Tenía pensado hacer esto de otra manera, pero al final el tiempo, contratiempos que surgen y mi bebé que cada vez demanda más atención, no me dejan. Así que tendré que limitarme a escribir esta entrada deprisa y corriendo mientras acompaño a mi mayor con sus deberes, le digo a la mediana que se ponga el pijama y escucho lloriquear al pequeño porque está en su hamaca cuando prefiere estar en mis brazos.
Hace 8 años esto no era así. Hace 8 años mi vida era otra cosa. Hace 8 años no hubiera imaginado semejante futuro.
Mi vida era poco más que ir de casa al trabajo, salir alguna que otra noche de cena o a tomar una copa con los amigos y gastarme el sueldo en ropa que mucha acababa en el fondo del armario con la etiqueta puesta. Poco más esperaba de la vida que acabar mi jornada laboral y plantar el culo en el sofá. Tampoco tenía la casa recogida y ordenada porque tenía un horario laboral de mierda y el poco tiempo que estaba en casa no me daba para tenerla como un espejo.
Recuerdo cuando cumplí 29 años, la sensación que me invadió. "Voy a cumplir 30 años y no he hecho nada en la vida que merezca la pena". Fue un cumpleaños desaborío, sin expectativas, los años pasaban y mi vida era un bucle monótono que poco me aportaba más que rutina y aburrimiento.
Tan solo 11 días después se obró el cambio. Dos rayitas en un test anunciaban que mi vida acababa de dar un cambio radical, y de repente mi pensamiento cambió radicalmente de "voy a cumplir 30 años y no he hecho nada en la vida que merezca la pena" a "tengo 29 años y VOY A SER MADRE".
VOY A SER MADRE, ¡qué frase tan grande!, las mayúsculas no le hacen justicia. Y ahí comenzó toda, mi nueva vida con expectativas, con ilusiones que vivir, con un nuevo proyecto a largo plazo, el mayor reto que se me podía plantear.
Algo tan grande no podía llevarlo por dentro. Y por eso un día como hoy hace 8 años, en un brote de inspiración, surgió este espacio. Solo buscaba un lugar donde dar cabida a los sentimientos que mi embarazo me inspiraba, guardar testimonio de ese mágico proceso sin más intención que esa, pensando que sería un lugar solo para mi porque ¿a quién más iba a interesar lo que yo pudiera contar?.
Pues va a ser que interesaba. Aún recuerdo esos primeros comentarios el día que decidí habilitarlos, trasteando sin saber en las intimidades de Blogger, leer que había quien se sentía identificada conmigo. Eso añadió un aliciente más a esta aventura de bloguear, cuando lo de los blogs no era el fenómeno de hoy en día, ni mucho menos.
Han pasado 8 años desde aquel primer test de embarazo, desde esas primeras palabras en este espacio: 8 años, tres hijos y un blog, ahí es ná. Ese blog que nació sin pretensiones y que hoy en día sigue siendo una motivación en mi vida, algo que me proporciona muchas satisfacciones y el mejor testigo de mi maternidad, donde puedo volver atrás y recordar esos pequeños grandes momentos que han ido construyendo mi vida como madre.
Y que sean muchos más porque pienso llegar a la década y celebrarlo por todo lo grande. Ganas y temas estoy segura de que no me faltan. Y los 8 años también los celebraré, que no hay diez sin ocho y no soy yo de pasar de puntillas por estas cosas. Gracias por estar ahí, siempre.