Por ejemplo: “El ratoncito Pérez”.
Analicémoslo: Que se te cae un diente… ¡No te preocupes! que viene un ratón y te deja debajo de la almohada una moneda. A mi si me dicen eso ahora, me muero. Así que mientras duermo viene un ratón horrible, se mete en mi cama y justo donde pongo la cabeza, se mete para dejarme una moneda… Bueno, si me deja un cheque de un millón de euros, haría el esfuerzo pero por un euro ni de broma.
Pero los niños aún tienen el cerebro en fase alfa y eso les permite creer cualquier cosa: Que los perros hablan, que las niñeras vuelan o que los niños vienen de París o que los trae la cigüeña o mejor, que los trae la cigüeña desde el mismísimo París.
Bueno, actualmente esta increíble mentira ya no se cuenta pero en mi época se seguía utilizando. A ver pensémoslo. ¿A cuántos kilómetros está París de Madrid? A 1.272 kilómetros. La cigüeña coge por el pico al niño en pañales y sale volando por el aire. Para realizar ese recorrido tendría que ser Super cigüeña, ni Batman lo conseguiría. Pero nosotros nos lo tragábamos sin problemas.
Y que os parece lo de “la sangre azul” Esto necesitaría un post enterito, pero por resumir. ¿Os imaginaís que os hace una transfusión de sangre? Pues la hemos liado.
Rojo mortal + Azul Imperial: Morado bastante dudoso.
En fin, estas son sólo algunas mentiras universales que hemos contado o nos han contado. Ahora pensar en las otras muchas que me he dejado en el tintero.
La opinión de Soficó. 11 años.
Yo a mis hijos no les pienso decir nada de nada, que se lo diga su padre. A la hora de confesarlo, tiene que ser horrible y no quiero cargar yo con la culpa de todo.Vamos que no quiero que mis hijos se enfaden conmigo.
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