Llevamos unos años observando cómo han cambiado las formas de reaccionar y tratar la fiebre, sobre todo cuando se trata de los niños. La fiebre, es un proceso natural que consiste en un aumento puntual de la temperatura corporal, en respuesta a alguna enfermedad o padecimiento. En el caso de los NIÑOS, tendremos en cuenta estos valores:
_ 38ºC medidos rectalmente (ano)
_ 37,5ºC medidos oralmente (boca)
_ 37,2ºC medidos en la axila.
_38ºC medidos timpánicamente (oido)
A partir de estos valores consideramos que un niño tiene fiebre.
En el caso de un adulto, es a partir de 37,5ºC y según la hora del día.
Una vez que tenemos claro cuales son los valores de temperatura febril, os contaremos que no debemos tenerle tanto miedo. Que la fiebre es necesaria para una correcta respuesta inmunológica del organismo encargado de luchar contra los organismos invasores y que a veces bajarla no es necesario.
Hemos observado que no se hace un uso del todo correcto de los antipiréticos, se administran mal y a veces en dosis excesivas. Es complicado para un padre o madre mantener a su hijo con una temperatura elevada, verlo apagado cuesta, y ¡¡mucho!! Algunos se quejan del dolor de cabeza, otros ni se inmutan, en cualquier caso no solemos esperar lo necesario, le damos el antipirético antes de lo debido.
Nuestro consejo: PACIENCIA. NO PERDER LA CALMA. Administraremos el antipirético si es una fiebre persistente y genera en el niño mucho perjuicio, no vamos a hacerles sufrir teniendo en nuestra mano el remedio necesario. Le quitaremos ropa, aunque se queje, es por su bien, paños de agua fría en la frente y/o muñecas, le daremos líquido; agua, limonada, zumo y si en un tiempo prudencial no baja nada, entonces pasaremos a darle el medicamento.
¿Paracetamol, ibuprofeno, metamizol?¿ Qué cantidad?
Cada niño es un mundo y responde a su manera a las distintas moléculas antipíreticas. Como padres ya sabemos a quien el paracetamol no le hace nada y a quien el ibuprofeno. Le daremos el que les funcione, NO el que esté más bueno o les guste más, sabemos que esto es una lucha porque se niegan a tomarlo, pero les debemos recordar que son medicamentos no chuches.
Las dosificaciones deben ajustarse al peso no a la edad, cada niño lleva su propio desarrollo y además metaboliza los medicamentos según su capacidad hepática. Nuestro consejo es empezar dando dosis un poco por debajo a las descritas en prospecto que a veces funcionan perfectamente, haced la prueba. Otra cosa a tener en cuenta es que todas las moléculas, pero sobre todo el ibuprofeno, no deben tomarse con el estomago vacío. Nos sorprende enormemente que cuando se le prescribe a un adulto un ibuprofeno va siempre acompañado de un protector gástrico, y ¿que pasa entonces en el estomago de nuestros niños ?Se irrita, y a algunos incluso, les produce reflujo, por lo tanto evitemos en mayor medida su administración sin algo de comida.
Sobre alternar las moléculas, es aconsejable y efectivo para bajarla.
No nos vamos a olvidar de lo que nos gustan los supositorios para bajar la fiebre. Son muy efectivos y muy rápidos si se ponen bien; siempre se introducen por la parte recta nunca por la parte con forma de bala. Bajan la temperatura perfectamente respetando el estomago de nuestros niños. Es una buena alternativa y os animamos desde aquí a que los probéis.
Esperamos que estos pequeños consejos os sean de utilidad
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