Mamá necesita un kit kat, no por mis ansias de chocolate cuando la Señora de Rojo toca a la puerta, no, hablo de uno de esos kit kat que toda persona necesita en un momento de su vida. Sí, lo reconozco, soy una mujer y madre estresada, llevo semanas en un bloqueo continuo que me lleva ha llevado a replantearme mi vida, mi maternidad y hasta mi forma de sentir lo que me rodea.
Me gustaría decir que estoy despertando, pero la realidad es que me he sentado en una bifurcación a decidir si es este el camino que quiero seguir o si debería emprender otro. Los días se hacen eternos a la par que cortos, me faltan horas para dedicarme a Vikingo, al trabajo, a la casa, a la pareja, al blog, a mi misma. He llegado a ese punto donde no puedes dar más porque estás dando el 150% y aún así es poco, no llegas, te falta. Me ahogo, lo reconozco, en un vaso de agua, en una mota de polvo, en un llanto, en un no saber encontrar las palabras adecuadas mientras intento comprender que me ocurre o hacía donde me dirijo. Mientras escribo y lo que pienso no se traduce en palabras, ni tan siquiera se parece.
Mi modelo de vida se tambalea, mis sueños parecen desquebrajarse y los objetivos me resultan lejanos, tediosos. Siempre he sido una persona ordenada, capaz de cumplir horarios, marcarme retos diarios…hasta hace unos meses. ¿Qué ha ocurrido? No lo sé, o sí quizás, he intentado hacerme cargo de todo sin conseguir llegar a nada, me faltan horas, me sobran sueños. Me tambaleo sobre la balanza y me replanteo romper con todo, irme a la montaña, criar cuatro cabras, olvidarme del mundo, llevar otra vida, que mi hijo crezca en el campo, sumergirme en la naturaleza, olvidar el ruido, las prisas, los agobios y hasta mi profesión.
Llevo años pensando en ello, pero este sentimiento, esta necesidad de escapar de la gran urbe no había sido tan fuerte como hasta ahora. Me acuesto pensando en mis montañas, en Ávila y mi pueblo, en el riachuelo libre, en sus gentes calmas, en la vida e infancia que me proporcionó aquella tierra. ¿Seríamos felices allí?
Luego vuelvo a la realidad, a la que me muestra Papidire cuando me confiesa que ese sueño no lo compartimos, que no se ve viviendo entre montañas, lejos de teatros, del cine, de las salas de exposiciones. Me caigo y me rompo, porque por primera vez en nuestra vida no compartimos un sueño, aunque ambos lo sabíamos hace tiempo. Siento su mano fuerte sobre la mía, me aferra y me calma, pero a la par me entristece pensar que si este sentimiento de volver a los orígenes sigue creciendo no sé si podré aplacarlo por más tiempo.
Necesito un kit kat, me digo. Nunca antes he tenido que pararme a pensar si aquello era lo que necesitábamos, si ese era el camino correcto. ¿Por qué ahora? Necesito más tiempo, tiempo para pensar, para reencontrarme, para resurgir, para volver a ser yo. Nunca pensé que fuese tan difícil llevar a cabo mi sueño de criar a mi hijo en casa mientras lo compagino con el trabajo, pero Vikingo crece y me reclama. Me es imposible ponerme frente al ordenador cuando él está despierto, por lo que consumo las horas de sueño para adelantar trabajo, y no, no es esto lo que quiero. Necesito sentarme a escribir tranquila, seguir con este blog que tan bien me hace, visitar los vuestros, tener mis espacios, mis calmas y sosiegos. Necesito poder sentarme a trabajar con la luz del día sin tener que estar diciendo “espera mi amor, solo es un minuto, mando 50 mails y mami está contigo”. Necesito salir a jugar con mi hijo sin estar pensando en que se me olvidó enviar el número 51.
Finalmente acabamos incorporando las palabras Guardería a media jornada en nuestro vocabulario, cuando antes nos negábamos y ahora nos parece una salvación. Nos culpamos, nos lo replanteamos, hablamos, discutimos, meditamos. ¿Pueblo o ciudad? ¿Seguir trabajando dentro de casa o salir al mundo exterior? ¿Guardería sí o no? ¿Seguimos queriendo lo mismo, soñando lo mismo?
Y la vida se me hace un mundo, al final me siento y escribo…. “Mamá necesita un kit kat”, un reencuentro, un tiempo, unas vacaciones, un volver a ser…sonreír segura, tranquila, en paz, con la armonía de sentirme yo.
Mami Productions