Las presiones a menudo provienen de fuentes externas (como la familia, los amigos o la escuela), pero también pueden surgir de la persona. La presión que nos imponemos puede ser muy significativa, porque a menudo hay una discrepancia entre lo que creemos que debemos estar haciendo y lo que hacemos realmente en nuestras vidas.
El estrés puede afectar a cualquier persona que se sienta abrumada, incluso a los niños. En los niños en edad preescolar, el hecho de separarse de sus padres puede ocasionarles ansiedad. A medida que los niños crecen, las presiones académicas y sociales (en especial, la tarea de “encajar”) crean estrés.
Durante el manejo de las crisis en diferentes contextos es fundamental:
Mantener rutinas
Ssi las rutinas tienen que variar, hacer nuevas rutinas y ponerlas en papel. Las rutinas son grandes aliadas.
Transmitir calma
Evitar ver o escuchar con los niños noticias o situaciones de estrés.
Las noticias pueden causar estrés. Los niños que ven imágenes perturbadoras por televisión o que escuchan hablar pueden preocuparse por su propia seguridad y la de las personas que quieren. Hable con sus hijos acerca de lo que ven y escuchan, y supervise lo que ven por televisión. Brindarles una explicación según su edad y desarrollo.
Cada niño responde de manera diferente, tanto en relación a la emoción que vive, como a su intensidad y duración. Por eso es importante observar al niño y compararlo con su propia conducta habitual y no con la de los demás.
Recomendaciones
Mantener rutinas y horarios: No hay que ser excesivamente exigentes con él, se le debe dar un margen para que juegue, para estar con los amigos, para descansar.
Intentar favorecer en los momentos que podamos la relajación: Procurar que todos los días tenga un rato de relajación, enseñarle a respirar por la nariz y exhalar por la boca, despacio, con una música tranquila. Los dos, el padre o madre, con él a la vez, y que se vaya concentrando en la respiración y en las sensaciones que provoca el aire al entrar y al salir. Las técnicas de relajación son unos grandísimos aliados.
Preguntarles y darles pie siempre a que expresen sus temores, sentimientos y preocupaciones. Tener tiempo a diario para poder hablar con él de todos estos temas que inundan su cabeza.
Relaciones con los padres
Muchos estudios han demostrado que el tipo de relación que tienen los padres con su hijo, influye enormemente en su capacidad para modular el estrés:
Si los padres están estresados aumenta mucho la probabilidad de que los hijos también se estresen
Cuando son padres muy estrictos con la emocionalidad de sus hijos, reprimiendo la manifestación de sus emociones, también influye negativamente
Cuando no mantenemos unos horarios y rutinas, y cuando reaccionamos de formas distintas a sus conductas (no somos coherentes), podemos contribuir al estrés en el niño
Por último, todos aquellos padres que ignoran los sentimientos y expresiones emocionales de sus hijos, sin prestarles atención y esperando a que se pasen por sí solas, también contribuyen
Fuente: Natalia Calderón Astorga.
Natalia reside en Costa Rica, es Licenciada en Pedagogía: I y II ciclo. Licenciada en Educación Especial. Terapeuta de Lenguaje. Especialista en Dificultades del Aprendizaje. Neuropsicopedagoga. Posee Positive Discipline Parenting Educator Certified by P.D.A. – EE.UU y Fundadora de Disciplina Positiva Costa Rica. En redes sociales puedes ubicarla en twitter, instagram y facebook por @natcela.
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