Empezamos el año con una colaboración maravillosa, tengo el placer de contar con Bea de Ser Doulas para ser colaboradora en este blog. En este post nos indica varios puntos sobre una profesión maravillosa, el acompañamiento como Doula en la maternidad.
A estas alturas ya casi todos los que estamos presentes de un modo u otro en las profesiones de cuidado, y más concretamente en las relacionadas con momentos sensibles de los procesos vitales de las personas, nos hemos visto envueltos en eternos debates sobre si hemos de percibir remuneración por nuestra labor o no. Sobre si es ético cobrar por nuestro tiempo, nuestro saber hacer (o en el caso de las Doulas nuestro saber hacer desde el no hacer), nuestra inversión económica y de tiempo en formación y nuestro esfuerzo en general por estar junto a quienes nos reclaman.
Para empezar, posiblemente ese rol femenino tradicional de cuidado ha hecho en gran medida que todas las profesiones relacionadas con el cuidado de otras personas hayan sido poco tomadas en serio y poco o nada valoradas. Desde siempre las mujeres han cuidado a otras personas de su familia y de fuera de su familia, como labor diaria dentro del reparto de tareas de su núcleo familiar y social o como profesión dentro de su sustento o la contribución al de su familia. Y así fueron pasando desapercibidas en gran medida hasta que los hombres han comenzado a ejercer estas labores en el entorno doméstico o profesional en mayor o menor medida y se las ha mirado de un modo más “serio”. Esa ha sido sin duda una de las cuestiones que ha hecho que se mire hacia ellas.
Otra de las claras influencias de la visibilización y reconocimiento de este tipo de profesiones ha sido el que la prestación de estos servicios por personas ajenas al propio núcleo familiar se ha hecho más necesaria debido a las relaciones familiares y sociales actuales, a la distancia que puede mediar con las personas de nuestra familia, al escaso tiempo libre que nos suele dejar nuestra vida laboral y a una visión diferente del cuidado de los familiares, menos tradicional y más integrado en un sistema global de cuidado dentro del marco de una ley de oferta y demanda de servicios y en la autosuficiencia en general.
La realidad es que hay muchas influencias más en esta mirada repentina hacia las profesiones de cuidado pero ambas cuestiones, entre otras, hacen que, sobre todo en los últimos 30 años, muchas profesiones que tradicionalmente estaban menos visibles o incluso apenas existían de forma nombrable y definida salgan a la luz y comiencen a necesitar reconocimiento, delimitaciones y concrección para convertirse en tangibles para la sociedad, en reales, y poder ser ejercidas desde la seguridad que todo ello ofrece tanto a estos profesionales como a quienes reciben sus servicios. Pero esta “materialización”no ha ido exenta en la mayor parte de los casos de debate, el debate de siempre, el que parece rodear a casi todo lo que tratamos de crear en esta sociedad: el dinerario.
Comenzando por esos orígenes femeninos de la mayor parte de las profesiones de cuidado, y pasando por su novedad dentro del mercado laboral, nos encontramos que en casi todas ellas ha estado mal visto el percibir compensación económica por llevarlas a cabo en sus inicios, era casi una obligación que esta entrega de tiempo y este servicio se realizara de modo voluntario y, es más, con inmensa alegría de hacerlo de este modo. Y máxime cuando el convertirse en este tipo de profesional había sido fruto en gran medida de una vocación o una pasión por una etapa vital o un tipo de atención concreta a otras personas. Así, tenemos el caldo de cultivo perfecto para generar un debate que realmente, si somos objetivos, carece de sentido por sí mismo y continúa a día de hoy.
Para empezar, pensando un poco en las diferentes profesiones, podemos encontrar muchas que son de cuidado y que no se cuestiona ya si han de percibir remuneración, sean o no vocacionales. Se sobreentiende ya que han de tener un intercambio entre servicio y pago… Pero, ¿cuales son? Principalmente aquellas que son ocupadas por hombres desde hace más tiempo: las profesiones sanitarias con más antigüedad en el sistema educativo son un claro ejemplo. Es decir, los Médicos. ¿Alguien se cuestiona si los Médicos han de cobrar por una labor que es de cuidado y que en muchas ocasiones es ejercida desde la vocación? La respuesta es que no. Esto en general no se cuestiona y, de hecho, se admira a aquellos profesionales de la medicina que realizan tareas de voluntariado como Médicos.
Y ¿qué diferencia a este profesional de una persona que cuida a otra dentro de otro campo laboral? Por ejemplo, ¿qué diferencia a este profesional de una Asesora de Lactancia o una Doula? Muchos pueden decir que la diferencia es la formación académica. Que por ello es lógico que los Médicos cobren y esas otras profesionales no.
De acuerdo… Pensemos pues cuantas profesiones sin formación académica reconocida podemos recordar. Podemos acordarnos de l@s Teleoperadores, l@s Cuidadores/as de personas a domicilio, l@s Limpiacristales, l@s Repartidores/as, l@s Panaderos/as, l@s Dependientes/as, l@s Taquilleros/as… Y así podemos continuar hasta nombrar gran parte del sector servicios, por ejemplo. En todas estas profesiones se pueden encontrar formaciones que complementan su trabajo diario y que pueden contribuir a que el mismo sea más eficaz, pero en ninguna estas formaciones se exigen siempre a los trabajadores para recibir su pago. Simplemente porque son profesionales sin una formación académica reglada. Y eso no los hace menos profesionales. Nadie se cuestiona que hayan de cobrar por su trabajo ni si realizan un trabajo.
Todo esto y mucho más que podemos exponer deja más que claro que una profesión ni es menos profesión por ser vocacional ni por no tener una formación reglada. Así que nos podemos preguntar… ¿por qué las profesiones de cuidado tienden a ser tan poco tenidas en cuenta? ¿Será porque a estos dos factores se les une el que tradicionalmente han sido ejercidas dentro del ámbito doméstico o social muy cercano y siempre por parte de mujeres? ¿Deseamos que se siga infravalorando a quienes ejercen estas profesiones? ¿Es justo que personas que han dedicado años a formarse reuniendo formaciones, invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzo hayan de “mendigar” para que se les pague o hayan de sentirse mal por recibir un pago por su trabajo? Yo digo que no. Ni es justo ni podemos permitir más este tipo de situaciones.
Un profesional que trabaja con conocimientos, con habilidades, con esfuerzo, seriedad, honestidad y dedicación ha de poder establecer una relación de equilibrio con aquellos a quien presta sus servicios. Bien sea a través de un pago dinerario o de otro tipo o de la elección personal y libre de ofrecer su trabajo de modo gratuito. Pero nunca desde la presión y la exigencia de que esto ha de ser así.
Reconozcamos a l@s profesionales del cuidado, a l@s profesionales vocacionales más allá de tabús y mitos. Reconozcamos nuestro valor como profesionales y el valor de lo que recibimos como usuarios. Dejemos los debates sin sentido para poder recibir y ofrecer en libertad.
Bea Fernández
Doula en todas las etapas de la maternidad
especializada en Duelo y Nuevos Caminos Maternales.
Telf: 600218964
serdoulasmadrid@gmail.com
Es una pena que haya debates por este tema la verdad, teniendo en cuenta de que cada profesional tiene su sitio. Espero y deseo que este post sea un punto de reflexión.
Os animo a ver su web donde encontrareis maravillosos post y eventos.
http://www.serdoulas.blogspot.com.es/