Una buena alimentación y dormir lo que necesitamos, son aspectos que de algún modo influirán en nuestro estado emocional, porque tendremos más energía y nuestra predisposición ante los acontecimientos de la vida será más positiva. Ahora bien, el ejercicio físico es un elemento que influye directamente a nuestro bienestar físico y también al emocional y no podemos olvidarlo. Quizás va antes la alimentación y el descanso….puede, pero tan solo son el motor de arranque para de una rueda que compone los tres aspectos; cuando hacemos actividad física ayudamos a nuestro organismo a eliminar toxinas, a favorecer el funcionamiento de los sistemas vitales y también al descanso. Van los 3 unidos, podemos apoyarnos en uno o en dos, pero si no trabajamos los 3, es más sencillo que la rueda deje de girar correctamente.
¿A que me refiero con ejercicio físico?
Pues es algo relativo porque todo va a depender de lo que haces durante el día a día, de tu trabajo, de cuánto rato caminas, o de si estás sentada todo el día. Tu mejor que nadie sabes el nivel de actividad que tienes durante el día.
Si trabajas de cartero y caminas cada día de casa en casa repartiendo las cartas no necesitarás caminar todas las tardes una hora porque has pasado la mañana caminando. Si trabajas en una oficina, vas en moto y no tienes que caminar nada para llegar hasta allí, y a penas te mueves en todo el día, pues seguramente tu notes que necesitas moverte más (tus piernas seguro que te lo piden) y que sí necesites plantearte una hora de caminar cada día o de gimnasia, o algo.
Así que cuando hablo de ejercicio físico me refiero a tener una vida activa y no sedentaria. A caminar bastante, a moverte, también a hacer deporte por supuesto, pero sobretodo a mantener un estilo de vida activo.
¿Por qué es importante estar activo?
Por un lado por todos los beneficios físicos que ya conocemos (mejora la circulación de la sangre, ayuda a la regulación del azúcar, a quemar grasas, elimina toxinas, nos ayuda a regular la respiración, mejora el sueño, etc….) Pero por otro lado existe unos beneficios sobre nuestra mente. Cuando te mueves y activas tu circulación, parece que tu mente también se activa. Sales de la apatía, te sientes activa, capaz de hacer cosas, fuerte, en definitiva con ánimos…
Dicen los estudios sobre el tema que cuando haces deporte se segrega en tu cerebro unas hormonas llamadas endorfinas y que ayudan a que sentirte mejor y más animado. No conozco datos sobre esto pero estoy segura que tan sólo con caminar cada día y moverse un poco ya se segregan endorfinas (yo he comprobado que en cuanto hago un poquito de ejercicio me encuentro mucho más animada, y al contrario, si paso días muy sedentaria enseguida me siento más apática). Por supuesto, como somos seres integrales, la actividad física está interrelacionada con la alimentación, el descanso y la mente (o el bienestar emocional). Nuestro estado de ánimo va influir mucho en las ganas que tengamos de movernos o no, y nuestros pensamientos pueden frenarnos mucho en el momento de dar el paso hacia una vida más activa. Es como el pez que se muerde la cola.
Si no ponemos foco en mejorar todos los aspectos físicos y mentales que nos componen como seres humanos, nos resultará más complicado utilizar tan solo la actividad física para mejorar nuestra salud. Por eso creo que lo ideal es iniciar acciones pequeñas para mejorar cada una de las 3 áreas físicas, y, paralelamente trabajar con nuestros pensamientos.
En el próximo artículo hablaremos sobre la mente y los estados emocionales y de cómo la parte física y corporal de nuestra existencia también está relacionada con nuestra mente. No estamos divididos, somos un todo interrelacionado.
Así que no, no te digo que debas hacer deporte sino que te animo a que observes cómo es tu actividad diaria y a que la completes con la actividad que creas que va a ser más beneficiosa para ti (quizás tu necesites ir a bailar salsa una hora a la semana porque además de moverte, te anima escuchar la música, te ayuda a desconectar, es tu espacio semanal de relax, pones en práctica tus habilidades….etc….el beneficio quizás no está solo en la parte física).
