Con esto no estoy hablando sólo de decisiones serias como puede ser un pelea o discusión con alguno de sus compañeros. Lo que más me asombra es que es frente a situaciones cotidianas y ordinarias, los estudiantes tienen dificultades para saber cómo resolverlas. En un día, es común que se me acerquen estudiantes con este tipo de cuestionamientos: se le quebró la punta al lápiz y se me acerca extendiéndome las dos manos con el lápiz y el sacapuntas, preguntándome: "¿Qué hago?" Se le acaba la hoja y me pregunta: "Se me acabó la hoja, ¿qué hago?" Al darles la indicación de copiar algo que estoy escribiendo en el tablero: "¿Escribo con lápiz rojo o negro?" "¿Puedo hacer el dibujo con la hoja acostada?" Terminan de comer algo y con la basura extendida me preguntan "¿Qué hago con la basura?"
Si esto es así con estas situaciones cotidianas, pueden imaginarse como son con situaciones aún más complejas, como puede ser una discusión con alguno de sus compañeros, la realización de sus tareas o preparación para un examen.
Yendo a la raíz de las características de estos niños, los diferentes estudiosos hablan de un nuevo término que es la hiperpaternidad. La hiperpaternidad nos habla de unos padres que no permiten que sus hijos se enfrenten a las responsabilidades que deben tener como hijos y en pocas palabras les están haciendo todo: les cargan la mochila hasta el carro y si los llevan al colegio, casi hasta el salón de clase, ellos no tienen el más mínimo conocimiento de lo que es tender una cama, llevar la ropa sucia a la canasta o a la lavadora, lavar unos platos. Inclusive en cuanto a su arreglo personal, no saben enjabonarse, secarse, vestirse, lavarse los dientes, ya que todo esto siempre ha sido hecho por sus padres o por una nana.
En una reunión de padres de familia, hablando de este tema, un papá justificaba este hecho diciendo que su hijo la única responsabilidad que tenía era el colegio, pero ahora ni siquiera eso. Lo más común es que los deberes sean realizados por los padres de familia, una vez que los han consultado en los grupos de Whatsapp. Indirectamente le están enseñando a sus hijos, que ni siquiera eso, las asignaciones escolares, son responsabilidad de ellos, sino que es compartido con los padres. Y así en caso de un fracaso, los niños no asumirán las responsabilidades, sino que también tendrán a quién culpar. Si "perdimos" el examen de matemáticas, debe haber algo que mis papás hicieron mal.
Aunado a todo esto, la periodista Eva Millet nos habla de otra característica que es el hablar en plural. Ya no son los niños los que tienen un examen de matemáticas, los hiperpadres les dicen a los niños: "Tenemos examen de matemáticas", "Perdimos la tarea de español".
Ahondando en el por qué de esta nueva forma de ser de los padres de familia, se encuentra como razón principal que los padres de ahora no quieren que sus hijos sufran, ni pasen por ninguna dificultad ni tengan que enfrentar ningún problema. Y esto es imposible.
Debido a esto es que los padres de familia cuando perciben que su hijo se enfrenta a cualquier problema o dificultad, salen al paso para resolverlo. Los papás hacen las tareas, porque es inconcebible que su hijo comenta un error y por esto reciba una mala nota (lo que más me desconcierta es que para mucho padres actuales, cualquier nota que no sea la máxima, es una mala nota). En innumerables ocasiones me ha tocado recibir llamadas de padres de familia para contarme que su hija peleó con una amiga en el colegio y me preguntan: "¿ Qué vas a hacer tú?" o los más demandantes, van directamente a que qué le voy a hacer a la otra niña que trató mal a la suya. Cuando les contesto que voy a hablar con ambas para darles estrategias de resolución de problemas, se quedan sorprendidos, porque no es lo que ellos desean.
Los grave de esta situación, es que no se están cuenta que al ellos tomar los problemas de sus hijos en sus manos, no les están enseñando a enfrentarlos. Esto impide que los niños crezcan desarrollando las estrategias y habilidades para ser exitosos en la vida y para poder superar las dificultades que se presentan.
Con algunos padres de familia con los que me siento con más confianza para conversar de este tipo de situaciones, los llevo a que miren más allá y les pregunto:
Cuando tu hijo tenga 18 años y lo deje la primera novia, ¿vas a ir a decirle a la niña que debe volver con él, porque lo está haciendo sufrir? Probablemente no. Y aunque lo hagan, probablemente la novia no vuelva con él. Si al niño no se le ha enseñado a afrontar este tipo de situaciones, lo más seguro es que no va a saber salir adelante y se va a sumergir en la tristeza. Lo que los padres y educadores debemos hacer, es enseñarle a salir adelante de las situaciones que le causan tristeza, para que pueda hacerlo más adelante.
Y así con innumerables situaciones que como adultos sabemos nos afectan e impactan de forma negativa y que hacen parte de la vida. Hay que llorar un poco. Hay que aceptar que es imposible que haya una vida perfecta y que junto con las alegrías, la satisfacción, el éxito, siempre habrá momentos de tristeza, de sacrificio, de fracaso.
Los sociólogos han comenzado a hablar de esta generación como la generación de cristal, porque estamos educando niños tan frágiles que ante cualquier avatar, es muy probable que se quiebren.