Jabois me gusta tanto que siendo un culé empedernido como soy, me leería hasta su ‘Grupo Salvaje’, el relato autobiográfico que publicó en Libros del KO con el Real Madrid como telón de fondo. Y me gusta tanto que hasta le paso por alto sus chistes malos sobre el Barça. Como el que cuenta en las primeras páginas de ‘Manu’, el libro del que os vengo a hablar hoy y en el que, entre vivencias personales y periodísticas, aborda el embarazo y el nacimiento de su hijo. Y lo hace como solo él sabe hacerlo. Con ese aire de maldito que le permite dormirse a pierna suelta en el hospital mientras su pareja intentaba calmar a un bebé que no dejaba de llorar. Y encima contarlo. Y con esas reflexiones que te van desarmando a lo largo de las 124 páginas por su clarividencia y su belleza. Y también, por supuesto, por su humor: “(…)no contaba con enamorarme cerca de los treinta, pero lo que más daño me hacía era no haber escrito. Necesitaba una novela o un hijo, y era tanta mi pereza delante del ordenador que me puse a follar”.
En ‘Manu’ Jabois cuenta los trascendentes episodios que tuvo su carrera periodística durante el transcurso de un embarazo que fue “a efectos sociales una pesadez. No se cansa el mundo de parir niños, y pese a todo cuando te toca a ti te miran como si fueses a dar a luz al Niño Dios. Entendí entonces por qué los padres consideran a su hijo único: porque su embarazo parece el último sobre la faz de la tierra”. También la muerte de un abuelo que lo marcó para siempre y que falleció días después del nacimiento de su hijo, ingresado en el mismo hospital: “No subí ya a ver a mi abuelo. Había decidido llenar la pena inmensa con una alegría igual de grande; encajaban a la perfección. Manu y él coincidieron en la vida unas horas como dos pasajeros que se cruzan. Los imaginaba mirándose de reojo en la puerta del tren, uno entrando y otro saliendo, si saber muy bien qué les unía”.
Y entre todo ello, entre borracheras, partidas a la Play, escenas que me hacían reírme a carcajadas sobre el sofá, y el dibujo de un futuro padre cuando menos atípico, Jabois nos deja reflexiones hermosas por las que os puede resultar más fácil entender por qué compraría un periódico solo por leerle. Como años atrás hacía con Enric González: “Qué quiero para mi hijo, me pregunto a veces si estoy trascendente. Que crezca al aire libre. Que se rompa el brazo de vez en cuando por estar haciendo funambulismos estúpidos (…) Y que lea para que sueñe un día ser pirata y al otro mosquetero sin sentirse ridículo; sin sentir, quiero decir, que no vale la pena intentarlo.
Canela fina.
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