La mayoría de las mujeres a las que nos gustan los tacones, comenzamos esta afinidad desde muy chicas; en mi casa no eran muy comunes, ya que mi mamá los usaba muy poco y mis hermanas solo en navidad y cuando iban a alguna fiesta, sin embargo, para mí siempre formaron parte de mi mundo. A los 13 años tuve mis primeros tacones reales, ya que estos si eran más altos y para ese momento sí era una señorita, recuerdo que eran negros de patente y cerrados. Ese año fue muy especial para mí, no solo por mis tacones sino por los muchos cambios que hubo en nuestras vidas. Nos mudamos de casa a un edificio, un lugar maravilloso donde mis padres todavía hoy viven, teníamos muchas más libertad para compartir con amigos, asistimos a muchas más fiestas y en definitiva fue una etapa muy feliz y estuvo muy marcada por mis tacones, ya que a partir de allí tuve más y más tacones.
Luego cuando terminé la escuela, y antes de entrar en la universidad comencé a trabajar en un banco y los sucesivos trabajos siempre fueron en banca y seguros, por lo que para mi felicidad, siempre debí usar tacones; aun embarazada los usaba, ya que no me molestaban para nada, excepto el últimos mes, más por el riesgo de caerme que por otra cosa.
Con mi bebé muy pequeño, un día tropecé con mis muy altos tacones y caí al piso con él en brazos, aunque caí muy suavemente aunque parezca increíble, y él no se hizo ningún daño, ni siquiera lloró, pero me asusté mucho y decidí bajar de mis tacones un tiempo, sólo el necesario por supuesto.
Hoy continúo usando mis tacones, procuro conseguir tacones más cómodos, sin sacrificar la altura y la belleza, pero que me permitan un poco más de equilibrio y sobre todo, que no afecten mi salud. Espero sinceramente poder usarlos muchos años más.