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3 ejercicios para despertar tu felicidad

¿Sabías que la gratitud es una emoción? La gratitud nos enseña a disfrutar más de la vida: es la entrada de la felicidad.
¿Sabías que la gratitud es una emoción? La gratitud nos enseña a disfrutar más de la vida: es la entrada de la felicidad.  Sentimos gratitud cuando alguien ha hecho algo bueno por nosotros, nos invita al reconocimiento por la acción hecha y a dar las gracias a esa persona.

El agradecimiento produce un cambio energético casi instantáneo en nosotros. Cuando empiezas a dar las gracias enseguida empiezas a valorar todo lo bueno que tienes a tu alrededor, y de manera inconsciente te centras en todas las cosas por las que estar agradecido y dejas de ver las cosas por las que no. Practicar el agradecimiento nos ayuda a centrarnos en lo positivo, a tener ganas de escuchar a la otra persona y por lo tanto, a tener más empatía y conectar con ella.

Pero a veces en nuestro día a día no prestamos atención a todas las cosas “buenas” que ocurren a nuestro alrededor y nos olvidamos de agradecer. Y no hace falta que alguien en concreto haga algo (también concreto) por nosotros, todos los días tenemos muchos motivos por los que estar agradecidos: Estar vivos, sentir el calor del sol en nuestra piel, tener un techo bajo el que dormir, un beso, un abrazo, el saludo de un vecino, la amabilidad de la dependienta de la panadería….hay mucho, muchos, pero que muchos motivos por los que dar las gracias…lo que ocurre es que a veces estamos más enfocados en lo que no tenemos o lo que deseamos y perdemos de vista lo que ya sí está en nuestras vidas.

Es por eso que te animo a que trabajes de manera consciente (incluso planificada) en tu gratitud.  Así que te propongo dos ejercicios que pueden ayudarte a cambiar la perspectiva de tu mente:

¿Te atreves a hacer un diario de la gratitud? Te advierto que puede hacerte sentir más feliz

El primer ejercicio se trata simplemente de coger una libreta y anotar cada día todo lo que se te ocurra por lo que puedes estar agradecida. Pon la fecha, el acontecimiento y la persona; como un diario de los de toda la vida pero de dar las gracias.

No te olvides de darte las gracias a ti misma. Si, si, a ti, porque no solemos poner nuestra atención en todo lo positivo que hacemos, en nuestros logros y nuestros avances, en nuestro compromiso e implicación con las cosas. Así que incluye en tus agradecimientos diarios lo que tú haces por ti misma y también en beneficio de los demás.



Tus motivos para dar las gracias….y ser feliz.

Otro magnífico ejercicio consiste en crear tu lista de motivos por los que dar las gracias y ser feliz todos los días, pase lo que pase con las personas de tu alrededor. No es necesario esperar a que alguien haga algo por nosotros para estar agradecidos y mucho menos para ser felices. Así que coge papel y lápiz y elabora tu lista de la gratitud.  Aquí puedes incluir cosas cómo estar viva, tener hijos, tu casa, la brisa, el sol, el universo y muchísimos más. Repasa tu vida y busca cosas por las que te sientes agradecida. Busca los detalles.

Cuando la tengas, se trata de grabarla en tu mente. Todas las mañanas (y también si quieres todas las noches) empieza el día dando las gracias. Lee la lista y da las gracias por todas las cosas que has escrito en ella, y hazlo sintiendo de verdad la gratitud, valorando todas las cosas que tienes. Deja que te invada ese sentimiento.

Agradecer en familia.

El tercer y último ejercicio es para generar un buen ambiente en casa; si lo trabajáis os llevará a sentiros muy afortunados por teneros los unos a los otros (que se que a nivel mental tu dirás, ·eso ya lo sabemos” pero a nivel emocional no siempre lo SENTIMOS).

Se trata de incluir en la rutina diaria de vuestra casa una ronda de agradecimientos. Podéis hacerlo a cualquier hora del día, en el momento en que más tranquilos estéis, si puede ser que estéis todos los miembros de la familia mejor (aunque no es imprescindible). Cada persona dará las gracias a cada miembro de la familia por algún gesto o detalle que haya tenido ese día (gracias por tirar la basura, gracias por trabajar, gracias por tener siempre una sonrisa en la boca, gracias por ayudarme con mis deberes de mates, gracias por preocuparte por mi cuando me caí….¡hay miles de situaciones que agradecer!, no hace falta que nos regalen un ramo de flores o hagan algo extraordinario para tener motivos para dar las gracias al otro).

Así que cada persona de la familia recibirá y dará agradecimientos.  No importa el orden en el que empecéis, (si empiezas tú, darás el ejemplo a los niños y verás cómo enseguida empiezan a cogerle el truco, les encantará).  No importa qué motivos encuentren los niños para dar las gracias, lo importante es que poco a poco irán trabajando su atención….¡y tu también! Porque seamos honestas, a veces, muchas, nos centramos en todo lo negativo que hacen los niños y por mucho que los queramos, nuestra actitud a la hora de dirigirnos hacia ellos está impregnada de negatividad. Ya verás que en cuanto comiences a ver las cosas buenas que tienen tus hijo, sus ideas de bomberos comienzan a parecerte meras anécdotas para la posteridad…

Dar las gracias cada día a todos los miembros de nuestra familia nos hará centrarnos en las cosas buenas de cada uno, nos hará sentir mejor, relajará el ambiente y las tensiones, y creará un clima de comunicación y cooperación.

Otra manera de hacerlo es pidiendo un agradecimiento. Si crees que resulta complicado recordar algo que otro haya hecho por ti podéis reconocer en vosotros mismos algo que hayáis hecho por otros. Por ejemplo, si empiezas tu dices: “me gustaría que me agradecieran _____ (que estoy cuidando de la mascota)”.  Después, alguien (el de tu derecha o cómo lo acordéis) te agradece eso que tú has reconocido en ti mismo (esto aplicable a todos los que participéis en la ronda de agradecimientos, ¡claro!). En esta versión, el ejercicio parece más forzado, más mecánico, pero la verdad es que ayuda a tomar conciencia de todas las cosas que nuestra familia hace por nosotros o por los demás y que ni siquiera caemos en la cuenta, que damos por sentadas que forman parte de su tarea. Y del mismo modo nos ayuda a tomar conciencia de todo lo que hacemos y a ponernos en valor.

Este es un ejercicio muy recomendable, lleva poco tiempo y solo se trata de crear el hábito. Puedes hacerlo antes de dormir, a la hora de la comida, de la merienda, etc. Puedes cambiar el momento del día si ves que con la primera elección no ha dado resultado. Pide a los peques su opinión sobre en qué momento quieren hacer este juego y ¡A agradecer!

¡Me encantaría que me contaras qué cambios has notado al poner en práctica estos ejercicios!

Un abrazo,

Nuria.

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