Cuidado, si la sinceridad absoluta te da alergia, más vale que salgas antes de que te dé un shock anafiláctico.
Soy una mujer pobre. Cuando me quedé embarazada había agotado el paro y supimos que íbamos a tener que apretarnos el cinturón. Pero estaba embarazada e iba a ser mi primer hijo, y joder, me hacía ilusión que tuviera cosas que yo sabía que no íbamos a podernos permitir.
Así que, al ver que a las bloggers de maternidad les regalaban cosas me dije: “no seas tonta, ábrete un blog y por lo menos si te regalan algo eso que te ahorras“.
Y seguí siendo pobre, pero con blog. Como seguí una estrategia de conseguir cosas para mi bebé me pateé ferias embarazada de muchos meses, pero con muchas ganas e ilusión (si consideras que vivir en el umbral de la pobreza y abrir un blog para darle una vida mejor a tu hijo es un pecado mortal porque tiene que ser un hobby por tus santas narices, ya sabes, arriba a la derecha hay una bonita X que te facilitará la salida).
Tuve a mi hijo. Por desgracia las cosas no salieron según lo esperado. Pasé por muchas dificultades sola, y mi bebé también. Eso me hundió y junto al hecho de tener un bebé (repito: sin ayuda. No vino nadie a limpiar, no vino nadie a ayudarme con el bebé ni las cosas de la casa ni nada) estuve unos meses sin postear.
Se me acumuló trabajo. Una empresa en concreto hasta me presionó para que saliera su post (a cambio de un triste producto que igual vale unos 20 euros y luego encima se pusieron exquisitos con el resultado). Intenté, en cuánto pude, sacarlo todo.
La gente siguió con sus opiniones, que es que no molaban los blogs teletienda. Pues intenté meter posts sobre mi vida en medio. Yo me volvía loca. Seguía siendo pobre. Tenía un montón de accesorios pero pasaba el día trabajando en el blog y no llegaba a todo.
Se metieron conmigo por dar lactancia artificial. Creé la red de apoyo a familias no lactantes para que otras personas no tuviesen que pasar por lo mismo.
Se me acumuló aún más trabajo.
A todo esto, me habían invitado a algún evento, había conocido a alguna persona que otra. Me pareció bien. Más adelante me di cuenta de que la mayoría se comportaba como si estuviese en una secta. Solo había una opinión válida, las demás iban a ser atacadas organizadamente (sí, en manada, sincronizadamente, lo que yo considero acoso).
Al ver estas injusticias, pues yo no me callo. Yo siempre me suelo posicionar junto los desfavorecidos. Pero por ello me castigaron.
Seguí adelante con el blog pero hubo una polémica muy gorda. En una comunidad muy grande alguien había dicho una burrada en público y sinceramente, se gestionó fatal. A la vez, empezaron a aparecer trolls que enrarecían aún más un ambiente que ya hacía tiempo que estaba muy cargado.
Por quejarme sobre el tema recibí muchos ataques. Mucha gente se quitó la careta al dejar de seguirme y criticarme a base de indirectas (porque la verdad, creo que no se atreven a la confrontación directa, que es cuando de verdad se pueden resolver las cosas, pues no, prefieren tirar mierda y mover a las personas para que piensen mal de una persona).
Yo me puedo llevar mal con alguien pero no me importa que los demás se junten con esa persona, ¿entiendes? Pues esa gente no.
Y ahora que me voy pues todo son lágrimas, ay no, no te vayas.
Y yo te pregunto: ¿Dónde estabas cuando me estaban machacando? ¿Dónde estabas cuando te necesité?
Sí, me voy. Y es que me tengo que ir puesto que aquí yo no pinto nada.