A la hora de repartir entre ambos las vacaciones de verano, hay que tener en cuenta varias cosas:
.- Que lo que hay que repartir son las vacaciones de los hijos, no las de los padres (por lo que suele ser del 20 de junio al 15 de septiembre, casi tres meses) y por lo tanto a cada progenitor le corresponde estar con sus hijos casi mes y medio y quizás él o ella sólo tenga de 15 días a un mes de vacaciones. Por eso hay que intentar hacer coincidir las vacaciones de los hijos con las de los padres, y si un progenitor no trabaja quizás sea el que pueda adaptarse a adjudicarse los periodos de vacaciones en los que su excónyuge trabaje.
.- Que lo importante es ofrecer también en vacaciones a los niños la presencia equitativa de ambos progenitores y aprovechar para reforzar vínculos y conocerse mejor.
Teniendo esas premisas en cuenta, los padres podrán adjudicarse las vacaciones de verano como más se ajuste a las necesidades de todos. Las dos fórmulas de reparto más habituales son:
.- Opción A.- Por temporadas completas: Un progenitor se adjudica toda la primera mitad del verano (desde que den las vacaciones en junio al 31 de julio) y el otro la segunda mitad (del 31 de julio por la noche al día antes de empezar el colegio en septiembre).
.- Opción B.-Por periodos alternos: Un progenitor se adjudica la semana de junio, la segunda quincena de julio y la segunda quincena de agosto, y el otro progenitor se adjudica la primera quincena de julio y agosto y los días de septiembre hasta que empiece el colegio.
Ya sea por meses completos o por quincenas, en todo caso, se van a dar supuestos en los que los padres tienen a sus hijos un periodo de vacaciones de mes y medio (pongamos todo agosto y medio septiembre) y ellos sólo tienen vacaciones un mes o quince días. Entonces ¿qué pueden hacer?.
En los días que coincidan sus vacaciones con las de sus hijos (por ej. agosto), es muy importante que planifiquen hacer cosas con sus hijos que no pueden hacer el resto del año y así reforzar vínculos afectivos. No es necesario irse a la playa o la montaña y gastar mucho dinero en hoteles. Lo importante es que, sea fuera, o dentro de casa, se hagan cosas juntos: puede ser ir a la piscina, a parques de atracciones o zoológicos, dar paseos por la playa o el monte, patinar, montar en bicicleta, jugar al parchis, ver juntos una película, jugar a juegos de mesa, escuchar juntos música, etc.
Dependerá de la disponibilidad económica de cada familia, pero también debe tenerse en cuenta que en muchos pueblos y ciudades como Madrid ó Barcelona, hay muchas actividades culturales (teatros, talleres, conciertos ) y deportivas gratuitas.
Y a parte del ocio, y la diversión, que indudablemente ayudará a fomentar el amor y el respeto entre padres e hijos y aliviará tensiones, si las hubiera, el hijo al vivir un caso de divorcio, no hay que olvidar que los menores suelen tener tareas escolares para el verano, por lo que el progenitor con quien estén en cada periodo, deberá dedicar un tiempo a que sus hijos hagan sus tareas y no dejar que estando con él no hagan nada y sea el otro el “malo” de las vacaciones. En caso necesario es recomendable utilizar un mediador o abogado de divorcios, si no somos capaces de gestiona un acuerdo por nosotros solos. Es mejor fijar una hora fija y un sitio fijo cada día para dedicar a estas tareas, y mejor a primera hora del día, para despreocuparse el resto.