Si bien puede parecer que las diferentes vivencias en el tercer embarazo son previsibles, porque contar con la experiencia de dos embarazos anteriores tiene que servir de algo, lo cierto es que nunca es tarde para las novedades.
Es lo que me sucede con la lactancia materna. Si alguna vez pensé en la posibilidad de lactar durante un embarazo, como el mayor se destetó antes de buscar un nuevo bebé y con la pequeña casi di por finiquitado el asunto de ampliar la familia, había descartado por completo la posibilidad de compatibilizar ambas experiencias.
Sin embargo, como no se puede decir que no, la vida me ha dado la oportunidad de mantener la lactancia materna con mi hija durante este tercer embarazo. Curioso, cuando hace ya mucho que superamos el destete nocturno y cuando planeaba en mi cabeza la idea del destete definitivo, espaciando las tomas, no ofreciendo no negando, o como quien dice, haciéndome la despistada cuando mi hija pedía su tetita.
Pero de repente me entero de que estoy embarazada y salta un click dentro de mi. No es solo la posibilidad de lactar durante el embarazo, sino la de llevar a cabo algo que también tenía totalmente descartado: la lactancia en tándem. Y confieso que es algo que me motivó mucho, una experiencia que siempre he querido vivir para contarla y que ya daba por imposible.
¿Cómo está siendo mi lactancia durante el embarazo?
No puedo decir que esté siendo fácil ni que esté disfrutando de ello. Tampoco es que me esté complicando la vida ni que sea una tortura. Es una situación muy confusa y contradictoria, quiero darle el pecho a mi niña pero llegado el momento estoy deseando que lo suelte. Y es que el embarazo te vuelve sensible y vulnerable tanto a nivel físico como emocional, provocando sensaciones encontradas que te hacen disfrutar e incomodar a partes iguales.
Las principales molestas de la lactancia durante mi embarazo son:
- Sensibilidad en los pezones: Es lo que más estoy sufriendo. No recuerdo si lo sentí en el primer embarazo, en el segundo sí lo recuerdo perfectamente, el simple roce me provocaba molestias muy incómodas, si ya más que roce era presión (algo frecuente cuando tienes un hijo de dos años y medio que se lanza a tus brazos) la molestia pasaba a ser dolorosa y muy desagradable.
En este tercer embarazo esa molestia es lo que más me joroba el momento de la lactancia. Al momento de engancharse mi niña siento un dolor punzante durante unos segundos que me dan ganas de no volver a dar teta en toda mi vida. De hecho, me recuerda mucho al dolor por un mal agarre del bebé al comienzo de la lactancia. Unido a que en ocasiones, por comodidad, mi hija me hace el cepo (atrapar el pezón con los dientes sin llegar a morder), lo que lo hace aún más incómodo. Pasados esos segundos podemos seguir con la toma, pero confieso que esa molestia es una auténtica puñeta.
- Bajada de producción: Si bien hasta las 6 semanas aproximadamente no noté cambios, a partir de ese momento parecía que la lactancia llegaba a su fin. Mi niña se enganchaba, succionaba, soltaba, miraba la teta con cara rara, volvía a engancharse, soltaba de nuevo y me decía "mami, ya no sale leche, se ha acabado". Consulté diferentes fuentes, lo comenté en grupos de apoyo y con mi matrona y, efectivamente, el embarazo puede disminuir la producción de leche, lo que en muchas ocasiones revierte en un destete no previsto.
En nuestro caso, mi hija no desistió de seguir mamando pese a que no saliera ni una gota -doy fe ya que nunca me ha costado que saliera leche apretando un poco el pezón y en esta ocasión no salía ni una gota -, todos los días me decía "mamá, vamos a probar si hoy sale leche de la tetita", y desde hace unas semanas mi producción ha vuelto, no se si en la misma cantidad que antes, pero salir, sale leche.
- Agitación del amamantamiento: es la peor de las sensaciones que estoy viviendo. Es un quiero y no puedo, un quiero y no quiero, o un puedo y no quiero. Me encanta el momento de tener a mi hija en el pecho pero mientras mama me siento incómoda, molesta, siento auténtico rechazo y solo deseo que acabe. Y me siento mal no solo por la molestia física sino por llegar casi a odiar de manera totalmente involuntaria ese momento.
Para ello, lo que hago es negociar con ella. Cuando me pide tetita le explico que me duele y que le doy pero solo un poquito de una, que no puedo más. Y se conforma. A veces, si está cansada, soñolienta o tiene mal cuerpo aguanto un poquito más, pero normalmente teteamos con al condición de "un poquito y ya". Y mi niña se conforma con eso.
¿Por qué no desteto a pesar de ello?
Pues por dos motivos: porque me gustaría vivir una lactancia en tándem, y porque mi niña tiene mucho apego por su tetita y no quiero quitársela en contra de su voluntad y que lo asocie al futuro bebé.
No quiero que deje de mamar porque se que si se desteta en cuestión de días no se acordará de lo que es y ya no habría posibilidad de lactar en tándem. Aunque hay niños que se reenganchan tras el nacimiento del bebé, es algo que veo poco probable.
No quiero que deje de mamar porque me parece injusto quitarle el pecho ahora, si ya se va a sentir destronada por dejar de ser la pequeña, más puede sentirse si ve que le he quitado algo que aprecia tanto para que lo disfrute solo el bebé.
No quiero que deje de mamar porque creo que la lactancia en tándem puede ser una experiencia muy bonita, que comparta su teta con su futur@ hermanit@, una experiencia que dudo tenga una nueva oportunidad de disfrutar en la vida.
Si tenía en mente el destete antes de saber de mi embarazo, en cuanto vi el positivo pensé en la ventaja de que mi hija mayor siga lactando cuando de a luz. Y es que mi relación con el sacaleches es de odio, por lo que me puede ser de mucha ayuda que mi niña mame cuando me note muy congestionada al comienzo del nuevo período de lactancia.
Como dato curioso, consultando la web de referencia en lactancia materna de Alba Lactancia, os copio un párrafo con el que obviamente me siento plenamente identificada.
El perfil de la madre que sigue amamantando embarazada es de una mujer casada, de 35 años, con nivel de estudios alto, con más de dos hijos y que asisten a grupos de apoyo a la lactancia materna.
O sea, yo mismamente, no lo podía haber dicho mejor. Así que mientras pueda intentaré que sigamos disfrutando de nuestro momento, aunque solo sea unos minutos al día, o a veces ni eso. Porque se que si decidiera un destete, me sentiría peor, me arrepentiría con total seguridad, y a estas alturas de la vida prefiero arrepentirme por lo que he intentando hacer y no por lo que he dejado de hacer o ni siquiera me he planteado.
Ahora que la vida me ha dado la oportunidad de vivir la lactancia durante el embarazo y en tándem, quiero aprovecharla. No quiero arrepentirme de no hacer algo que se que no volveré a tener oportunidad de llevar a cabo, mientras no suponga un riesgo para mi embarazo, por supuesto. En el fondo, pese a lo mal que parece que lo pinte, no es tan terrible. Eso, o que "sarna con gusto no pica".
Éste será mi último embarazo, mi último bebé, mi última oportunidad de vivir aquello que no pude experimentar en mi maternidad.