Laboratorio de Aprendizaje. Relato 1: Idea Melliza…

La lavadora sonaba como si le hubiesen aflojado la mitad de todas sus tuercas. El ladrido del perro y la puerta de entrada chirriando, le avisaba que José había llegado del trabajo.
 
Era raro no escuchar la gritería de los niños jugando en el patio de la casa y recordó que era imposible oírlos porque esa tarde los había dejado en casa de su hermana Paula.
 
José le dio un beso en la mejilla acompañado de un “hola amor” y Mariana hizo una mueca tratando de imitar una sonrisa sin despegar la mirada de las cuentas y los números que tenía escritos en el cuaderno. Soltó el lápiz con un gesto de cansancio y estirándose miró a su esposo.
 
-¿Cómo te ha ido hoy en el trabajo, cielo? Si escuchas la voz del silencio es porque he dejado a los niños donde Paula para que jugaran con sus primos.
 
Las ojeras y los ojos como si el brillo anduviese lejos, de paseo, delataban el nivel de ajetreo que el día había dejado en el cuerpo de aquel padre de cuatro hijos.
 
- ¿Dónde están Andrés y Ariana? ¿Qué tal les fue hoy en el liceo y la universidad? Fue la pregunta de quien quiere ponerse al corriente de los tras bastidores de su casa al final de un agitado día de trabajo.
 
Mariana, que había vuelto a su faena con los números de la contabilidad de la casa, dejó otra vez el lápiz sobre las hojas y, estrujándose los ojos, mencionó que estaban en sus cuartos estudiando cómo hacer para ayudar en las finanzas del hogar.
 
-Eso suena interesante. Dijo José mostrando ánimo por lo que su esposa le comentó y se sentó junto a ella en el mesón de la cocina para pedir más detalles.
 
Mariana le dio una sonrisa tímida a su esposo como quien le ríe en silencio una ocurrencia a un niño. –Los dos se me han acercado preocupados por verme todo el tiempo tratando de cuadrar las cuentas para cubrir gastos. Me dijeron que entre todos podíamos pensar en una forma de mejorar nuestra situación financiera y andarle adelante para no dejar que nos aplaste la marea con el paso del tiempo.
 
José se rascó la cabeza tratando de asimilar aquello que oía a pesar del cansancio mental que traía encima. Le cambió el tema de conversación a Mariana: -¿Y a ti cómo te ha ido hoy en tus cosas de trabajo?
 
-Bien, bien. Fue la respuesta desganada de ella, ya cansada de tanto sumar, restar y dividir en el presupuesto.
 
 Escucharon pasos apurados en la escalera que les dejaron ver a sus dos hijos mayores aterrizando en la cocina donde ellos estaban hablando.
 
-Te estábamos esperando para hablar todos juntos, papá. Dijo Ariana con entusiasmo y regalando una sonrisa amplia a sus padres.
 
Se acomodaron los cuatro en las banquetas alrededor del mesón y los mellizos se aclararon las gargantas antes de comenzar a explicar su idea…

Fuente: Ilustración @samaji_621

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