Desde que empecé con mi rincón de libros en el Atelier (un rincón que ha ido creciendo con el tiempo y que ha derivado recientemente en las cajas de libros mágicos), algo que siempre me ha llamado la atención es que los libros que más demanda tienen con mucha diferencia son los que facilitan una educación emocional y educación en valores.
Además recibo a menudo consultas de mamás (y también papás) que me piden cuentos para situaciones emocionales determinadas que no saben cómo afrontar.
Es más que evidente que muchos adultos andamos faltos de recursos y de estrategias para acompañar emocionalmente a nuestros niños y niñas. Probablemente debido a que nosotros mismos no hemos tenido en nuestra infancia los mejores referentes. Por eso muchas veces buscamos ayuda en los cuentos y libros infantiles, ¿pero realmente sirven para ello?
¿Por qué los cuentos sirven para desarrollar la esfera emocional?
Cuando hablo de cuentos me refiero a historias, leyendas, cuentos de hadas, fábulas, narraciones… Esas historias que nos llevan a mirar la vida de otras personas y luego a reflexionar sobre nuestra propia vida. Que nos ofrecen un marco (muchas veces metafórico) para comprender nuestro mundo, interno y externo.
No me refiero a la paraliteratura (es decir aquellos libros que han sido diseñados para un fin concreto…). Por eso los libros infantiles que ya en su descripción hablan de “inteligencia emocional” no son normalmente de mi elección.
A mí me gusta la buena literatura infantil, esa que a través de la fuerza y la magia de una buena historia, uno o varios personajes realizan un viaje transformador, un viaje imaginativo que ofrece al lector un mensaje subyacente, que es el que puede provocar realmente un cambio (te hablaba de esto en el post: El poder sanador de los cuentos).
Porque una buena historia es más que una historia, tiene la capacidad de impactar en el lector, haciendo que se detenga, que reflexione y que analice. Pero no esas historias moralistas que nos dicen qué hacer o cómo pensar, no, hablo de aquellas que nos despiertan un montón de preguntas sobre las que pensar.
Y sabiendo esto, y teniendo en cuenta que los cuentos tienen un papel vital en el crecimiento y desarrollo de los niños, que son hasta capaces de convertirse en amigos de los personajes que leen y conocen a través de la lectura, ¿cómo podemos utilizarlos?
Utilizar los cuentos como herramienta para la educación emocional
Hace unas semanas, Judith de Club Peques Lectores (un blog de LIJ que es un referente para mí por su gran calidad de contenidos) me propuso realizar su curso de Educación emocional con cuentos y juegos , acepté encantada pues la sigo desde hace años, conozco su gran labor de difusión y era una oportunidad para aprender más de literatura infantil y juvenil, que ya sabes que me apasiona.
Si pasas por su blog la conocerás mejor, pero te cuento que Judith es una ingeniera química que de la industria farmacéutica pasó por la docencia en educación secundaria y se retiró al ser madre de mellizos para poder estar con ellos los primeros años. Gran aficionada a la lectura y siendo ya trimadre, se ha ido formando mucho en educación emocional y en literatura infantil y de ahí nació su blog y su curso.
El curso desde un primer momento me sorprendió por lo completísimo que es y la gran cantidad de recursos prácticos, dinámicas, juegos y materiales que ofrece. Lo he disfrutado mucho, (voy a sacarle mucho partido en el cole cuando me reincorpore, de eso no tengo ninguna duda), y no podía dejar de compartir contigo un decálogo con algunas premisas básicas que me han quedado grabadas y que me parecen muy útiles para entender los cuentos como herramienta para la educación emocional. Vamos a verlo:
(1) La principal función de un cuento debe ser una función lúdica: de entretener, de placer, de leer por leer.
No debemos olvidar nunca esto al comprar o leer un cuento o libro a nuestros hijos. Fracasaremos en eso si sólo usamos la lectura para adoctrinar, enseñar, modificar comportamientos,… todo eso puede darse, pero siempre de forma secundaria.
(2) Las lecturas con los niños, mejor compartidas.
