Quiero y no quiero. No quiero separarme de mi bebé. ¿Qué voy a hacer mañana después de dejarle hasta las 5? Sí, tengo muchas cosas que hacer, pero estoy TAN acostumbrada ya a estar siempre con el, que no me imagino cómo va a ser pasar un día sin el. Pero ya no es solo eso lo que me preocupa. ¿Y si le pasa algo? ¿Y si no está bien? ¿Y si no le gustan sus educadoras? Si fuera en la escuela "back home" no tendría todos estos miedos, pero aquí... Se que le encanta jugar con niños, de hecho nada más los ve se vuelve loco y quiere ir detrás corriendo. Probablemente lo disfrute como lo que es, un niño. Pero los miedos están ahí.
Se junta además que estas dos últimas semanas han sido un poco duras. He estado de casa al hospital del hospital a casa, preparando la casa para alquilar la habitación. Organizando visitas, organizando y reorganizando nuestras cosas, empaquetando y metiendo en cajas para ir enviando las cosas que ya no necesitamos. Mi novio toda la semana malo en casa, por lo que la faena se acumulaba más. Más médicos, más visitas, más "up and down up and down".
Y lo que sabía que iba a llegar un día pero no quería creerlo, la despedida. Creo que eso y la llegada de los nuevos es lo que más duro se me está haciendo. Llevo varios días que parece que las hormonas han vuelto en batallón porque lo único que quiero es llorar, y se que no tengo motivos, que no es nada del otro mundo, pero fíjate, que quizás lo que necesitaba ahora era meterme en una burbuja y quedarme ahí por siempre jamás. O quizás lo que necesito es irme ya de una vez de este país que me está convirtiendo en una persona mucho más triste de lo que jamás hubiera imaginado.
A lo que iba. Podemos autoconvencernos a nosotros mismos de muchas maneras. Yo lo hice diciéndome que si alquilábamos la habitación/es no nos íbamos a gastar tanto dinero en alquiler (algo más de 2000 euros) y habría más movimiento en la casa, así cuando estuviera aquí no estaría tan "sola" (todo lo sola que se puede estar con un bebé, jajaja, pero vuelvo a lo de relacionarme con adultos). Pero del dicho al hecho hay un trecho, y es que cuando se fue mi amiga un mundo de sensaciones, de recuerdos, de sentimientos recorrieron mi cuerpo. Contuve mis lágrimas todo lo que pude, y evité esa tarjeta o carta de despedida, porque se que no es una despedida, pero ya no será lo mismo. Es como cuando un hijo se va de casa. No quiere menos a sus padres por ello, pero el hecho es que se va, y ya no es lo mismo.
Y el otro condicionante, la llegada de los nuevos. Creía que iba a estar preparada, pues después de compartir piso por más de 12 años, unos meses más, ¿Qué diferencia iba a suponer? Pues la diferencia es que no he dormido nunca con el cerrojo echado hasta estos días. Ese instinto de protección que nos entra, oiga. Y es que solo de pensar que puede estar entrando una pareja de pirados en casa me enloquece. Mi novio dice que no me preocupe, que vamos a estar en todo momento con el nene, pero no puedo evitarlo. (Y hemos hecho selección, no la hemos alquilado a los primeros que han venido).
En fin, nadie dijo fácil, así que yo lo haré sencillo. No nos queda otra alternativa, al menos de momento, así que hasta que llegue el día en que por fin podamos vivir solos, como una familia tradicional (que no es que quiera ser tradicional, sino dejar de compartir piso, que creo que ya lo he hecho demasiado) voy a intentar que no me afecte lo más mínimo. La teoría es fácil, ahora haré sencilla la práctica.
Irina, Sexy and Mum.
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