Esta entrada lleva mucho tiempo escrita, y no se porque nunca la publiqué, hoy toca.
Aunque es curioso leerme en la distancia, hoy no hago tándem, amamanto a un bebe de casi 7 meses, y a veces a una niña de 3 que cuando se siente destronada pide con cara triste una tetita, aunque hace mas de un año de su destete, y que olvidó la postura para mamar, a veces pide, y poco a poco ha ido aprendiendo de nuevo.
Pero no es un tándem, es algo esporádico, como las tres veces que mi hijo de cinco años recién cumplidos ha pedido teta tras nacer su hermano, y no, no podía negarle leyendo en sus ojos tristes y resignados a un no…
Esta es mi historia.
Simplemente.
La historia de una lactancia en tándem y con ello no pretendo aleccionar a nadie para que dé el pecho o no, o para que lo comparta, ni con mi experiencia pretendo criticar a quienes no dan teta, a quienes por elección o necesidad han tomado el camino del biberón, para mi absolutamente respetable.
No quiero que nadie se ofenda por mi historia, tan solo quiero compartir una parte de mi maternidad, por el hecho de apetecerme poner palabras a lo que muchas veces he hablado y compartido con quienes me rodean.
Esta es solo mi historia. Una más, de una madre más.
No soy experta, ni asesora, pero tengo la formación del bagaje que dan cinco años de lactancia…
No, no es fácil.
Aunque muchas veces hablemos de ello desde la ilusión poniendo como ejemplos los días maravillosos en los que todo fluye. Disfrutaras de algunos ratos, en otros te sentirás cansada y harta.
Tendrás fotos de portada en un abrazo permanente con tus hijos, y noches en vela para regalar.
Sentirás momentos de amor incomparables, y otros en los que la agitación de amamantamiento te hará necesitar ponerle fin a la lactancia.
Todo es válido, todo es probable.
En algo tan natural como dar el pecho hay vertientes muy distintas y todas aptas
Conozco a madres que aunque lactan a más de un bebe no pueden hacerlo a la vez, otras que amamantar a los dos juntos les supone un descanso, un oasis de sofá y calma.
Hay madres que deciden destetar justo antes de la llegada del siguiente, por cansancio, aprovechando la baja producción durante el embarazo, acosadas por la sensibilidad provocada por las hormonas que pueden suponer molestias, dolor, agitación?
Hay niños que se destetan naturalmente durante el embarazo, ya sea por la falta de leche, o por el cambio de sabor de esta, o simplemente porque intuyen la actitud, muchas veces de rechazo ocasionada por las molestias de la madre.
Hay madres que destetan durante el embarazo porque están cansadas y sienten molestias psíquicas y físicas importantes.
Yo he tenido dos embarazos lactando.
Y dos historias completamente distintas.
Tras mi segundo embarazo hicimos tándem.
En nuestro caso durante el segundo embarazo mi hijo no se destetó, aguantó estoicamente durante los nueve meses, pese a bajar la producción, a que había días que notaba algo distinto, a mis molestias y a veces mi necesidad de negársela durante un rato.
Pese a todo, se mantuvo.
Mi experiencia en general ha sido muy bonita, malos ratos también ha habido.
Han sido diecisiete meses de tándem ininterrumpidos, con un destete progresivo del mayor mientras la pequeña siguió mamando.
No llegué al tándem por buscarlo, simplemente cuando llegó mi segundo embarazo era muy pronto para mi hijo abandonar su teta.
A punto de parir me di cuenta que era improcedente destetarle, porque la llegada de su hermana ya supondría bastante cambio.
Fue además una época en la que mi hijo me necesitaba más que nunca, con crisis por separación en auge.
También me planteé en el caso de que la recién llegada tuviese unos comienzos tan duros como su hermano, abandonar la lactancia materna para ella y ofrecerle fórmula, ya que no me sentía capaz de un comienzo de lactancia agotador y pesaroso, en el que dedicar buena parte del día a intentar alimentarla y dejar de lado las necesidades del mayor.
En el tándem también juega un rol importantísimo los sentimientos de la madre.
El segundo embarazo aunque hermoso, y relativamente tranquilo (ya no hay sobresaltos de mamá primeriza) te enfrentas a mil dudas sobre si serás capaz de amarlos por igual, si darás de ti misma para abastecer de amor, cuidados y contacto a los dos, si dañarás al mayor destronándole de su reino, haciéndole compartir.
Sólo deciros que una madre no comparte sino que multiplica, esos miedos serán superados en cuanto descubras la inmensidad que guardas dentro de tu corazón.
Los comienzos del tándem para nosotros han sido simplemente fáciles, no nos surgieron problemas posturales o de frenillo, como en el primero, por producción no hubo problema nunca, ni crisis de crecimiento, mi hija nació con el camino hecho, una producción mayor a su demanda, desde los primeros días aprendió a mamar rápido, dándome tiempo para dedicarme a ambos y pudiendo disfrutar de la tranquilidad de saberlos alimentados y tranquilos.
Sin crisis por crecimiento, ni momentos en los que lo sientes hambriento.
Mi hijo con dos años recién cumplidos estuvo las dos primeras semanas sin comer, exclusivamente con lactancia y engordó un kilo en estas dos semanas. Ella crecía a un ritmo bestial.
Comencé a darle la primera tetada de subida a él (mas acuosa) y cuando sentía medio vacío el pecho se lo ofrecía a ella, porque pensé que así la alimentaba mejor.
Nos ha ido bien, aunque tal vez algún experto se ría de las locas ideas de una madre.
Gracias a la lactancia compartida desde el primer día Princeso comprendió que no era una usurpadora, sino una compañera que había llegado para quedarse, compartir ese momento tan íntimo nuestro ha servido para afianzar una relación de hermanos que cada día es más intensa e increíble.
Seguro que con otro tipo de lactancia sería exactamente igual, pero en este caso he tenido la suerte de sentirme parte del proceso, simplemente el nexo de unión no sólo sentimental sino tangible.
Los descansos nocturnos han sido difíciles para mí, al menos al principio aunque progresivamente el mayor de fue destetando de las tomas nocturnas, el comienzo con dos bebes a demanda no es fácil, y se acusa mucho la falta de sueño, aunque a su vez se compensa con las siestas múltiples.
El tándem ayudó y mucho a quitar los celos por falta de tiempo o atención al mayor, que se volvió más demandante, nada tan fácil como ofrecer el pecho ante cualquier pequeña crisis.
El tándem simplemente parte de nuestra historia…
Lactancia en tándem.
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