El acné juvenil afecta a un noventa por ciento de los jóvenes entre los doce y dieciocho años aunque hay bastantes adultos que también lo padecen. Durante la pandemia esta afección de la piel se multiplicó debido al uso de mascarillas durante largos periodos de tiempo y creando un término que hasta entonces era desconocido para muchos de nosotros: mask acné. Pero más allá de los efectos que pueda producir en nuestra piel durante algunos años, existen terribles daños psicológicos que nos pueden acompañar durante toda la vida. Por eso, ahora más que nunca rapidez y eficacia son las dos palabras clave en un tratamiento con éxito.
Ana nos ha contado su experiencia y quiere que la transmitamos a todos los seguidores de @Trucosdemamás para que los jóvenes encuentren una solución rápida y eficaz a su problema con el acné.
Ana tiene 15 años. Desde los 11 tiene problemas con el acné. Empezaron a aparecer pequeños granitos en su frente pero no se notaban mucho. Algunos adultos de su entorno ya empezaban a hacer comentarios como mira ya cuantos granitos tienes o ya te estás haciendo mayor, mira que cara tienes·, comentarios que a un adulto pueden parecer de lo más normal pero en un adolescente son comentarios que empiezan a hacer mella en nuestra autoestima.
Los padres de Ana acudieron con ella a un dermatólogo que le recetó un tratamiento tópico y unas pastillas indicadas para las infecciones de la piel que debía seguir durante seis meses y posteriormente volvería a consulta para ver cómo le había ido.
La pandemia fue un periodo feliz para Ana. El confinamiento trajo la tranquilidad a muchos jóvenes que padecen esta infección ya que la mascarilla ha sido la gran aliada de la gente con acné. Además, las conexiones desde casa se hacían muchas veces sin cámara y muchos jóvenes se conectaban con mascarilla por lo este periodo ha constituido un remanso de paz en la vida de muchos adolescentes.
El tratamiento de Ana no conseguía dar resultados. La piel iba empeorando por momentos y además de tener más granos, su piel estaba totalmente irritada. Tras una segunda revisión el dermatólogo le recomendó seguir con el mismo tratamiento otros seis meses más. La sensación que tenían los padres de Ana y ella misma era de impotencia. Después de casi un año no había notado ninguna mejoría y el acné seguía empeorando.
Uno de los momentos que la joven recuerda con una gran amargura es cuando los organismos oficiales decretaron que ya se podía dejar de usar la mascarilla. Ella, seguía llevándola a clase. Era como su amiga protectora, salvadora de cualquier mirada inquisitiva y cruel y su mejor arma para ir al colegio. Pero sus compañeros preguntaban por qué la seguía llevando, que era lo que le pasaba y empezaron a burlarse de ella. Finalmente un día se la quitó y sucedió lo que ella pensaba.
En la adolescencia los jóvenes están completamente convencidos de que su aspecto físico es fundamental para su éxito en el grupo y para ser aceptado por los compañeros por lo que la imagen se convierte en seña de identidad. Ana se sentía cada vez más acomplejada y el día a día suponía para ella un auténtico suplicio. Sus padres estaban preocupados porque la joven apenas salía de su habitación y se pasaba el día llorando.
Los padres decidieron llevarla a otro dermatólogo para conocer una segunda opinión. Tras una primera visita la doctora le volvió a recetar varias cremas y serum faciales y otras pastillas para tratar la infección de la piel. A los seis meses volvería a consulta para ver si este tratamiento daba resultado.
Ana estaba ya en una profunda depresión donde el tunel se hacía cada vez más largo y la luz de la esperanza se iba desvaneciendo con el paso de los días. Los padres de Ana hablaron con el gabinete psicológico del colegio y se puso en marcha para tratar la depresión de la chica.
Y llegó el día en que las tinieblas que se apoderaban de la vida de Ana se empezaron a tornar en luces de esperanza. Una amiga de la madre de la chica le habló de una clínica en Madrid que la llevaban un grupo de jóvenes dermatólogas y que eran muy buenas. Se trata de la Clínica Eguren, un centro de dermatología especializado en problemas de la piel donde lo más importante es el paciente y cómo se siente.
Clinica Eguren ( Fotografía extraída de https://dermatologiayesteticaeguren.es/).
Ana acudió con sus padres y salió de la consulta con una sonrisa. La sensación que le produjo esa visita a la doctora fue la de una persona que la iba a sacar de aquel pozo en el que se encontraba y que era una persona que realmente la entendía.
La primera consulta fue en abril. En agosto le había desaparecido la mayor parte del acné del rostro. La doctora la ve cada tres meses y antes de acudir a ella debe hacerse unos análisis de sangre para confirmar que el tratamiento no le está produciendo ningún efecto adverso. Ahora prácticamente ya no tiene acné y su cara está resplandeciente. Ha vuelto a recuperar su autoestima y las ganas de vivir.
El tratamiento pautado por este grupo de jóvenes doctoras no es precisamente barato pero es rápido y eficaz y se consiguen resultados en muy poco tiempo. Ana es una persona nueva y ahora con su testimonio quiere ayudar a otros jóvenes que están pasando por lo mismo porque el acné va más allá de la cuestión estética, es algo que puede afectar al resto de nuestra vida.