¿Quién no recuerda los dolores de barriga, de cabeza, los nervios ante un control semanal en nuestra etapa escolar? ¿Quién no recuerda la angustia que producía la sola mención de la palabra: examen? Recuerdo los nervios, el sudor frío, las temblorosas voces propias y de los compañeros cuando de pie comenzaban a preguntarnos la lección de turno. Cierto que esos recuerdos son ya de la segunda etapa de EGB...
¡Uauh...suena a viejuna! Ja ja ja ja... ¡2º etapa y EGB! ¡Pura historia del Cuéntame!
Centrémonos que no vengo a hablar de mis traumas infantiles, la verdad es que no tengo ninguno, ejem...salvo no tener foto con mi vestido de Campanilla, ja ja ja...pero no guarda relación con lo que quiero contar...
Dieciocho metas
¿Imaginas cuál sería tu reacción de ser evaluado todos lo viernes? ¿Imaginas cómo te sentirías de tener que hablar para toda la clase cada viernes? ¿Nervioso? ¿Intentarías quedarte en casa? ¿Inventarías dolores de cabeza, de barriga...para no ir al cole?
No, nada más lejos de la realidad: el piojo y sus compañeros sueñan con la llegada del viernes. Sueñan con entrar en clase entregar su meta a conseguir esa semana frente al duro tribunal de sus compañeros de clase:
la tutora nos ha contado que los peques son más "justos" evaluando que ella.
¿Qué ha cambiado? ¿Por qué nos asustaba ese control de los viernes a nuestra generación y a la clase del piojo le encanta?
Simple. No suena igual: examen que meta aunque en el fondo estés siendo evaluado. Los peques se lo han tomado como un juego, como un reto... Semana a semana preparan su meta semanal en casa. Sí, a los padres nos toca ayudar en esa preparación, pero tampoco te implica tanto tiempo y es cuestión de organizarse y rentabilizar el tiempo en familia. Por ejemplo, el piojo y yo repasamos siempre de camino al cole, la mayoría de las veces a través del juego:
para poder entrar en la cueva misteriosa y, encontrar al dragón de dos cabezas, hay que contar hasta 30
En un pis pas no llegamos al 30 sino al 100, 15 minutos de camino da para eso y más, ja ja ja. Contar al revés fue aun más simple: lanzamos cohetes al espacio mientras decíamos la cuenta atrás. ¿Un cuento? ¡Eso ha sido pan comido! Lo difícil ha sido convencerlo para que no metería más invenciones en mitad de la historia, ja ja ja ja...
Escribir su nombre y apellidos, cinco nombres de amigos, la dirección... recitar los meses del año, atarse los cordones...y así hasta un total de dieciocho metas, de las que ya hemos superado once y obtenido la medalla. Ahora nos aprenderemos un poema, los piratas entrarán en juego: la canción del pirata anda aprendiéndose encantado porque a él no le valía una cosita sencilla:
mamá, eso es de cagones de 3 años
Así que si en estos días alguien me escucha ir recitando a Espronceda por la calle que no se extrañe...
Besitos avainillados