Fuerte, ¿eh? ¿A que te quedas muerta?
Pues sí, amigas, la clave de todo este asunto, la piedra angular para que mamás que amamantan y mamás que dan el biberón podamos vivir tranquilas es "vive y deja vivir". Y os vais a quedar pasmadas, pero oye, funciona.
Yo, como madre de tres que soy, opté por amamantar a mis hijos. Bueno, en realidad creo que no opté como tal, pues en realidad no me planteé que hubiera otra opción y, gracias a la madre Naturaleza, no me vi en la necesidad de planteármelo. Cierto es que con la primera, Bubú, no fue nada fácil. Cinco días amigos, cinco largos días pasaron desde que esa criatura salió de mi ser hasta que tuvo algo que llevarse a la boca. Pero como a cabezona no hay quien me gane, me empeñé y no cedí al bibe por compasión. Y tan ricamente, hasta los 14 meses.
Con la segunda, Piruleta, la cosa pintaba mejor. Mientras que en mi primera vez no atinaba a meterle la teta en la boca a esa criatura que lloraba y lloraba (lloraba ella y lloraba yo, para ser francos), en esta segunda maternidad el tema técnico lo teníamos superado, con un estilo de decantación de teta en boca que para qué os voy a contar. Pero claro, Piruleta es una niña que desde que nació ha estado dando por... vamos, que es una niña salada como ella sola, guapa a rabiar y un poquito, sólo un poquito follonera. Total, que la criatura decidió que el tema placenta a ella no le iba y que para qué se iba a alimentar de esa porquería, si tenía a su mamá, con muy buena leche. En conclusión, que Piruleta se presentó en el mundo a las 40+5, después de un parto provocado, y con apenas 2 kilillos de peso (madre mía, cada vez que me acuerdo, que parecía un conejillo pelao...). Amigas, familiares y alguna desconocida que pasaba por allí (porque de lactancia opina todo el mundo, faltaría más) me insistieron en que lo mejor era que le calzase un bibe, porque así iba a engordar más, más rápida, más lustrosa y blablablá. Pero como el pediatra me dijo que perfectamente podía darle el pecho y que, además, era lo mejor que podía hacer, ahí me tiré las 24 horas siguientes a su nacimiento enganchada a un sacaleches (literalmente) hasta que conseguí una subida que ni el Tourmalet. Y hasta los 20 meses que dije yastabién, hombre, yastabién.
La Brujita Tapita dando de mamar a Piruleta por Magdalena Hernández Cano
Y con mi Pititi, mi bebé molón, todo fue tan fácil... Si es que es un bendito. Enganchado a la teta en el paritorio y ahí seguimos, viviendo nuestro amor cuatro meses después. Engordando feliz, guapo rematao y gracioso como él solo.
Claro, después de todo esto que os he contado digo, ¿y mi monumento? ¿mi premio Nobel? ¿mi óscar a toda una carrera? ¿dónde están? Pues en ninguna parte, porque, amigas, dar el pecho no es ninguna hazaña, ni ninguna heroicidad. No soy mejor madre que tú, que has decidido darle biberón por (inserte aquí su motivo), o que tú, que lo has intentado y no has tenido ayuda, información, paciencia o ganas para continuar, o que tú, que te has tenido que ir a trabajar después de 16 semanas de permiso maternal, porque se conoce que los señores y señoras que nos han gobernado hasta ahora deben pensar que un bebé de tres meses y medio está preparado para la vida moderna y que almuerza un bocata de sardinas y un quinto bien fresquito. No, por supuesto que dar el pecho no me hace la madre del siglo, ni no darlo te convierte en la madrastra de Blancanieves, y por supuesto que tú, madre que preparas biberones con todo tu amor, mereces todo el respeto del mundo. Pero yo también.
Porque si yo estoy en un restaurante y a mi Pititi le da hambre, no merezco que me manden a un cuarto de baño donde las señoras hacen pipí y popó (y algunas con una falta de puntería digna de un macho alfa) a dar de COMER a mi bebé. Porque si doy de mamar a mi bebé en un sitio público no es porque quiera que tu marido me vea una teta, ni porque quiera ir de abanderada de la lactancia materna por la vida, es porque igual la sala de lactancia del centro comercial está ocupada, porque huele a pañales sucios amontonados desde hace horas o simplemente, porque no me apetece estar encerrada en un zulo de 2 por 2. Porque si te pregunto a ti, que estás embarazada si vas a darle pecho, o si te digo que cuando des a luz te pongas a tu bebé a cada momento en el pecho para que te suba la leche, no es porque te quiera reclutar para mi secta de la teta, es porque dar de mamar es una experiencia tan bonita que me da pena que te la pierdas.
En resumen, porque hoy quería hacer un post corto y mira cómo vamos, que cada una haga lo que quiera, pero respetándonos, porque a fin de cuentas, estamos todas en el mismo barco.
Ah, y antes de que se me olvide, una cosita. Señores y señoras de los gobiernos pasados, presentes y futuros:
EL PERMISO POR MATERNIDAD DE 16 SEMANAS ES UNA VERGÜENZA MONUMENTAL.