En la sociedad se comienza a conocer el mindfulness como el conjunto de técnicas de meditación que tienen como objetivo entrenar la mente para alcanzar la conciencia plena. Jon Kabat-Zinn (profesor de medicina y gran maestro y padre del Mindfulness) define la conciencia plena como: “La conciencia plena consiste en prestar atención de forma particular, con intención, al momento presente y sin juzgar”.
La conciencia plena es una actitud, es hacer las cosas de un modo consciente, con concentración en lo que estás haciendo y atendiendo a todos los detalles que acontecen a tu alrededor y en tu propio cuerpo. Por ejemplo, caminar por la calle y al mismo tiempo que te concentras en por dónde pasas, en sentir la sensación del viento en la cara, en darte cuenta del color de las hojas de los árboles, en notar el suelo que pisas y cómo tu planta del pie se posa en él, en tus movimientos o, estar con tus hijos jugando, cambiando pañales o conversando con ellos y darte cuenta de los que estás haciendo. Apreciando, disfrutando y viviendo el presente, momento a momento.
¿Alguna vez (cuando tus hijos eran bebés) has bañado a tu pequeño, secado, le has puesto el pañal, lo has vestido, etc….y cuando has terminado no recuerdas si le has puesto la cremita del culito? ¿Te ha ocurrido así en otra situación?Cuando nos ocurre esto es porque no estábamos presentes, no estábamos poniendo nuestra atención plena en lo que estábamos haciendo. Los niños son muy sensibles a nuestra presencia, intuyen muy bien cuando nuestra cabeza está en “otro lugar” y es posible que desplieguen sus recursos para traerte de vuelta (jejejejeje, ya sabes a que me refiero ¿verdad?)
Pero no quiero hablarte de la conciencia plena sólo porque es beneficioso para los niños (la conciencia plena es lo que dota de calidad al tiempo que pasamos con ellos), sino porque para ti también es muy beneficioso. Si tu entrenas tu conciencia plena ¡todos saldréis ganando! Si recuerdas en el artículo ¿Quieres dar la mejor educación a tus hijos? Conócete a ti mismo (puedes leerlo aquí) , hablamos de la importancia de tomar conciencia de nuestras actitudes, acciones, de pararnos a ver qué es lo que nos está molestando del otro y observar las emociones que surgen en esos momentos de conflicto. Esto es casi imposible si no comenzamos por detener el piloto automático. Necesitamos bajar las revoluciones en nuestra mente para dejar el espacio necesario para darnos cuenta de las cosas. Así que tomar conciencia de la importancia de la conciencia plena (valga la redundancia) es imprescindible para conocerse a uno mismo y, por lo tanto, para ofrecer lo mejor de nosotros a nuestros hijos.
La conciencia plena también es un modo de entrenar la habilidad de aceptar los acontecimientos de la vida tal y como son, de no juzgar si lo que nos ocurre es bueno o malo y de eliminar críticas y juicios hacia otras personas.
Volviendo a las definiciones de conciencia plena, cuando no actuamos con conciencia plena lo estamos haciendo de manera automática, lo que le llamamos “piloto automático”. Y la mayoría de nosotros funcionamos en piloto automático la mayoría de nuestro tiempo. Por ejemplo, cuando caminamos en “piloto automático” lo hacemos de manera mecánica: no percibimos los colores, pasamos por delante de tiendas y ni nos damos cuenta, no notamos las sensaciones agradables de caminar ¿Alguna vez te ha ocurrido que has realizado un trayecto y luego no recuerdas haber pasado por delante de alguna tienda en concreto o de si has ido por una calle o por la otra?
Esto ocurre cuando nuestra mente no está aquí, sino que está pensando en el pasado o en el futuro. Caminamos pero vamos pensando en lo que vamos a hacer al llegar al trabajo o en la discusión que hemos tenido con nuestra pareja, o en lo que nos dijo la maestra en la reunión del colegio, o en lo que te queda por comprar para hacer el disfraz de carnaval de tu hijo. Esto ocurre con muchas otras actividades del día a día. Ponemos el piloto automático para muchas actividades, como limpiar, ducharnos, cepillarnos los dientes, y mientras tanto, ponemos a nuestra mente a pensar en cosas que en ese momento no tienen “solución”, justo en ese momento no podemos encargarnos de esas cosas y solucionarlas. Así que normalmente ese darle vueltas a las cosas mientras estás haciendo otras no te sirve de nada.
Así que mientras nuestra mente piensa y rumia en cosas de las que no se puede ocupar, nos perdemos los regalos maravillosos que nos ofrece la vida día a día (entre ellos estar con nuestros hijos y disfrutar de su belleza, inocencia y energía).
