Frente a los acontecimientos que se han presentado en el INEM

Frente a los acontecimientos que se han presentado en Medellín es imposible permanecer callado y no cuestionarse sobre lo que sucede con nuestra sociedad. Más uno que se mueve en el mundo de la educación.

Por medio de unas cadenas de Whatsapp me llegó un texto de un supuesto profesor del INEM. No sé sobre la veracidad de que el texto provenga de un docente de la institución, pero sus palabras son un gran análisis de la realidad de nuestro país y de nuestra ciudad. Se las dejo a continuación y aunque es un poco largo, espero se tomen el tiempo de leerlo.

No es el INEM el espacio promotor de la violencia, allí no enseñaron a utilizar el cuchillo, ningún profesor mostró en clases cómo torturar públicamente a otra persona cortando su cabello y golpeando para que las demás sepan y entiendan quién manda. El colegio es un modelo en el país, es un lugar que enseña el valor de la diversidad, allí estudian jóvenes de todos los rincones de Medellín, el centro educativo reúne todos los estratos socioeconómicos, estudian hombres y mujeres, van los calvos y los melenudos, las chicas tinturadas y las que planchan su cabello, también se respetan piercing, tatuajes, tienen rampas para skate, unas instalaciones generosas y una planta docente con gente muy preparada, profesores que enseñan el valor de la critica y la reflexión, modalidades para explorar y profundizar en campos de conocimiento como las artes o las ciencias sociales. Insisto, no fue el colegio, allí no se aloja la causa, éste es un lugar de convergencias; más bien se trata de una amarga coincidencia, de esas que no se explican, de esas con las que crecimos en Medellín, el colegio fue atacado, fue violentado, este espacio de pluralidades fue simbólicamente apuñalado, cortado, -así cómo el cabello de la niña- algo se quiso decir, sí, las violencias llegan a todos los espacios, afectan nuestras relaciones, se meten en la cotidianidad, fragmentan. En Medellín está la causa, está en nuestra dolorosa historia, también está en lo más profundo de las raíces del conflicto armado de Colombia. La niña que apuñaló a su compañera también es víctima, ella representa esa gran franja de exclusión, representa a todas las personas que crecieron viendo cómo matar es la mejor respuesta, ella creció viendo cómo un país votaba rechanzando la paz y creció en una zona de Medellín donde "los duros" regulan todo, desde la economía, hasta la convivencia de vecinos. Ella proviene de una ciudad que les ofrece motos, ser prepagos, modelos web cam, pero no sin antes padecer la violación, el maltrato en el hogar y en el barrio, ella creció en un sector donde se forman "fleteros" y donde torturan, desangran y destrozan cuerpos, acá, en esta zona ser un duro sigue siendo un modelo de vida. Camionetas de alta gama, reuniones de comandantes de Oficina, discotecas, gimnasios y moteles clandestinos administrados por combos, todo eso se ve en la Noroccidental, por eso asombra su frialdad: la manera cómo naturalizó el hecho, cómo se blinda diciendo que el cuchillo se hundió. En esta zona más niñas han sido apuñaladas, conozco historias de jóvenes lanzadas a las quebradas, justo detrás de la Escuela República de Uruguay, allá en esas mangas violan mujeres, pero también es el lugar del castigo a quién supuestamente algo hizo, es el lugar de encuentro para pelear y matar. La génesis no está en las dos chicas, ellas son apenas una muestra de la tragedia de nuestras comunidades, acá desparecen a diario y a diario se enseña a avergonzar. Hacer el "shampoo" es una práctica que escuché desde mi infancia, ese castigo y tortura pública donde se demuestra poder impregnando pegante en el cabello, esa práctica fue la misma que ayer causó risas en otros estudiantes y parecía tan normal, sí, porque ya lo han visto, ya lo sabían. Este es el país donde se hace viral un vídeo de golpizas, donde también arrastrar un cuerpo es normal. Mucho tiene de responsabilidad la manera cómo se ha asumido el conflicto en este terruño: mafias, oficinas , redes de explotación sexual, trata de personas, secuestros, desaparición, desplazamiento intraurbano, economía illegal exitosa. Lo que vimos ayer en vídeo es apenas una muestra muy pequeña de una realidad dolorosa de Medellín, esa es la otra cara, la que nos mostraron sin edición, la que las administración ha negado por décadas, es la Medellín que no se puede poner facilmente en palabras, es esa la Medellín de la negación y la desesperanza. ¿Qué se les ofrece a la infancia y a los jóvenes?, ¿Cuál es el modelo de ciudad que se muestra?, ¿Quién enseñó a apuñalar?, ¿Quién le enseñó a Alejandra a golpear?, no fue el INEM. ¿Dónde se aprendió la indiferencia?, no fue en el INEM.

También esto me lleva a pensar en la realidad que vivo yo en el día a día. Una realidad muy diferente de la que le ha tocado vivir a estas niñas. Y sin embargo, qué tan incorporada tenemos también esta violencia. Puede que mis alumnas no entierren puñales en el hombro o corten el pelo. Pero han desarrollado la habilidad de enterrar unos puñales muy profundos en el corazón de sus compañeras.

Por medio del rechazo, de la indiferencia, de la burla. De dejar a una compañera sola. Que triste y doloroso me parece a mí ver que llega un estudiante con tarjetas de invitación para su cumpleaños y se las reparte a 23 de los 24 compañeros del salón de clase.

Ver cuando un estudiante se acerca a una mesa para sentarse con otros compañeros en la silla que está vacía y estos le dicen: "Ese puesto ya está ocupado."

Cuando una niña se acerca y le pregunta a otra: "¿puedo jugar contigo?" y por respuesta esta le dice: "Ya voy a jugar con otra y tú no puedes jugar con nosotros."

Creo que unas de las realidades más duras me ha tocado vivirla con los padres de familia. A lo largo de tantos años como docente, siempre, en todas la generaciones, me ha tocado encontrarme con estudiantes con dificultades en su comportamiento. Siempre, de igual manera, como una respuesta me tocan papás que se manifiestan de forma muy violenta oponiéndose a que el estudiante continúe en el colegio.

Hay mucho que hacer en esta sociedad y sin duda alguna el trabajo más grande que tenemos es a nivel político y social en nuestra ciudad. Sin embargo, siempre he sido una firme convencida de que una persona puede hacer la diferencia. De que si una persona cambia, puede llevar a otras personas a cambiar hasta que ese cambio sea notorio.

Creo que también se han dado cuenta por medio de mis reflexiones, que siempre trato de buscar propósitos que podamos aplicar en el día a día. En este momento para mí es muy lejano realizar un cambio en la sociedad de Medellín, que tan triste pero realmente describe este profesor. Pero sé que puedo ayudar a crear un cambio con las personas con las que trabajo hoy en día. Puedo invitarlas a ellas a que se cuestiones y miren qué papel están teniendo ellas en esta sociedad. AL menos puedo intentarlo.

El día de hoy he aprovechado lo que ha sucedido para hablar con mis estudiantes y después de aclarar dudas sobre la noticia, llevarlas a que se pregunten cómo han sido ellas con los demás. Si han "apuñalado" a sus compañeras con sus burlas, rechazos, insultos. Si han sido de los que se han quedado alrededor riéndose o filmando con su celular. O si han sido la niña que se puso de pie para defender a su compañera. También me he preguntado quién soy yo en medio de esta sociedad y de esta comunidad en la que me encuentro.

Fuente: este post proviene de reflexionesdeunaeducadora.blogspot.com, donde puedes consultar el contenido original.
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