Hablemos de Habilidades Sociales. Las conductas socialmente habilidosas son aquellas que emplean las personas para expresar sentimientos, actitudes, deseos, opiniones y derechos, con respecto a los demás, de un modo adecuado a la situación y que generalmente resuelven los problemas actuales y minimizan los problemas futuros. Algunas conductas que requieren habilidad social son:
iniciar una conversación
hablar en público
expresar agrado, afecto y amor
defender los propios derechos
pedir favores
rechazar peticiones inaceptables
hacer cumplidos
aceptar cumplidos
pedir disculpas o admitir ignorancia
pedir cambios en las conductas de los otros
afrontar las críticas
Una persona con buenas habilidades sociales lleva a cabo conductas asertivas que conllevan una serie de resultados:
- Una disminución de la propia ansiedad
- Unas relaciones más íntimas y significativas
- Un mayor respeto hacia uno mismo
- Una mejor adaptación social
La conducta asertiva es susceptible de ser aprendida y no olvidemos que cada persona debería escoger cómo actuar en cada caso. Es decir, si puedes comportarte asertivamente en una determinada circunstancia y escoges no hacerlo, estás decidiendo libremente el uso de tus conocimientos y habilidades. Si por el contrario, no eres capaz de actuar asertivamente, sino que te acobardas o estallas en la agresión, te gobernarán los demás y tu salud mental se resentirá.
Las etapas que seguiremos con carácter general en el entrenamiento de habilidades sociales serán cuatro:
1. Adoptar un sistema de creencias que respete los Derechos Personales propios y ajenos
2. Distinguir entre conductas asertivas, pasivas y agresivas, intentando aplicar las primeras en la mayoría de las situaciones.
3. Reestructurar nuestra forma de pensar en situaciones concretas
4. Ensayos de respuestas asertivas en diversas situaciones
¿Cómo hacemos para conseguir trabajar este tipo de conductas en nuestro día a día?
1º Describimos una situación problemática actual o pasada
2º Entre todos ensayamos distintas soluciones al problema.
3º Evaluamos la efectividad de cada respuesta.
4º Podemos representar para ello los papeles de cada uno de los implicados en el problema
5º Finalmente hacemos hincapié en los beneficios de una conducta adecuada y lo reforzamos cuando repitan conductas similares a las practicadas
Un problema a plantear podría ser, por ejemplo, la pelea de dos niños en la hora del recreo. Es una situación cotidiana que nos puede servir para poner en práctica nuestro plan. Los padres tenemos la ardua tarea de enseñarles lo que está bien y lo que está mal, y la mejor forma de hacerlo es sirviéndoles de modelos de comportamiento. ¿Significa que tenemos que ser perfectos?: rotundamente NO, si no admitir que no se tienen todas las respuestas y caminar a su lado en la búsqueda de las mismas. Y si nos equivocamos disculparnos y admitir nuestros errores no hará que nuestros hij@s nos respeten menos.