Compartir unos días en familia lejos de nuestra casa habitual viene muy bien para recargar las pilas de cara al próximo año laboral. Esto no sólo es bueno para los adultos, sino también para los pequeños de la casa.
Generalmente, a los niños les suele gustar la simple idea de viajar, sea donde sea: a la playa, al pueblo donde nacieron sus progenitores, a una casita de campo, a la montaña... Pero hay que reconocer que todos, y ellos no son menos, tenemos preferencia por unos destinos u otros porque sabemos que nos lo pasaremos mejor en éste que en aquél.
Por ejemplo, a mí, que me encanta el mar, me volvía loca ir de pequeña a la playa, pero reconozco que donde mejor me lo pasaba era en el pueblo de mis abuelos. Para mí significaba un cambio radical con relación a la ciudad. Jugaba horas y horas en la calle con los niños que vivían allí y gozaba de cierta libertad al poder salir sin tanta supervisión por el ambiente lejano a peligros que existía.
Y vuestros pequeños, ¿qué destino de vacaciones prefieren?
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