Lo que tengo muy claro es que para decorar galletas hay que ir sobrado de un ingrediente totalmente imprescindible: el cariño. Ya puede ser el cariño a quien voy a regalar unas galletas, a quien me las encarga, al tema que las origina, o incluso el cariño a la propia galleta, que un poco hija mía sí que es.
Y cuando es tu preciosa hija pequeña, que cumple tres añitos, la que quiere galletas, el corazón se te acelera y te late de emoción con cada átomo de azúcar glas. ¡Unas galletas para mi maravillosa Irene! Como ella insiste en que ya no es una bebé, sino una mayor y prinsesa sirenita, su mamá le galleteó unas cuantas bonitas sirenas con todo el cariño del mundo.
Hacía mucho que no decoraba galletas tan infantiles, pero he decidido que voy a hacerlas más seguido porque me encanta. Además, creo que estas son un ejemplo de galletas muy doctorcookies, porque reúnen varios de mis factores favoritos; un cortador algo modificado -el de Alice in Wonderland-, unos colores bien combinados, un poco de bolígrafo comestible para hacer detalles -las colas de las sirenas- y un toque extra de brillo perla.
Mi pequeña Irene es un público bastante fácil, porque le encanta comer las galletas que hace su mamá. Pero creedme si os digo que éstas le han encantado y hasta se emocionó un poco cuando las vio. Creo que al contemplar las sirenas, el cariño con que estaban hechas le llegó de inmediato. ¡El ingrediente secreto que nunca falla!
Creo que en esta vida hay que poner pasión y cariño a todo lo que hacemos. Yo soy bastante buena en eso; me sacudo los miedos y sumerjo hasta arriba en todo lo que hago -a pesar de que los batacazos que me llevo también son de aúpa-. Pero esto lo aprendí de mi increíble madre y espero ser capaz de transmitírselo a mis hijas. Echarle cariño hasta al cambio del rollo de papel higiénico.
Mi preciosa sirenita Irene tiene por su carácter mucho ganado. Con esa sonrisa maravillosa y sus ricitos locos al viento disfrutó la fiesta con esa clase de intensidad que sólo conocen los niños. Se cantó happy birthday a sí misma, se bebió el zumo sin respirar, abrió todos los regalos conforme se los dieron y saltó entre las bolas de colores como si no hubiera un mañana.
Juzgad vosotros mismos. Si esta sirenita de 3 años no merece que le lleguen toneladas de cariño por todas partes.
Feliz cumpleaños, pequeña Irene. Mi preciosa princesa sirena.