Vínculo, placer y libertad deben ser inseparables cuando leemos a los niños. Por eso la lectura no se debe forzar u obligar y debemos intentar respetar al máximo los intereses y ritmos de cada niño.
(3) Toda lectura tiene implícita una función educativa básica, que se da aunque no queramos.
Leer a los niños desde pequeños influye enormemente en su adquisición del lenguaje y sus habilidades lingüísticas, pero además los cuentos siempre acaban transmitiendo algún valor, creencia,
idea, pauta de comportamiento, manera de ser o de relacionarse con los demás,… que es importante tener en cuenta a la hora de seleccionar los libros para nuestros hijos.
(4) Usar los cuentos como herramienta para la educación emocional no es algo innovador, es más bien algo natural.
Pues los cuentos, ya de por sí, impulsan el desarrollo de todas las facetas de la inteligencia emocional.
(5) Las historias nos ofrecen un marco de entrenamiento emocional con una gran ventaja: la distancia.
Suele ser más fácil hablar acerca de lo que está sucediendo en un cuento que hablar de lo que nos está sucediendo a nosotros.
(6) No todos los cuentos sirven para la educación emocional.
Los numerosos “emocionarios” que están proliferando tanto hoy en día en el mercado son inventarios de emociones, pero tenemos que tener en cuenta que no es lo mismo un cuento de emociones que un cuento que emociona.
(7) Los cuentos que facilitan la educación emocional tienen 3 características importantes:
Sus historias emocionan, tienen un trasfondo, y el lector puede sentirse identificado con sus personajes.
(8) Además, los cuentos trabajan la educación emocional en todas sus facetas si en ellos:
se identifican emociones, se da una aceptación y gestión de las mismas, y una resolución de conflictos, habilidades sociales…
(9) El desarrollo emocional incluye varias competencias:
Consciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, habilidades socio-emocionales, habilidades para la vida y el bienestar.
(10) Con un buen cuento podemos:
Ayudar a nuestros hijos a superar situaciones de carga emotiva elevada (rabietas, enfados, miedos, llanto,…), logrando que aprendan de ellas y progresen como personas.
Enseñarles a entender sus emociones, aceptarlas y gestionarlas adecuadamente.
Ayudarles a adquirir todas y cada una de las competencias emocionales básicas y necesarias para llevar una vida plena, sana, equilibrada y feliz. Si quieres aprender más sobre educación emocional con cuentos y juegos…
Entonces te recomiendo muchísimo el curso que ofrece Judith desde su web Club Peques Lectores (puedes verlo aquí), realmente es un curso muy completo y útil para toda persona que está con niños y niñas (ya sea madre, padre, educador, docente…). Un curso que puedes descargar y seguir a tu ritmo, sobretodo ahora en tiempo vacacional que tenemos más ratitos disponibles, y lo puedes adquirir además a un precio muy asequible.
El curso está enfocado a brindarte ideas prácticas y recursos para desarrollar todas las competencias emocionales de tus peques desde una mirada respetuosa y amorosa (pero basándose en evidencia científica) y con ideas fáciles de llevar a cabo, gran cantidad de propuestas y materiales listos para usar. Y un inventario maravilloso de cuentos especificados por temáticas y posibilidades de uso (desde las grandes emociones a situaciones diversas), ¡que es de los mejores que he visto nunca en lengua española!
Además Judith, que es un encanto, ofrece a todas las familias lectoras de De mi casa al mundo un descuento de un 10% con el cupón: DEMICASA (que estará activo todo el verano).
(En las fotos una selección de cuentos de mi sección del Atelier de educación emocional que también durante todo el verano podrás encontrar TODA LA SECCIÓN con un 10% dto usando el mismo cupón: DEMICASA)
¿Tienes algún cuento favorito de educación emocional? ¿Cuál o cuáles nos recomiendas?
Te espero como siempre en los comentarios. ¡Y muy felices lecturas de verano!
Un buen cuento es aquel que nos emociona, nos toca por algún motivo u otro y nos acompaña en nuestro crecimiento personal y colectivo. Inevitablemente, un buen cuento siempre nos ayuda a progresar emocionalmente y a elevar nuestra inteligencia emocional. – Judith Franc (Club Peques Lectores)
Aguamarina