Pero no sólo nos deja hojas secas, también nos da sus frutos como Setas y Castañas.
Y aprovechando que además este otoño está siendo muy suave, es una excusa perfecta para montar una excursión al campo con los peques. A ellos les viene bien el contacto con la naturaleza y airearse un poco y a nosotros también.
Hay que aprovechar, que seguro que pronto llega el frío invierno y nos pasamos horas y horas encerrados en casa o peregrinando por los Centro Comerciales.
La recogida de castañas le encantó! Si ya se vuelve loca recogiendo cosas del suelo: palos, piedras, etc., os podéis imaginar lo contenta que se puso cuando le dije que las castañas que estábamos recogiendo, las íbamos a asar para después comérnoslas. No cabía en sí de la emoción.
Además ya veis, que en poquito rato recogimos unas cuantas castañas para darnos un buen atracón.
Para asarlas, sólo tenéis que dar un corte a las castañas, meterlas en el horno en una bandeja (yo puse papel de horno encima de la bandeja), y asarlas 30 minutos a 180ºC. Y a disfrutar de la castañada!
Nota para quitar el romanticismo de la jornada: como no estaba segura de si las castañas que cogimos se podían o no comer, compre unas cuantas para asarlas. No se lo digáis a bichito, please!
Quizá algún experto, nos pueda aclarar qué castañas de las que hay en campos y parques se pueden o no comer.
Ay, qué recuerdos a esos fríos días de invierno de mi infancia con el paquetito de castañas en las manos...otra tradición que no quiero que se pierda.
¿No os recuerdan las castañas asadas a vuestra infancia? ¿Qué otras imágenes os hacen volver a vuestra niñez?