¿Os imagináis que un robot pudiera ayudar en el desarrollo de nuestros niños? Nuestra amiga Remedios Fernández ha charlado con Marina Martínez, una ingeniera que estudia el empleo de la robótica en fines sociales. Hablamos concretamente de robots que ayudan a niños con necesidades especiales. Aquí nos habla de esa conversación.
Robótica social
“Esta, sin duda, es una rama de la tecnología que tiene un futuro prometedor”, afirma Marina Martínez Molina. “Por ejemplo, en niños con autismo, llegaron a repetir palabras que decía el robot, cosa que antes no pasaba. También podían reconocer cuando el robot estaba enfadado, o contento. Algo que, dentro de las emociones básicas, es muy importante…”
Marina habla de la robótica social, la que se ocupa de los robots “que interaccionan con las personas y nos ayudan en nuestra vida cotidiana”, dice. A ello dedicó su trabajo de fin de grado en Ingeniería Electrónica Industrial, en la UAL, bajo la dirección de los profesores José Luis Guzmán Sánchez y José Carlos Moreno Úbeda.
Vocación temprana
Un proyecto que, con la colaboración del Centro de Atención Infantil Temprana Jardines de la Pipa, le permitió estudiar el uso de un robot social en el tratamiento de niños con necesidades de Atención Temprana.
A Marina siempre le habían llamado la atención las ramas de la ciencia y la tecnología, “y tuve buenos profesores”, dice. Tuvo clara su carrera desde temprano, y para terminarla “quería aplicar todos los conocimientos que he aprendido a algo útil en la sociedad”.
Asoy1
El robot Aisoy1 es un pequeño y simpático juguete que interacciona mediante sensores con los usuarios. “Es de una empresa de Elche, y está en continuo desarrollo y experimentación”, explica Marina. “Lo elegimos porque es de bajo coste, y las familias, en un futuro, podrían implementar sus propias terapias en la casa. La mayoría de los robots cuestan mucho y pueden ser inaccesibles…”.
El año anterior se había usado en un proyecto con personas mayores, “y pensamos: ¿por qué no aplicarlo al caso de los niños con necesidades especiales?”. Su componente principal es un ordenador pequeño, Raspberry Pi, y su código de programación es libre, así que es flexible y se le pueden incorporar elementos.
“Por ejemplo, se le incorporaron monitores, micrófono, altavoces externos, un proyector… Además, el robot posee sensores en el cuerpo, para que reaccione si lo tocas. Y puede expresar emociones, algo muy importante para los niños con necesidades de Atención Temprana. También posee una cámara de visión, un altavoz, y servomotores en la cabeza, las cejas…”.
Los resultados fueron muy positivos. “El robot siempre es un apoyo al terapeuta, nunca lo puede sustituir”, dice Marina. “Pero ayuda a focalizar la atención del niño, a mejorar su comunicación…”.
¿Qué os parece? A nosotros nos ha encantado conocer los detalles de este proyecto. Hay mucha ente buena haciendo cosas muy buenas.
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