¿Existe un desayuno mejor, en una mañana tranquila, que unos buenos huevos benedictine? Yo creo que no. Su bagel tierno, su lonchita de bacon (o de salmón), el huevo escalfado y, coronando, la salsa holandesa recién hecha. Es insuperable. ¿Y sabéis lo mejor? Es muy sencillo. Hoy vamos a acabar con el mito. Hacer unos huevos benedictine está al alcance del cocinero más inexperto. Y la salsa holandesa también. Os lo aseguro. ¿Queréis verlo?
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