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Cómo empoderar a tu hija o a tu hijo

''Empoderar es ayudar a una persona a descubrir y a sentir su poder interior. No sé si es la definición más correcta o la menos correcta pero es la que más me gusta ''
La primera vez que escuche (bueno, leí), la palabra empoderar fue en un libro de coaching. ¡Me fascinó! Mi propia definición de empoderar es ayudar a una persona a descubrir y a sentir su poder interior. No sé si es la definición más correcta o la menos correcta pero es la que más me gusta porque es lo que a mí me pasó cuando después de algunas sesiones de coaching descubrí mi poder personal. Pude sentir que yo tenía poder, me sentí capaz de muchísimas cosas y además, me sentí capaz de ponerme en acción.

Que un niño descubra su poder interior no va a depender de nosotros pero sí vamos a poder ayudarle a que lo descubra (del mismo modo que un coach te ayuda a ti a descubrirlo). Y cuando lo descubra la confianza en sí mismo aumentará. Cómo veremos en este artículo, es mucho más importante lo que no hacemos que lo que sí hacemos. Creemos que para que un niño se desarrolle (en todos los sentidos, incluyamos el emocional y el social) tenemos que hacer cosas, que si no evolucionarían, no se convertirían en “buenas personas”. ¿No te parece arrogante? Los niños tienen la capacidad de desarrollarse y de desplegar todo su potencial por sí mismos, no necesitan que nosotros hagamos “nada especial, nada concreto” para que lo alcancen. Basta con proporcionarle todo lo que necesitan para satisfacer sus necesidades básicas y físicas, crear un clima emocional saludable a su alrededor basado en el amor  y confiar en ellos. (Recuerda lo que siempre digo: el amor incluye a todos, el amor no se trata de decir que sí a todo y de sacrificar tus necesidades por las de tu hijo)

Aplicar el empoderamiento en los niños es ayudarlo a desarrollar la confianza en sí mismos.



Profundicemos…. Los niños se empoderan cuando los adultos permitimos que tomen sus propias decisiones sobre los temas que realmente les incumben, cuando permitimos que se equivoquen y que lo solucionen solos, cuando confiamos en su capacidad de elección y de aprendizaje. Tan sólo con NO interponernos en el desarrollo del niño estamos fomentando el empoderamiento. En el proceso, por supuesto, los niños experimentarán emociones poco agradables, se equivocarán en algunas ocasiones, pero este es el proceso de la vida humana y nuestro mayor empoderamiento proviene de la aceptación de todas las emociones que sentimos, experimentamos, vivimos. Cuando una persona sabe que es “perfecta” tal y como es, con todo lo que siente y con todo lo que le ocurre, se permite descubrir su poder, se permite confiar en sí misma. Los niños no tienen mucho problema en ello: Se enfadan, expresan toda la ira que estén sintiendo (algunos más y otros menos) y en cuanto esa emoción pasa, ya no queda ni rastro; a otra cosa mariposa. Y allí vamos los adultos a apagar “el fuego” y a poner en marcha mil estrategias de gestión de emociones con el objetivo de hacer desaparecer esa emoción y, sobretodo, con el objetivo de que no vuelva a aparecer (o que cada vez aparezca menos). ¿Por que nos molestan tanto las emociones calificadas como negativas? Esto es otra historia pero está claro que queremos evitarlas cuando lo único que necesitamos hacer es aceptarlas.

No se trata de que los niños siempre estén alegres y entusiasmados…. la ira, la tristeza, el miedo, son emociones importantes también que hay que aceptar y acoger. Pretender echarlas de nuestra experiencia es abocarnos al sufrimiento.

Volviendo al tema central, aunque muy relacionado con lo que acabo de decir…. existe una actitud que mata el empoderamiento. Es la sobreprotección. Y esta actitud es prácticamente inconsciente y tiene su origen en nuestros miedos, en nuestra propia historia, en nuestras heridas  De nuevo (lo he dicho en mucho artículos), necesitamos conectar con nosotros mismos y conocernos para poder ofrecer a los niños el regalo de estar en contacto con su poder interior. Sobreproteger no ayuda a que los niños se desarrollen con autonomía y confianza en sí mismos, pero ¿por qué? ¿Y, qué tiene que ver con el (no) empoderamiento?

Sobreproteger a un niño es lanzarnos a la carrera de apagar “los fuegos” que se generen en su vida porque creemos que él no será capaz de “superarlos”.  Cuando hacemos cosas por los niños y las niñas que son capaces de hacer solitos, cuando lo rescatamos de “líos” en los que se han metido y que pueden solucionar por sí mismos, cuando no les dejamos espacio para intentarlo por sí mismo, cuando intervenimos sin que nos hayan pedido ayuda, cuando controlamos toda su conducta y castigamos o premiamos para lograr, YA, que se comporten como toca en esta sociedad…..es decir, cada vez que los sobreprotegemos, el niño o la niña pueden interpretar nuestra “¿ayuda?” como que no es capaz de hacerlo solo/a y por lo tanto no es válido. QUE NO ES CAPAZ  (decíamos que el empoderamiento era sentirse capaz, descubrir nuestro poder interior capaz de resolver situaciones y de hacer lo que nos propongamos)… en definitiva, justo lo contrario al empoderamiento.  Y es muy sencillo que ese sea el mensaje con el que se quede un pequeño: “No soy capaz, no valgo, no soy útil”. No de una sola vez que se vea en una situación así, pero si como la suma de muchas pequeñas acciones, como la suma de muchos pequeños mensajes que por si mismos ni le afecten pero tras un “goteo” continuo, generan una creencia inconsciente sobre si mismo: No soy capaz.

Sin querer nos estamos interponiendo en su camino hacia la autonomía y el descubrimiento de todo lo que va a ser capaz de hacer por sí mismos.

Imagina que lo hicieran todo por ti. Según tu personalidad estarías más o menos feliz y encantada, pero según qué cosas seguramente te tocarían la moral. Por ejemplo, que te dijeran qué ropa tienes que ponerte para fiestas familiares, que te “recuerden” que hay que comportarse con ciertos modales (esta es la bomba, directamente te están transmitiendo que no confían en que puedas “tener modales” sin que te lo recuerden), que nunca te dejaran fregar los platos incluso cuando te ofrecieras y te dijeran “quita anda, que ya lo hago yo”. Quizás recuerdes alguna ocasión en la que alguien no paraba de hacer cosas por ti pero tú querías hacerlas por ti mismoquizás te ocurrieron cosas así tus primeros meses de vivir sola o en pareja (vamos que me refiero a cosas que te hayan ocurrido en tu vida adulta).

Para permitir que los niños sientan el empoderamiento es necesario que soltemos el control  y confiemos.

Aceptar nuestros miedos sin dejarnos conducir por ellos puede ayudarnos mucho, porque si indagas un poquito detrás de la sobre protección lo que hay es miedo, mucho miedo al sufrimiento propio y al dolor, mucho miedo al miedo. Acepta tu miedo y permite a tus hijos equivocarse, sufrir, sentir sus emociones.

Un abrazo.

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