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'¡Qué bien lo has hecho!' ¿Son útiles las alabanzas en la educación?

Hace unas semanas escribí sobre las tablas de recompensa en los niños y dí mi opinión sobre los premios como manera de lograr que los niños aprendan cosas, pero me quedaron un tipo de premios sobre los que hablar: Las alabanzas. 

Este es un tema que cuesta de entender porque lo tenemos tan interiorizado que no vemos ningún tipo de mal en decirle a un niño "qué bien lo haces" o "qué dibujo tan bonito!". A mi me ha costado mucho cambiar las frases que les decía a mis hijos. Yo era de las que cuando se metían una cucharada en la boca solos les hacía la ola, de las que cuando se acababan todo el plato les aplaudía y les decía: "bien, bravo". 

Alabar es premiar con palabras al niño cuando ha hecho algo bien. 

Cuando un niño ha hecho algo bien y le premiamos diciéndole "qué bien lo has hecho", "te mereces un premio", "que bueno eres", estamos condicionando su conducta a esas frases que le decimos. Al principio el niño se sentirá bien por recibir esas alabanzas (a nadie le amarga un dulce), y sabrá que  si vuelve a hacerlo le volverán a repetir esa frase....pero...¿Por qué va a querer repetir esa conducta? ¿Sabrá el motivo real de porqué está bien lo que ha hecho? ¿Qué pasa si le sale mal la próxima vez? ¿Solo le diremos estas frases que le gustan cuando haga algo bien? ¿Entonces, nuestra aprobación dependerá de que las cosas les salgan mejor o peor?

Las alabanzas pueden funcionar muy bien a corto plazo, pero a la larga pueden crear dependencia y miedo a equivocarse. Es muy sencillo que un niño crea que su valor como persona depende del resultado de lo que haga y puede tener miedo a equivocarse por pensar que si lo hace mal y no recibe una alabanza eso significará que ya no tiene valor como persona. 



Hasta aquí podemos sacar una conclusión: "Vale, las alabanzas no son buenas porque crean una dependencia. Cuando los niños sean mayores y vayan a trabajar, su jefe no se va a pasar el día diciéndoles lo bien que hacen cada una de las cosas que hagan y pueden creer que no lo están haciendo bien y sentirse inseguros".

Ahora vamos a liar un poquito más el asunto. Uno de los principios de la Disciplina Positiva es la motivación. Es el alimento de los niños, la gasolina que los impulsará a querer aprender más y a portarse mejor. Un niño motivado no necesita portarse mal. Entonces.... ¿motivación no significa decir "qué bien lo haces"? 



Motivar es animar a la persona a realizar acciones y a persistir para conseguir alcanzar una meta. 

La motivación es completamente interna, depende de cada uno de nosotros ya que surge desde el interior. Es la fuerza que nos va a impulsar para conseguir un objetivo. Con los niños, podemos ayudarles a generar esa motivación si logramos que no sientan miedo al fracaso, si les animamos a esforzarse y a no rendirse, si centramos la atención en el proceso y no en el resultado, en definitiva, si cambiamos las alabanzas por la motivación. 

La motivación no está sujeta a lo que haga el niño, podemos decirle frases motivadoras tanto cuando acierta como cuando se equivoca, ya que el resultado no es el principal objetivo de la motivación. La motivación persigue que el niño tenga ganas de seguir intentándolo, de hacerlo mejor, de aprender más, de que se sienta importante y que note que confiamos en el. 

Algunos ejemplos para que puedas ver la diferencia entre motivar y alabar. 

"¡Qué dibujo más bonito!" (alabanza). 

"Has utilizado muchos colores para pintar este dibujo". (motivación).

"Qué buena nota. Te mereces un premio". (alabanza).

"Esta nota refleja tu esfuerzo". (motivación).

"¡Qué bueno eres! Has recogido todos los juguetes". (alabanza).

"He visto que has recogido los juguetes, ¡así no los pisaremos!". (motivación).

Estos son solo ejemplo míos, inventados ahora mismo. Tu tienes que encontrar tus propias frases motivadoras, aquellas con las que te sientas bien, que no te cueste decirlas. Han de sonar tan naturales como cuando estás en la mesa y le pides a alguien que te pase el agua. Te animo que hagas tu propia lista de frases, y que cambies las alabanzas por frases motivadoras que le den ganas al niños de seguir esforzándose y de hacerlo mejor. 

Un truco (o filtro) para saber si lo que vas a decir es motivador es preguntarte si  la frase que vas a decir está describiendo algo objetivamente y que no sea una opinión tuya (no sea un juicio). 

Otro truco para evitar las alabanzas y utilizar más la motivación es usar las preguntas: "¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes?"...

Utilizar el "He visto" o "He notado que" también es una buena manera de motivar: "He visto que has hecho todos los deberes seguidos", "He notado que te gusta como te ha quedado tu dibujo"...  A los niños les encanta que les "veamos": "mamá mírame como me tiro por el tobogán", "mamá, ¿me has visto?"... el que les veamos hacer las cosas es para ellos una prueba real y tangible de que les prestamos atención. Si les ofrecemos algún detalle "objetivo" sobre lo que han hecho les demostraremos que le estábamos mirando con atención. 

Por último, dar las gracias por algo es una buena fuente de motivación "Gracias por tu ayuda", "Aprecio mucho tu ayuda".... Es algo muy sencillo y una buena manera de reconocer esfuerzos. 

¿Te animas a hacer tu lista? Este es un ejercicio que siempre recomiendo en mis sesiones personalizadas de disciplina positiva, porque al ponerlo en papel podemos pensar en otra frase y luego practicar, hasta que poco a poco nos vayan saliendo de manera natural. No se trata de tener una frase para cada "ocasión", de hecho verás que empiezas a decirles menos cosas cada vez que hace algo correctamente porque habrás eliminado las alabanzas. Y ante la duda, el mejor aliado, siempre es el silencio.

Antes de terminar el artículo quiero hacer una diferenciación entre las alabanza y los "piropos" (por decirlo coloquialmente) que les decimos a los niños. Esta diferencia es una reflexión propia a la que llegué después de hablar mucho con Ana, mi amiga de Mama de verdad. Los piropos los entiendo como esos momentos en los que por que si y por que te da la gana, le das un beso al niño, le dices lo guapo que es, lo listo, y lo todo, y te lo comerías a besos. Esos "piropos" son muy saludables, y cada mamá y papá (según su propio carácter) los dirá más o menos veces a los niños. No son éstas las alabanzas que hay que eliminar, no. Estos piropos no están sujetos a que el niño haga algo bien, los damos porque si y sin esperar nada a cambio, y son muy saludables para los niños, ya que les demostramos que los queremos tal y como son, sin condiciones.  

Creo que con este último detalle queda algo más claro la diferencia entre motivación y alabanzas, aunque, de todos modos, es un tema que da mucho si y que requiere de muchos ejemplos que así por escrito es un poco más difícil de hacer llegar, pero espero que os resulte útil e inspirador este artículo. 

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