Alfred Adler sostenía que el sentido de pertenencia está detrás de toda conducta inapropiada de los niños, ya que en busca de cubrir esta necesidad, los niños toman malas decisiones y se comportan de modos inapropiados. Sentir que somos parte importante y útil de un grupo es una necesidad que todos tenemos, no solo los niños:
¿Te has sentido alguna vez excluido de un grupo de amigos?
¿Has experimentado la sensación de no “conectar” con el equipo de trabajo en alguna empresa?
¿O has pensado alguna vez que en cierto grupo no te tenían en cuenta?
¿Cómo te sentías?
Muchos niños experimentan esa sensación en sus casas y en la escuela, e intentan a toda costa satisfacer esa necesidad porque sus instintos primitivos le dicen que lo necesita para sobrevivir. ¿Imaginas todo lo que es capaz de hacer para sentir que su vida no está en peligro? (el cerebro no distingue que actualmente la vida no corre peligro, tan sólo responde a las emociones que se han generado).
Nuestro primer grupo de referencia es la familia en la que nacemos. Después van ampliándose los grupos al aparecer la escuela, el grupo de amigos de referencia, el trabajo, etc. En cada grupo nuestro comportamiento estará encaminado a formar parte y a que no nos dejen de lado. Y además de ser parte de ese grupo, necesitamos sentir que pertenecemos de verdad, que somos un miembro apreciado y útil del grupo, porque si no estamos aportando nada a nuestro grupo ¿quién sabe si cualquier día deciden abandonarnos? Al no sentir que pertenecemos y que somos importantes para el equipo, se activa un miedo a ser abandonados, a quedarnos solos, en última instancia…a la muerte. Y la función del cerebro es sobrevivir, así que toca buscar soluciones a este problema.
Esta necesidad responde a un instinto muy primario, es algo muy inconsciente, pero existe y realmente nos mueve y remueve.
En la película “Los pingüinos de Madagascar” puedes ver un ejemplo de la búsqueda de sentimiento de pertenencia muy clara. El pingüino más pequeño, Private, se pasa la película repitiendo que él tan sólo quiere ser un miembro apreciado y valioso del equipo. Los demás creen que no tiene mucho que aportar y lo usan en muchas ocasiones de “cebo” puesto que no pueden darle ninguna función importante. Private se siente triste en muchas ocasiones y desesperado por no poder contribuir de forma valiosa para el equipo. Finalmente en la película, el pingüino encuentra en qué es valioso para su equipo y por qué sí es una pieza fundamental para el equipo tal y como es (y los demás también se dan cuenta de eso). Te recomiendo que veas la película, que además ¡es muy divertida!
Ahora volvamos a los niños y vamos a centrarnos en las conductas que surgen como respuesta a la necesidad del sentimiento de pertenencia. Supongamos que ante una conducta de un niño que nos preocupa hemos descartado que la causa sea una necesidad física, falta de maduración, el malestar emocional o simplemente que sea una conducta completamente normal para su edad.Entonces es muy probable que el niño necesite sentir que pertenece y que es un miembro importante y apreciado de su “equipo” (familia, clase, amigos.).
La pertenencia es otra necesidad emocional que tiene el niño fruto de la vida en sociedad.
Los niños buscan sentirse incluidos, parte del grupo en el que se encuentran, útiles para los demás, que los tengan en cuenta, sentirse válidos. Necesitan saber que necesitamos su ayuda, quieren participar en todas las tareas, ser autónomos, hacer cosas ellos solos o ayudarnos a hacerlas. Es fácil ver como desde bien pequeñitos se despierta en ellos las ganas de contribuir…
Hacia el año o año y medio en los niños se despierta el deseo de hacer las cosas ellos solos y poco después nace el deseo de ayudar. Cada niño tiene su ritmo y algunos empiezan antes y otros después. ¿Qué ocurre cuando un niño o una niña de 12 meses quiere tomar sopa solit@ con la cuchara? Que normalmente no le dejamos porque lo pone todo perdido. Quizá le intentamos enseñar y a veces no tenemos suficiente paciencia para esperar a que aprenda. Quizás nos apresuramos a ayudarle y a rescatarle de su “lío”…. Este es el motivo por el que los niños suelen abandonar el deseo de hacer las cosas por si solos y quieren que les den de comer o que los vistan a edades que ya podrían hacerlo muy bien solitos. El problema es que han desarrollado el sentimiento o mejor dicho, la creencia, de que no son válidos y que no pueden hacerlo.
Cuando los niños no tienen este sentimiento de pertenencia, cuando creen que no son útiles para el grupo, lo buscan llevando a cabo conductas que creen que les van a resultar útiles para lograrlo. Y lo buscan porque aún no se han rendido y quieren sobrevivir, su instinto animal les dice que tienen que formar parte de ese grupo o si no podrían morir (del mismo modo que de bebé su instinto les hace llorar cuando les ruge la barriga porque si no podrían morir por falta de alimento).
En esta búsqueda de pertenencia, los niños caen en lo que Rudolf Dreikurs (1897-1972) llamó “Metas equivocadas de la conducta”. Dreikurs decía que el niño desarrollaba una creencia equivocada sobre sí mismo y entonces actuaba conforme a esa creencia para conseguir una meta: ser tenidos en cuenta.
La Disciplina Positiva nos explica muy bien cómo se desarrollan estas creencias, cómo podemos descubrirlas y cómo podemos actuar para que no se perpetúen y el niño encuentre el modo adecuado de satisfacer su sentimiento de pertenencia.
(Puedes leer más sobre Disciplina Positiva en este enlace)
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