Así que, un bebé reclama alguna de estas necesidades cuando no está cubierta. Y si ha pedido algo sutilmente y no se le ha hecho caso, la pide más alto. Y llora, y llora y llora. Hasta que le atiendan.
¿Estás cansada de oír a tu bebé llorar? ¿Deseas que se calme y reclame cada día menos y menos? Entonces lo mejor que puedes hacer es dejar a tu bebé llorar.
Y te diré que esa es la mejor solución, sobre todo si no te importa que:
Se dañen sus interconexiones neuronales
Cuando un bebé llora libera cortisol, la hormona encargada de regular el estrés. Si sigue llorando sin ser atendido, su cuerpo libera más cortisol y esto afecta gravemente a las neuronas, dañándolas permanentemente e incluso matándolas. Un recién nacido sólo tiene el 25% de su cerebro desarrollado. Antes de cumplir 12 meses su cerebro será tres veces más grande, y su cabeza también crecerá. En un periodo tan crítico de desarrollo cerebral, ¿podemos permitirnos maltratar así su sistema nervioso y poner en riesgo a las células nerviosas?
Otra de las reacciones físicas ante una descarga de cortisol así es dormirse por exceso de estrés, no por sueño. Y si deja de llorar después de días de ”entrenamiento para dormir” a pesar del llanto, no es porque se ha acostumbrado. Su nivel de cortisol es el mismo que cuando lloraba, pero se ha dado cuenta de que sus sentimientos no importan y de que llorando no consigue nada.
Se deteriore su capacidad de respuesta al estrés de por vida
Un bebé que sufre angustia durante los primeros años de vida de manera prolongada y no recibe respuesta por parte de los padres, puede llegar a padecer una reacción al estrés patológica. Y no sólo sufre el cerebro: el cuerpo también lo hace a través del nervio vago. Este nervio afecta al funcionamiento de múltiples sistemas, como es la digestión. El nervio vago puede llegar a funcionar inadecuadamente por haber sido sometido a niveles de estrés muy altos. Y esto puede provocar, por ejemplo, síndrome de cólon irritable en el futuro.
Se altere su autorregulación
Un bebé depende de sus cuidadores totalmente para aprender a autorregularse. Los bebés entienden cómo calmar su cuerpo y su mente cuando las personas encargadas de sus cuidados se anticipan a las necesidades que puedan surgir antes de que se sientan angustiados.
Si un bebé siente miedo o hambre y se le atiende, empieza a relacionar estas sensaciones con la capacidad de relajarse. Con ayuda de los adultos aprender cómo hacerlo por si mismo poco a poco. Sin embargo, cuando se deja que lloren solos no tienen la capacidad de tranquilizarse. Aprenden a cerrarse, dejar de sentir y dejar de confiar.
Si ver esta foto te conmueve, tu instinto está funcionando bien
Se destruya su confianza
El primer año de vida de un individuo es un período trascendental para establecer un sentido de confianza en el mundo, en las personas que nos cuidan y en el mundo de uno mismo. Cuando las necesidades de un bebé se satisfacen sin angustia, el niño aprende que el mundo es un lugar digno de confianza. Es más propenso a crear vínculos sociales estables, considerando que las relaciones son de apoyo. También entenderá que sus necesidades son merecedoras y que pueden ser satisfechas.
Sin embargo, cuando las necesidades de un bebé son rechazadas o ignoradas, el niño desarrolla un sentido de desconfianza en las relaciones y en el mundo. Crecerá con inseguridad en el entorno y miedo a relacionarse. Esto afecta también a su autoestima y confianza en sí mismo.
Se debilite tu percepción de sus necesidades
Si te acostumbras a ignorar el llanto de tu bebé, probablemente acabes ignorando también otras señales del niño. Empiezas a ver sus necesidades a través del filtro distorsionado del adulto. La relación y reciprocidad entre el cuidador y el bebé se rompe. Obviamente, el bebé es incapaz de reparar el daño, lo único que puede hacer es seguir mandando señales o, después de mucho intentarlo, resignarse. Ante esa situación, el bebé está desamparado y carente de cuidados esenciales.
Sea una persona más agresiva o depresiva
Tu capacidad de respuesta ante las necesidades de tu bebé va a influir en campos tan importantes como la inteligencia, la empatía, la falta de agresividad o depresión, la autorregulación y las habilidades sociales. Lógicamente, estas características de desarrollarán peor si el bebé sufre carencias emocionales, como es dejarle llorar sin consuelo.
