Las etiquetas en los niños solo sirven para cortarles las alas…

Mi vecino del tercero es muy feo y un poco soso. Tiene una cara de granuja que aunque apenas le conozco ya se de que pie cojea, intenta ser simpático pero yo creo que lo único que quiere es llamar la atención.
Su mujer es una tragaldabas, le sobran muchos kilos y es seguro porque no sabe controlar lo que come, además siempre que nos cruzamos se le ve que va de listilla.
Tienen dos hijos varones, uno es un trasto, un pre adolescente de esos que sabes que en cinco años temerás cruzarte por la escalera. Y el mayor un pintas, con cara de delincuente.

Tenemos otra vecina, la del sexto, con unas pintas de golfa! Nada mas cruzarte con ella en el ascensor te queda claro de que va, esta tiene que ser bien conocida por ciertos círculos, si no hay mas que mirarla! Y su marido? Un calzonazos!!! Sólo dejarla vestir así ya deja claro que lo es!

En el bar nos cruzamos muchas veces con Pablo e Irene, tienen un niño Adrián, de 4 años, vaya tres!! Pablo es un cansino! No para de hablar, y ella sin embargo no habla ni te mira, dice que es tímida pero yo creo que es una estirada, ni que le debiera algo! Y el niño? No para quieto! Como poco es hiperactivo! Su padre se pasa el día diciéndole que si es tonto, y yo creo que va a llevar razón.

Y la cajera del súper? Es una enterada, con una cara de cotilla… No hay mas que verla, seguro que es una lianta. Si es que ya lo decía mi padre: La cara es el espejo del alma!

Nuestro pediatra no nos escucha, yo creo que tiene problemas sexuales, si se le ve en la cara de amargado que tiene! Se esconde detrás de las gafillas y te mira por encima, seguro que es un falso y no tiene vocación, no hay mas que verlo!!!

A que leyéndome ahora mismo te acabo de parecer irracional a la par que imbécil? Pues eso es lo que somos cuando etiquetamos a un niño.
A que no te parece coherente etiquetar a las personas? Pues resulta que tus hijos también son personas, así que no los etiquetes.

Sales de casa a diario, y a diario te cruzas con un vecino, que si te ve consolando al pequeño le cataloga de llorón, no sabe que acaba de caerse. Llegamos al pediatra y dirá de la niña que es una quejica porque acaban de ponerle la vacuna.
En el súper la cajera al ver a mi hijo pidiéndome que le compre galletas le tacha de malcriado y malo, y lo acompaña con un no paras quieto, es hiperactivo?
Este es el día a día de muchos niños, los de verse continuamente juzgados y etiquetados.

Cuando mi vecino, la cajera del súper, mi vecina del sexto, mi cuñada, Pablo, Enrique o Irene etiquetan a mis hijos, nos conozcan o no, tengan relación o no con nosotros, me parecen eso, imbéciles!

Porque con sus palabras, con las que emplean con sus propios hijos los matan a diario un poquito, les cortan las alas.

Llorón, malo, revoltoso, trasto, hiperactivo, tonto, desobediente, listillo, hablador, tímido…
Tus hijos, los míos, creen todo lo que les decimos, porque somos el espejo en el que se miran.
No los etiquetes, guárdate tus impresiones para ti mismo, son niños, cambiantes, en constante aprendizaje, no les hagas creer lo que no son, no les hagas serlo.

Gordo, comilón, flaco, mal comedor, tonto, revoltoso, malo, liante, bruto, miedica, burro…
Lo escuchamos a diario como algo natural, como si en lugar de personas pequeñitas fuesen cosas a las que adjetivar.

Da ejemplo, no etiquetes a tus hijos, y sobretodo, NO ETIQUETES A LOS MÍOS.

 
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