¿Qué ocurre cuando queremos hacer más actividad pero no encontramos el momento?
Voy a ser muy directa, porque si soy directa contigo lo soy también conmigo:
La frase “No tengo tiempo” es una excusa.
Alguien la inventó un día y todos nos hemos creído que si no tenemos tiempo estamos justificados para no hacer algo (justificados hacia nosotros mismos y muchas veces hacia los demás). Bueno pues no es así. Todos teneos el mismo tiempo, tan solo que algunos lo usan para hacer algunas cosas y otros para hacer otras. Todo es cuestión de prioridades.
A las madres a veces se nos complica esta historia porque no nos han enseñado que cuidarse primero y luego hacer tareas es un buen orden de prioridades que seguir. Más bien nos han dicho que teníamos que ser superwomens y llegar a todo, que lo primero era hacer las tareas, la comida, la limpieza, luego los niños y la pareja, y por último nosotras y la diversión. Los hombres no se libran de aquello de “primero la obligación y luego la devoción” pero de algún modo han integrado mejor que nosotras esto de cuidarse y tener tiempo para ellos. No tienen tanta culpabilidad cuando dejan a los niños para ir a jugar al fútbol con los amigos ni están pensando en planchar ropa un sábado por la tarde (hombres, no digo esto en sentido negativo sino todo lo contrario, ¡Necesitamos que nos contéis vuestro secreto;)
Nosotras sí. Y eso es lo que nos frena: La culpabilidad, las creencias que nos dicen que no podemos permitirnos una hora cada día para nosotras, nuestra “agenda mental” que nos dice que no tenemos tiempo porque hay que comprar, cocinar, fregar, planchar, llevar a los niños a un cumpleaños….. ¡Frenemos chicas! ¿Quién nos obliga a hacer todas estas cosas? Aaaahhhh….¿que si no las hacemos nosotras no las hace nadie….? ¿Seguro? ¿Cómo lo sabemos? Y …¿Qué es lo peor que puede pasar si nadie hace esas cosas?
Quizás podríamos priorizar y permitirnos no hacer algunas cosas y ver qué pasa si no lo hace nadie. Quizás podemos cambiar el orden de las cosas y dedicar un tiempo para nosotras, a movernos y a estar físicamente activas. Quizás podemos pedir ayuda con los niños. Quizás podemos incluirlos si son algo más mayores, o llevarlos en carrito si son bebés y hacer nuestro ejercicio físico con ellos, o en la bici en estos asientos traseros que se ponen para llevarlos mientras son peques….. (¡Eso es genial!). Si no te sirve una opción seguro que te sirve otra. ¡Pruébalas todas! (Mi reto ahora que mis hijos son más grandecitos es poder irme con ellos a caminar o a montar en bici, cada uno con la suya, claro….¡y cuando tenga una bici! jejejejeje).
Si no te sientes cómoda con alguna de las opciones y te sigue viniendo a la cabeza la frase “no puedo”, “no tengo tiempo”, “no tengo ayuda”….pregúntate por qué. Si realmente no tienes o no te sientes cómoda haciéndolo así. Si tu respuesta es la primera, busca alternativas que sí puedas poner en marcha. Si la respuesta es la segunda, cuestiónate por qué no puedes hacerlo, qué te lo impide, por que te sientes incómoda.
Hasta aquí el artículo de hoy. Espero que te haya resultado de ayuda esta reflexión sobre el ejercicio físico y comiences a sentir las ganas de moverte. ¡Cuando tu estás bien tus hijos están bien!
Te dejo los dos enlaces de los artículos que hacían referencia a la alimentación y al sueño:
¡Qué importante es dormir!
Dime qué comes y te diré….
Como siempre te digo, tu ayuda es muy valiosa para difundir mis artículos…¡¡Muchísimas gracias!
¡Un abrazo!
Nuria.
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