvo con 9 meses, montaba en triciclo con un año, nadaba sin manguitos con 2 años y medio, montaba en bici sin ruedines con 3… Y hablaba inglés y español distinguiendo entre ellos según a quién se dirigía. En definitiva: no sólo no noté ningún tipo de desventaja con respecto a sus amigos o a los hijos de mis amigas que iban a guardería; si no que sólo observaba ventajas. Cuando empezó el colegio también pude comprobar que el niño sano, sano es. No por no haberse puesto enfermo cuando era bebé se tiene porqué poner enfermo cuando empieza el cole.

Cuando llegue tu momento, baraja todas las opciones, decide la mejor para ti y no hagas caso de los que hablan de más. Mantente firme y siéntete orgullosa de la decisión que has tomado. Quizá les beneficie más crecer jugando en un entorno acogedor y familiar, con toda la atención que merece un bebé en desarrollo, que la experiencia de compartir (cosas buenas y malas) tan temprano.

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