Los adolescentes de hoy, son los niños de ayer y los hombres de mañana.

Soy una lectora incansable de blogs, me gustan porque me parecen la forma más cercana y real de conocer opiniones y vivencias de otros y aprender de una forma real y cercana.
Me gustan además los blogs profesionales, relacionados con la educación y la infancia.
En la ultima semana se han hecho eco de una noticia en la que pediatras de distintas asociaciones y países están a favor de retrasar los horarios de entrada a clase de los adolescentes, El Blog de Gema Lendoiro , también desde la pagina de Pedagogía Blanca se han hecho eco de la noticia. Han corrido como la pólvora por redes sociales…
Pero hoy no quiero darle mas vueltas a la noticia, aunque personalmente estoy absolutamente de acuerdo, no soy experta ni formadora, no puedo aportar nada nuevo, lo que me ha sorprendido, y mucho, es el concepto que he ido vislumbrando desde las redes sociales al comentar el post, los comentarios que he escuchado al hablarlo, y en resumen la pésima imagen que todo el mundo parece tener de nuestros adolescentes.

Personas absolutamente distintas entre si, con distintas formas de educar, con distintas formaciones y culturas, clases sociales…
Todos parecen de acuerdo en una cosa, en vilipendiar a los adolescentes.
Por norma general, son vagos, sucios, caprichosos, necesitan de normas claras y regímenes que les enseñen lo que será el futuro, son irrespetuosos y poco honestos, egoístas, viven por y para ellos, necesitan ser guiados y educados bajo premisas poco menos que militares…

Y una que se acerca peligrosamente a los 40 se sorprende, porque aunque ya hace muchos años de mi adolescencia, aun recuerdo con tristeza la sensación de vivir en mitad de un mundo que da todos esos adjetivos descalificativos por reales y ciertos, recuerdo profesores de instituto que desgraciadamente nos trataban como ganado y otros maravillosos que nos hablaban de tu a tu, aprendiendo de ellos lo que es el respeto gracias a sentirnos respetados.

Esta que soy yo, hoy mujer, creo que de pro, también fue adolescente, también impregnada de hormonas, pero con una mente clara, con una visión del mundo particular y juvenil, muy distinta de la actual, pero con fuerza, con ganas, y sobretodo recuerdo una sensación, la de comerme el mundo, la de tener poder para hacerlo, esa energía, que en muchas ocasiones fue despreciada y amarrada en clases y con personas que no veian el gran potencial de los jóvenes.
Y si, creo que es una etapa difícil, incómoda, para los chavales y para los progenitores, para las familias , pero quien tiene menos empatía?
Ellos o nosotros?
Hay que recordarle a alguien que aquellos locos melenudos de los sesenta y setenta cambiaron el mundo años después?
Alguien duda que aquellos jóvenes sin futuro ochenteros y noventeros de movidas y bakalao son hoy los profesionales, los vecinos, los amigos que nos rodean?
Por qué no creer en nuestros adolescentes? No lo fuimos nosotros también? Y si, se perdieron muchos en el camino, ley de vida supongo, aunque también falta de empatía, de educación, de acompañamiento…
Pero quedaron muchos para demostrar que se habían equivocado, que crecieron y se conviertieron en presente.

Y me sorprende cierto tipo de comentarios sobretodo en personas que siguen líneas de corriente respetuosa, de educación alternativa en las que se tiene muy en cuenta la mente, los sentimientos y la toma de decisiones en los bebes y niños.
Qué ocurre? Estas corrientes ya no son válidas cuando se cumplen 12 años? Dejan de ser personas hasta los 18? Entran en un oscuro agujero negro en el que dejan de tener derecho a ser tratados como humanos?
Somos conscientes de que toda esa pedagogía que llevamos con los mas pequeños, y que en muchas ocasiones evidenciamos poniéndonos en su piel también son aptas para estas edades?
Somos conscientes de que tan mal como pensamos de ellos pensaron de nosotros?

Y si, no dudo que es difícil convivir con ellos en ocasiones, pero somos coherentes y nos responsabilizamos? Porque son fruto de nuestra educación, no sólo la del hogar, la de los colegios e institutos, la de una sociedad de la que se alimentan y copian ejemplos.
Les culpamos de utilizar medios digitales mientras los utilizamos, les acosamos a obligaciones, horarios, deberes, extraescolares, mientras alzamos la voz para reclamar tiempo y conciliación para nosotros.

Quiero creer que las corrientes actuales de crianza con apego, de educación desde el respeto crecerán con nuestros bebes y niños y seguirán en la misma línea cuando estos crezcan.
Porque los niños de hoy no sólo son los hombres del mañana, son los adolescentes del mañana, las raíces del futuro, la base de la esperanza.

Porque si hablo de bebes que manipulan a sus madres, de niños malvados, caprichosos y dictadores… Os parece correcto? No, verdad?
Pues esto también es válido para nuestros jóvenes, y cualquier esfuerzo por mejorar su educación, su futuro, por facilitar un cambio a mejor educacional y en la sociedad no será en vano, estaremos dándoles un futuro mejor, ese futuro, que nosotros reclamamos y que en su día debimos luchar.
Afiancemos el camino, empaticemos con ellos.

Quiero creer en nuestros adolescentes, creo en ellos, porque yo también fui merecedora de esa fe, quiero darles ese voto de confianza, porque sin el, el futuro sería desesperanza y tristeza.
Porque no puedo creer que los niños a los que adoro hoy, a los que amo y respeto, a los que no etiqueto, por los que lucho un cambio, por los que me desvelo, sean mañana esos seres vagos, sucios, caprichosos, necesitados de normas claras y regímenes que les enseñen lo que será el futuro, irrespetuosos y poco honestos, egoístas…

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