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Buenas noches, dulces sueños



Uno de los temas que más nos preocupa a las madres, en general a todas, es la hora del sueño. Si hemos descansado por la noche, no hay problema con el que no podamos lidiar de día. Ahora bien, si la noche ha sido un continuo ir y venir de una cama a otra, de un cuarto a otro, de chupete en chupete y de brazos en brazos, cualquier problema se vuelve un muro difícil de escalar.

Para disfrutar de esos dulces sueños es vital crear, o mejor dicho, mantener, un buen hábito a la hora de irse a dormir. Los niños nacen sabiendo dormir. Todos duermen prácticamente todo el día. ¿La clave? Todos coinciden: Estivill (aunque ya sabéis que no soy nada fan de su método), Marcie y Sandy Jones, Tracy Hogg, webmd, babycenter, etc: crear una rutina a la hora de dormir. Es lógico, desde luego, pero no es fácil. No es tan obvio como los patrones que seguimos a la hora de comer (sentarlo en la trona, ponerle el babero, darle agua..), sobre todo porque los niños suelen tener hambre y estar deseando comer cuando les toca; pero no siempre están deseando dormir. Y, aunque lo estén, a veces no son capaces de controlar su cansancio y eso les provoca justamente lo contrario…

Todos (niños y adultos) nos despertamos varias veces a lo largo de la noche. Los adultos nos dormimos rápidamente y ni nos acordamos (a no ser que tengamos muchas cosas en la cabeza que nos mantengan despiertos, pero eso es otra historia). Si los pequeños se despiertan y no tienen las “herramientas” necesarias para volverse a dormir, llorarán para conseguirlas. Aquí surgen muchas preguntas, pero la más importante es:

¿Qué tipo de familia es la mía? Diferentes tipos de padres, de niños y de formas de dormir.

Piensa en ello, en lo que le va bien a tu familia y lo que se adapta a tus circunstancias, a tu bebé y a tu manera de ser y vivir. No todos los niños son iguales, ni todas las familias pretenden lo mismo. Hay bebés con mayor tendencia a dormir que otros, al igual que los habrá más glotones, más exploradores, más sociables, etc. Si tienes la suerte de tener un niño dormilón, intenta no crear “malos hábitos” para que esto continue así. Si por el contrario tu bebé pasa más horas despierto que dormido, no duerme la siesta, ni quiere dormir por la noche, ni duerme más de dos horas seguidas… ¡No estás sola! Hay muchas madres en esta situación, y yo misma pasé por esto con mi primer hijo. He estudiado, leído y puesto en práctica todo lo que existe. Para mí dormir es una necesidad básica, y no me refiero a dormitar cada dos horas; me refiero a dormir un mínimo de 8. Por ello, le doy tanta importancia, no sólo por mi propio sueño, sino porque considero que es saludable y necesario para mis hijos también.

Hay familias que practican el colecho. ¡Me chifla! Como bien dice Carlos González, es la forma más natural de dormir, la más lógica quizá. Pero yo no conseguía pegar ojo. Estaba toda la noche preocupada por si aplastaba al bebé, por si mi marido se movía o roncaba y lo despertaba, por si se caía, porque se me dormían los brazos al tener al bebé en mi regazo… En fin, que no dormía prácticamente nada. En mi caso el colecho no funcionó.

No penséis que dar el pecho a demanda y crear un patrón de sueño saludable son incompatibles, ¡ni mucho menos! A mis dos hijos les he dado el pecho en exclusiva unos 6 meses y mantenido la lactancia hasta mínimo los 9. Uno de ellos ha dormido fatal hasta que cumplió los 3 años (mi experiencia con él aquí) y el otro ha dormido fenomenal prácticamente siempre (la diferencia fue el cómo mantuvimos o no ese buen hábito con el que nacen).

Mi salvación fue un email de mi amiga americana Jessica, que sabiéndome desesperada me mandó una entrevista que le hicieron a Tracy Hogg. Reconozco que con sólo la entrevista no es suficiente para entender todo de lo que habla; pero me compré el libro The Baby Whisperer Solves All Your Problems y me cambió la vida. Es una profesional como la copa de un pino, sabe de lo que habla, y se refleja en sus páginas que ha lidiado con miles y miles de niños y de casos diferentes. Aún así, es capaz de darte las claves para un buen dormir. Son muy lógicas y siempre anteponiendo las necesidades de los bebés, pero sin mimarlos en exceso, ¡al menos a la hora de dormir, que es de lo que se trata!

Estoy trabajando en una entrada más extensa, analizando y comentando las piezas claves de su libro, pero como muchas me habéis pedido un adelanto en plan: “estoy de acuerdo contigo en que Estivill no, pero ¿qué hago ahora?”; aquí van las claves:

Identifica cuándo tu bebé está cansado (se frota los ojos, se pone de mal humor, bosteza, te aparta la cara…) y ponle a dormir. No esperes a que esté sobre-cansado, porque te será más difícil hacer que se duerma.

Crea un ambiente adecuado: si tu bebé ha estado jugando en el parque, o con el perro o descubriendo un juguete nuevo, no puedes ponerle directamente a dormir ( ni siestas ni por la noche). Relájale primero: baño si es por la noche, luz cálida, cuento o canción…

Enséñale a distinguir entre noche y día: de día hay luz (no cierres su persiana completamente, por ejemplo) y ruidos. Por la noche todo está en calma y es cuando toca dormir mucho. Tracy tiene secciones dedicadas a cómo cambiar los horarios de un niño que duerme de día y se activa de noche, en las que da pautas detalladas de cómo hacerlo.

Lo fundamental: separa la comida del sueño. Lo que hagas durante el día, afectará al sueño de tu bebé por la noche. Esto fue lo realmente sorprendente, lo que no había leído antes en ningún libro. Ella siempre ofrece trucos y palabras para acordarse, en este caso lo llama EASY (Eat – Activity – Sleep – time for You = Comer – Actividad – Dormir – tiempo para Ti).

Ya hablé en esta entrada de lo de no despertar a un niño cuando está dormido, sobre todo si está sano y no ha sido prematuro, os lo recuerdo.

Tracy tiene un método al que llama “Shush and Pat” (Shh y palmaditas). Cada edad tiene su método específico, dependiendo de la complejidad de pensamiento y la madurez del baby, pero al principio se trata de ponerles en su cuna, darles una oportunidad de que se puedan dormir solos. Si necesitan ayuda, la idea es calmarles permaneciendo con ellos y haciendo que se duerman en su cunita dándoles palmaditas en la espalda y haciendo “Shhhh”.

Y sobre todo: sed pacientes. Crear un buen hábito lleva tiempo, y exige ser constantes. Si un día estás muy cansado y lo terminas metiendo en tu cama o durmiéndolo otra vez en brazos, ten en mente que deshacer una mala costumbre es mucho más difícil que crearla… (¡Se necesitan 21 días para crear un hábito y sólo 3 para romperlo!)
Espero que mis consejos os ayuden a crear un buen hábito por las noches: ¡¡Dulces sueños, madreybloggers!!

En breve, la reseña del libro de Tracy Hogg, con claves para entender su método y referencias a sus diferentes adaptaciones según la edad y las circunstancias.

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