No sea lo feliz que podría ser
Si alguien me pregunta qué quiero que sea mi hijo, tengo clara la respuesta: quiero que sea feliz. El resto me parece mucho menos importante. Si tenemos en cuenta todos los puntos anteriores, ¿crees que una persona que ha sufrido estas carencias va a ser todo lo feliz que podría ser? Con desconfianza en sus propios padres, en el mundo, con posibles daños físicos o psicológicos, con una incapacidad de raccionar ante el estrés, ¿será lo más feliz posible?
No es normal que los bebés lloren tanto
Un bebé sano y sin ninguna patología indica una necesidad a través de gestos. Por ejemplo, ya desde que nacen, cuando tienen hambre buscan el pecho de la madre. Si no obtienen respuesta (alimento), lloran. Cuando su necesidad es satisfecha, se calman.
En nuestra sociedad es común pensar que es normal que los bebés lloren. Otras culturas no lo ven así, porque no se han alejado tanto de sus instintos y la naturaleza como lo hemos hecho en Occidente. ¿No te has preguntado por qué un bebé se calma cuando está en brazos? ¿Es él que es un caprichoso o nosotros que estamos desconectados de nuestra esencia?
Podemos empeñarnos en que los bebés se acostumbren a estar alejados del cuerpo materno (o paterno), a dormir solos cuando la mayor parte de los adultos lo hacemos acompañados, a comer cuando lo diga el reloj y no el hambre. A lo mejor, si nos obcecamos lo suficiente, en unos miles de años los bebés se acostumbrarán a todo esto y serán más parecidos a una planta que a un ser humano.
¿Y entonces qué hago si mi bebé llora (mucho)?
Si tu bebé llora mucho, investiga si le sucede algo importante (algún dolor o enfermedad). Si esto está descartado, te sugiero preguntarte también:
¿Porteas a tu bebé o lo cargas en brazos la mayor parte del día para satisfacer su necesidad de contacto físico?
¿Le ofreces pecho o biberón cuando hay signos de hambre y sin seguir un horario?
¿Mientras duerme también está cerca de ti? Y por la noche, ¿se siente seguro por tu cercanía?
Si has respondido ”no” a alguna de estas tres preguntas, quizá veas que su llanto disminuye si cambias la situación. Tu bebé no pide más que lo que necesita por naturaleza, no tiene la capacidad de razonar y pensar cómo manipularte o hacerte sentir mal.
Nuestra experiencia con el llanto de nuestro bebé
Obviamente, hay momentos en los que los bebés lloran y no podrás calmarles de inmediato o no sepas qué les pasa exactamente. Nosotros sufrimos tres meses de locura de la noche u ”hora bruja” y fue agotador. Hicimos todo lo habido y por haber, bailamos, saltamos, usamos fular, ofrecimos pecho, chupete, música relajante, percusión…y nada le calmaba. Estábamos desesperados. Pero somos adultos, y sabemos gestionar nuestras emociones algo mejor que un bebé. Así que hicimos guardias, tomamos turnos, y afrontamos la situación lo mejor posible. Pero lo que es más importante, Ollie se sentía mal por alguna razón que todavía desconocemos, pero no abandonado.
También hay momentos en los que no he podido atenderle rápidamente o que simplemente necesitaba hacer algo que me impedía estar con él en ese instante. Por ejemplo, he tenido que ducharme muchas veces escuchándole llorar. Pero evidentemente, mis necesidades también cuentan y me siento tranquila porque sé que siempre que me es posible Ollie está atendido.
A día de hoy es un bebé que prácticamente no llora nunca. Ya en su día lloraba poco (además de lo que os comento más arriba), pero 8 meses después sabe que sus necesidades van a ser atendidas antes o después y tiene una seguridad en la vida que se ve de lejos.
Lo último que decirte es que es normal que estés cansada. Es normal que quieras tirar la toalla, que no puedas más. Pero esto también pasará. Cuando te quieras dar cuenta ese bebé que ahora llora y demanda mucho va a ser un niño, y en un abrir y cerrar de ojos un adolescente. De ti depende en gran medida la clase de persona que será en el futuro. Y no sé tú, pero yo a un adulto al que quiero no le dejaría llorar sin consolarlo. Entre todos vamos a crear un mundo mejor.
¿Y tú, cómo has gestionado el llanto de tu bebé?