Muy entusiasmada la encontré en la recepción del centro, rodeada de sus amiguitas de la clase y primas. En ella pude visualizar parte de lo que les esperaba dentro, todo un mundo de fantasía con tonalidades fucsia, me cautivo el mueblecillo, de color plateado, con diferentes colgantes y accesorios para niñas. Estaban todas revoloteando y esperando impacientes su turno. Un turno que para mí fue un flash!!
Mientras nosotros estábamos en la sala de Papis tomando café, bueno yo americano, las acomodaron en un camerino de encanto, con todos los detalles, albornoces, baúl lleno de ropa, tocadores, espejos, sillones y tronos de princesas, camillas de masaje, manicuras y pedicuras de sueño. No quiero que perdáis los detalles del maquillaje, sombras, flores, gotas, y glosses en los diminutos labios. Adornos en el cabello, semirecogidos, plumas rosas fucsia a conjunto con los tutus de princesa, ideales para el desfile que nos tenían preparado. La profesionalidad del personal del centro fue un acierto y un agrado en todo momento.
Todas preparas, buena música y acción!! Comenzaron a desfilar los diminutos cuerpecillos de todas las niñas, como si llevaran tiempo haciéndolo, aunque alguna era un poco más vergonzosa. No podía parar de imaginar lo bien que se lo habían pasado preparándose para ese desfile.
Sus miradas buscaban la aprobación en las sonrisas de los mayores para sentirse princesas. Aunque mi reflexión es “más que princesas, Capitanas de su propia vida”. Pero a esa edad darles un poco de magia tampoco creo que sea malo. Después del desfile y posado de flases, porque tod@s nos contagiamos de la magia fucsia, nos dirigimos a una sala donde un banquete les esperaba. Copas, platos y velas acompañadas en la sintonía del mantel plateado y del trono fucsia de la cumpleañera. Como suena literalmente: “hasta los bocaditos de la merienda tenían formas de estrellas y corazón”
Más tarde y después de merendar, dejaron que su voz les pusiera tonillo a las canciones que ellas eligieron, Violeta y “Libre soy” canción de Frozen, que fue la ganadora. Mientras con buena estrategia del personal, prepararon el trono de Princelandia para soplar velas en un pastel de chuches, seguido de las sorpresas escondidas en los regalos.
El volver al mundo terrenal fue menos duro al entregar una pulsera Princelandia a la cumpleañera y como no me pude resistir yo también tengo la mia.
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