Seguro que recuerdas alguna vez el placer de haberte dado una buena ducha y sentir el agua calentita, sin pensar en nada más, y disfrutar mucho de ese momento. Seguramente hace mucho tiempo que no disfrutas del momento de la ducha, y no porque tus duchas deben ser más breves ahora sino porque mientras te duchas estás pensando en mil cosas, tanto que a veces te cueste recordar si ya te habías frotado los pies o no.
Cuando vivimos continuamente en piloto automático lo acusamos. El estrés puede ser uno de los síntomas que primero aparezca. A la mente no le va nada bien funcionar así puesto que el sistema nervioso está en continuo funcionamiento. Al no tener la conciencia puesta en lo que estamos haciendo en ese momento es sencillo comenzar a adoptar hábitos que no nos benefician, como dormir menos y trabajar más o ir siempre con prisas porque “no tenemos tiempo” para hacer todo lo que hay que hacer. Después, nuestra autoestima puede verse afectada porque sentimos que no estamos actuando de manera coherente a nuestros valores, porque estamos haciendo cosas que no desearíamos hacer tan sólo por ir más rápidos, o dejando atrás necesidades propias porque así ahorramos tiempo, y porque tenemos la sensación de “no llegar a todo” y eso nos hace sentir “incompetentes”.
El tiempo parece nuestro peor enemigo.pero en realidad el tiempo no tiene ninguna problema. La clave está en la mente y en ayudarla a estar aquí y ahora, en cada momento.
Así que te invito a que pruebes a practicar la conciencia plena para ayudar a tu mente a volver a la calma, frenar tus pensamientos y preocupaciones y lograr disfrutar de lo que tienes delante.
Te propongo 2 ejercicios para trabajar tu conciencia plena:
1. Lo primero que puedes/necesitas hacer es descargar tu mente.
Es muy difícil estar presente cuando nuestra mente está embotada de asuntos pendientes. Coge papel y lápiz y anota en un papel (o en la agenda) todo lo que tienes pendiente, o todo lo que quieres hacer …. y establece qué día o a qué hora lo vas a hacer. Por ejemploir a comprar la tela para el disfraz de carnaval, llamar a mamá, pedir hora al dentista, etc. ¡Todo vale! incluso el más pequeño detalle o lo que te parezca una chorrada.
Dedica un tiempo específico todos los días o todas las semanas a anotar todas estas cosas y a planificar cuándo vas a encargarte de ellas y tu mente se quedará tranquila sabiendo que efectivamente, vas a encargarte de ellas. Utiliza la agenda, los planings, lo que sea, y organiza todas esas cosas que tienes en la cabeza como si de organizar tu trabajo o la preparación de un examen se tratase. Y hazlo con conciencia plena, no mientras friegas los platos. Planificar nuestras tareas y tenerlas escritas en un lugar en el que poder consultar fácilmente nos ayudará a sacarlo fuera de la cabeza. Es como si vaciáramos espacio en nuestra mente. Inclúyelo en tu rutina hasta que se convierta en un hábito. Verás cómo entonces dejas espacio a tu mente para centrarse en lo que está ocurriendo aquí y ahora.
2 El segundo ejercicio que te propongo es: Comenzar a practicar el Mindfulness o conciencia plena.
No te asustes, ¡no te estoy proponiendo que medites 1 hora cada día! Hay muchísimas formas de practicar la conciencia plena. La meditación es el ejercicio por excelencia para ejercitar la conciencia plena o practicar Mindfulness pero no todo el mundo sabe en qué consiste meditar. Comienza por poner atención a lo que estás haciendo y por tomar conciencia de los pensamientos que vienen a tu cabeza: Por ejemplo, te estás duchando y mientras te duchas van viniendo pensamientos….genial, simplemente date cuenta.
Dejan a un lado el móvil cuando estés viendo la tele (por ejemplo y si es que tienes tiempo de ver la tele! ), trabajando, o fregando los platos, leyendo…¿¿cuántos cosas hacemos a la vez??…. olvidemos durante un tiempo la multitarea.
Toma conciencia, date cuenta, de ese momento en los que “te vas” (tu cabeza se va a pensar en otras cosas), mientras que estas con tu hijo o mientras que alguien te está contando alguna cosa.
Meditar no consiste en no pensar en nada y mantener la mente en blanco, ¡eso es imposible! La función de la mente es pensar y lo va a hacer.
Cuando hayas reducido un poco la velocidad, podrás comenzar a meditar de un modo “más formal” pero en el artículo de la próxima semana voy a explicarte más formas de practicar conciencia plena (y/o de meditar) en casa o fuera.
Te recomiendo un buen libro para comprender en que consiste la meditación, cuál es su esencia y como podemos llevarla a cabo en nuestra vida cotidiana: “Silencio” de Tich Nhat Hanh.
¡Un abrazo!
(Este artículo es un fragmento del ebook Completamente mamá)
.