Hace dos semanas escribí el post "¿quieres ser la madre perfecta?" en el que hablé de la presión que puede generarnos el querer hacer las cosas bien siempre. Y hoy quiero ampliar el tema rizando el rizo con, qué pasa si, además de la presión que tenemos por "educar bien", le añadimos el trabajo y otras obligaciones.
La conciliación no es algo sencillo, no. Trabajes fuera o dentro de casa, aborrezcas tu trabajo o te encante lo que haces (que si te gusta está claro que mucho mejor) el trabajo se come horas de tu vida. Horas que no puedes dedicar a otras cosas. Pero creo, y mojándome un poco, que la parte "clave" del día viene después del trabajo. Al fin y al cabo, mientras estas trabajando estás centrad@ en lo que haces (si trabajas en casa puede ser más complicado, tu escribiendo en el ordenador y viendo de reojo el dedo de polvo que hay en el mueble...pero en fin, te concentras y te pones al lío). Si estás fuera de casa, en otro ambiente, puedes pensar en todo lo que tienes por hacer en casa, pero al menos, no lo estás viendo.
Para mi, por la tarde, empieza el reto, y es que nuestras tardes empiezan moviditas:
Bajar del colegio hasta casa es una actividad de riesgo. Mis niños salen con un hambre feroz y les llevo la merienda a la salida, así que, para empezar, suelo ir cargada con zumos, bocatas, galletas, y si me descuido me acoplan sus mochilas. Como no puedo darles la mano les pido que vayan a mi lado, caminando despacio.....¡Turururúúúúú! Alguno de los dos siempre suele salir corriendo la primera parte de la cuesta. Porque ven a un amigo, porque ven a un perro, porque les da la gana......Y mientras uno corre el otro se entretiene con la musarañas, le pica el pie o está cansado y no puede caminar más. ¡Las 4:30 de la tarde y ya estoy estresada! ¡Uf!
A mitad de camino hay una barandilla en la que han decidido subirse tooooodos los días. Lo hacen despacito y solo se sientan, pero nos quedamos en la barandilla 5 minutos y siempre nos adelantan las mismas personas, y nos dicen las mismas cosas...."¡Es que les encanta el circo!" Les contesto a los transeúntes curiosos...
Si vamos al parque, la tarde se hace más ligerita, pero los días de frío o lluvia....a meterte en casa toca. Y entonces llega el peor momento, el momento en que te das cuenta de lo desordenado y sucio que está todo. Porque mientras que no lo ves pues no te acuerdas que el pasillo parece el oeste con las bolas de pelusa, pero cuando lo ves....¡hay cuando lo ves! A mi me entran los 7 males. ( Todo hay que decirlo, puede que esté influida por llegar de la calle un pelín estresada y a punto de que me dé un tic en el ojo, eh...;)
Bueno, pues creo, que ese puede ser el punto de inflexión para muchas mamás/papás que trabajan y por la tarde están con los niños (eso si, creo que ellos se lo toman con más filosofía que nosotras...): Si te pones a recoger y a adecentar la casa, tus niños (sobre todo si son peques) se encargarán de "reclamarte", de pedir lo que tanto desean y tanto se merecen: Tu atención. Si decides jugar con los niños y no "hacer nada" seguirás viendo las bolas de pelusa.....¿No te dan ganas de salir corriendo?
Si no tienes un empleo, ni estás estudiando y puedes trabajar solo para tu casa, (y si los niños ya van al cole, por supuesto) pues se hace todo un pelín más fácil, ¿no? Limpias cuando están en el cole, te organizas para no tener que hacer cosas en casa cuando están ellos, incluso puedes programarte alguna actividad para ti. ¿Pero...y si trabajas o estudias? Da igual dentro o fuera de casa. ¿Cómo lo haces? ¿Acumulas la faena para el finde? ¿Vas haciendo por la tarde? Pero los niños están en casa, claro, la faena en casa es mucha......¿Que solución podemos encontrar si contratar a alguien para que te ayude no es una opción?
Pues bien, llegado a este punto solo me queda hacer una lista de las mías, con un poco de humor para no deprimirnos, y pasando del perfeccionismo y del "llegar a todo":
No te hagas más ilusiones. Tu casa no volverá a ser lo que era (por lo menos en unos 15 o 20 años). Cuanto antes lo asumas mejor. No volverá a lucir limpita, con los cristales impolutos y las cortinas nuevecitas. No mires el lado negativo, mira el positivo: Los pediatras dicen que la suciedad ayuda a fortalecer el sistema inmunológico de los niños.
Acepta todos los tuper-wares de tu madre o de tu suegra. ¡Incluso los de acelgas cocidas! Si, deja el orgullo al lado (y las manías), esos tupers pueden sacarte de apuros en cenas y comidas. Si tienes el congelador lleno no le digas "No, es que no me caben más tuper..." Nada, tu has sitio como sea pero aprovecha antes de que se les pasen las ganas.
¡La arruga es bella! Llevar la ropa super planchadita está sobrevalorado. Ahí lo dejo.
Las rutinas pueden ser buenas aliadas si tus niñ@s son muy peques, pero ¡ojo! no te conviertas en ermitañ@ (escribí hace tiempo dos artículos sobre cómo crear rutinas, puedes leerlos aquí y aquí).
A la hora de limpiar, haz lo más urgente, lo que lleve más tiempo sin hacerse, y acuérdate que hacer la limpieza del tirón el sábado por la mañana ya es una misión imposible y tu no eres Tom Cruise.
Primero tu. Antes de nada tomate tu momento de relax. Sol@ o con los niños, da igual, pero intenta dedicarte un ratito entre trabajo y niños.
¿Se te ocurre alguna otra idea? ¡Cuéntamela! Tus comentarios son el mayor alimento de este blog y a mi me hace feliz escuchar tus opiniones.
¡Ah! Y si te ha gustado el artículo, puedes compartirlo en tus redes sociales aquí a bajo.
¿Vulnera este post tus derechos? Pincha aquí.
Creado: