El grupo sanguíneo de un bebé puede resultar sorprendente para algunos padres. Normalmente, pensamos que si el grupo de la madre es “A” y el del padre es “B”, lo lógico es que nuestro pequeño pertenezca a uno de estos grupos o incluso a la combinación de los dos: “AB”. Sin embargo, no se nos pasa por la mente que nuestro hijo pueda tener un grupo sanguíneo “0”.
Error. Esto puede ocurrir perfectamente e incluso es posible que existan hermanos con grupos sanguíneos diferentes entre sí. Para entenderlo, solo debemos conocer algunas nociones básicas sobre las leyes genéticas.
En cada rasgo de nuestro organismo (el color de nuestros ojos, el pelo, la altura…) intervienen dos genes: uno procedente de la madre y otro del padre. Debemos saber que esos genes pueden ser dominantes o recesivos, es decir, algunos tienen más posibilidades de manifestarse que otros.
En el caso de la sangre ocurre lo mismo, aunque no se aprecie a simple vista. Los genes “A” y “B” son dominantes y el gen “0” es recesivo, de manera que una persona puede ser “A0” pero siempre prevalecerá el gen “A”, porque el “0” es recesivo. De este modo, si un padre “A” tiene los genes “A0” y una madre “B” tiene los genes “B0”, sus hijos pueden ser perfectamente del grupo sanguíneo “0”.
¿Tiene vuestro bebé el mismo grupo sanguíneo?
Imagen: a4gpa/flickr
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