El día que Luis Mario llegó a mi vida

Les voy a contar una historia que a Luis Mario, mi hijo, le encanta escuchar. Algunas veces nos recostamos a reposar juntos y me dice _mami, vamos a conversar. Entonces cada cierto tiempo en esas conversaciones le vuelvo a contar sobre el día que él llegó a mi vida? Pues ahí va?

Recuerdo que sentí unas nauseas, y supe que estaba embarazada, no me había casado, estaba en preparativos y mi esposo me dijo _ Como vas a hacer para ocultar tu emoción?, le dije _No voy a ocultarlo. Así que desde julio, tuvimos que esperar hasta noviembre, porque me quería casar en la ciudad donde viven mis padres y quería esperar las vacaciones de trabajo. Mi vestido me quedó muy bien y enmarcaba maravillosamente

mi barriguita, la cual que bailé hasta el cansancio.


Esa fue la mejor noche de bodas que pude imaginar, no tenía solo un hombre,

sino dos.   Los siguientes fueron meses de mucho ajetreo, preparándonos para recibirlo. Trataba de caminar para ayudar a evitar la cesárea, lo que no fue posible; me hizo esperar 41 largas semanas.

Una vez que estuve en pabellón, muy ansiosa y estresada por la noticia de la cesárea, y con fuertes contracciones, finalmente mi hijo nació; escuché al Doctor decir _"Que buen catire este muchacho"  _son las 9 y 30 am, hora del nacimiento?_ tardó 18 minutos, entonces sentí que mi corazón palpitaba muy fuerte, recuerdo escuchar su llanto, y me preocupé.

Cuando por fin terminaron de limpiarlo y aspirarlo, minutos que me parecieron eternos, la enfermera me mostró a mi hijo por primera vez, creo que ese momento no tiene descripción posible y hoy once años después, mientras escribo este artículo, la emoción llega a mí como si fuera ese día y como cada vez que cuento esta historia a mi hijo.

Luego de ese momento glorioso, pasé a una sala de observación, que recuerdo como un momento muy frío?una hora después estaba en mi habitación, con mi mamá y mi esposo, en la dulce espera de verlo otra vez; llegaban visitas, y no puedo parar de hablar, aunque me decían que podía agarrar aire, que guardara silencio, yo quería contar a todo el mundo lo que me acababa de suceder.

Llegó el momento y apareció la enfermera con mi hijo en una cunita con ruedas, y le hice señas que me lo trajera, lo vi, lo revisé, lo abracé, no sabía si reír o llorar, todavía no podía creer que por fin estuviera en mis brazos.



Es hermoso, muy rubio y cuando abrió sus ojos vi que eran azules grisáceos y quedé atrapada en su mirada. Ese día conocí el amor más grande que pueda existir y no volví a ser la misma, mi vida cambió para siempre. 

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