Me regalaron un libro la semana pasada, y lo he encontrado tan interesante, que he dado una pausa a todas mis obligaciones para compartir un extracto del mismo. Y es que llego a sentirme profundamente identificada, solo con leer las primeras veinte páginas.
Desde hace bastante tiempo, escucho consejos y comentarios que, aunque no son sentenciados con malicia, desalientan, desmoralizan y hasta acobardan a cualquier persona que ha sobrevivido a un divorcio.
Si bien es cierto, muchos cristianos -radicales- se muestran inflexibles ante la polémica que genera este tema, no han comprendido que cualquiera que fuera la razón que haya puesto fin a una relación, la persona en dicha situación ya se encuentra bastante afectada a nivel emocional, y pues decirle frases como, “no podrás volverte a casar bajo la bendición de Dios”, “consuélate con el amor de tus hijos”, “Sigue orando por tu ex marido”, “Tal persona oro 10 años”, y mil frases más descabelladas aún, lo único que hacen es desalentar y cortar la esperanza de una nueva oportunidad en la vida sentimental de esa persona, pues como textualmente dice en el libro “… la falta de perspectiva hacia el futuro en el área sentimental produce una desesperanza que va creando amargura y resentimiento para con ellos mismos y para con Dios. Porque les presentará un Dios implacable, quien les prohíbe rotundamente volver a amar y rehacer sus vidas…”
Si bien es cierto, el antiguo testamento nos hace la siguiente mención “No cometerás adulterio”; el nuevo testamento señala en Mateo 5:27-28 “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en el corazón”
¡Increíble!
Aunque en el antiguo testamento tenían que actuar para pecar; el nuevo señala que solo con desearlo, ya estamos pecando. Y es que, con la llegada de Jesús, la demanda que Dios tiene para nosotros es mayor.
Si bien es cierto Dios abomina el divorcio, detesta todos los pecados; de igual forma dice la biblia “Que él es fiel y justo para perdonarnos…” No dice, él es fiel y justo para perdonarnos excepto si eres divorciado.
Con esto no quiero decir, que busquemos un pretexto para salir de nuestras relaciones familiares, porque no hay nada más precioso que agradarle a nuestro Señor. Es más, ni siquiera quiero dirigir esta publicación a personas que se sienten vacías y señaladas muchas veces por la iglesia, al contrario, me dirijo a nuestros hermanos de la fe. Quienes en un intento por ayudar en lo que ellos consideran verdadero, son más bien piedras de tropiezo en la vida espiritual de muchas personas, a las que probablemente ya le está costando mucho trabajo seguir en la fe.
Aunque mencioné, no haber concluido aún el libro, sino más bien haberlo iniciado, no quería continuar leyéndolo sin compartir esas líneas leídas que, aunque pocas, me han llenado de alegría y ganas de seguir preparándome, para algún día ser luz en el corazón de alguien que pueda necesitarlo.
Menos críticas hermanos, más amor y consuelo.
Y prometo continuar escribiendo más de lo poco que pueda aprender.
Besos de mamá.
DIVORCIADOS: CULPEMOS MENOS, ENTENDAMOS MÁS.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: