Uno de los mayores errores en inteligencia emocional, cometido incluso por un sin fin de autores, psicólogos, coaches, pedagogos, es creer que hay emociones buenas y emociones malas. A partir de esta confusión no hay gestión emocional que valga. Es literalmente imposible.
Si crees que hay emociones negativas y emociones positivas es que te han informado mal. Las emociones son todas “buenas” en el sentido de que son naturales. Si las sientes, y si tus hijos las sienten (por otra parte, ¿cómo no sentir?) es por algo. Ese “por algo” significa que toda emoción, sea la que sea, tiene una función. Su función dependerá de la naturaleza de la emoción. No es lo mismo la función de la tristeza que la de la alegría.
La naturaleza de las emociones
Las emociones son:
Naturales: forman parte de nuestro sistema biológico.
Inevitables: porque simplemente son naturales y se disparan a consecuencia de lo que vivimos. Simplemente por vivir, sentimos.
Funcionales: todas, sin excepción, sirven para algo. En general, sirven para adaptarnos sanamente a lo que nos sucede en la vida.
Este conocimiento sobre las emociones debes transmitirlo a tus hijos. Ellos deben saber que, por ejemplo, cuando sienten frustración, esa emoción no es mala por definición. Ni la tristeza, ni el enfado, ni el asco.
Tus hijos deben saber que cuando sienten, tienen sus razones.
Cómo enseñar a tus hijos a afrontar sus emociones
Para empezar, y con esto marcas la diferencia, lo que debes conocer son las 2 principales formas de afrontar las emociones. Las llamamos las 2 Rs.
REPRIMIR: reprimir las emociones sólo te producirá más emociones dolorosas.
REGULAR: regular las emociones te ayudará a saber expresarlas y usarlas para un bien común.
Como puedes observar, son bien diferentes. Aquí sí podemos hablar de positivo y negativo. La represión es un estilo de afrontamiento emocional negativo y la regulación es positiva. No podemos negar lo que sentimos. No es bueno que los padres enseñen a sus hijos a reprimir un llanto. Esta postura solo trae más complicaciones.
Por este motivo, ante cualquier emoción, tus hijos deben darle un gran SÍ.
Enséñales a decir SÍ cuando sienten una emoción dolorosa.
Sí siento celos.
Sí siento celos, lo acepto.
Sí siento celos, lo acepto y lo expreso con buenas palabras.
Sí siento celos, lo acepto e intento averiguar porqué y para qué.
Lo que consigues con el método del sí
Con el método del sí, tus hijos conseguirán reconocer lo que sienten y aceptarlo. Ya no lucharán consigo mismos. Les permitirás confiar en lo que sienten y en su propia inteligencia emocional. En muchas ocasiones con este pequeño, pero gran paso, al ser el primero, lo que conseguirás es que tus hijos gestionen lo que sienten, solo y sin tu ayuda. En otras ocasiones, quizá necesiten tu apoyo, una buena conversación, un trato cariñoso, un abrazo, un cambio consensuado. Todo depende de la emoción que se esté gestionando.
Lo que consigues por encima de todo con el método del sí
Hay un beneficio (para todos) que se consigue con este método de regulación emocional. Y es el siguiente:
Consigues que tus hijos confíen en ti: se abrirán, no tendrán miedo a los reproches, confiarán en tus criterios.
Y uno más: esto les lleva inevitablemente a confiar en sí mismos.
Esta parte es crucial si quieres que tus hijos crezcan con salud, fuertes, independientes, exitosos y felices. No puede ser de otra forma.
Solo pueden ser felices si hay confianza: en ellos y en los padres.
Un beneficio más
Podrás confiar en ellos. Cuanto más les demuestres que confías en ellos más podrás soltarte y confiar. Si les das confianza, a través de este primer paso, con el método del sí, vas a ver que puedes confiar en su propia inteligencia emocional. Y cuanto más lo hagas, más confiarás en ellos y en sus capacidades emocionales sin tu ayuda. Ya lo habrán incorporado sistemáticamente.
¿Te imaginas cómo sería vivir una infancia sin pensar que la tristeza, los celos, el enfado y demás emociones consideradas negativas en realidad no lo son?
¿Sabías que cuanto más reprimes una emoción, más ésta se vuelve tóxica? Entonces, en ese caso sí estarías creando emociones tóxicas simplemente por no haberlas aceptado en su momento.
¿Y sabías que cuanto más aceptas tus emociones, menos te dolerán? Es la gran paradoja emocional.