Llegamos a casa le mostramos las habitaciones una por una, pero la que más le gusto fue la de mamá y papá, ahí está la cama, una cama muy grande donde hasta la fecha se da vueltas, se recuesta a sus anchas y puede brincar cuando mamá o papá están cerca. La primera noche, durmió arriba de mí, yo estaba tan emocionada que no podía dormir no sabía si reír o llorar, y no me cansaba ni me cansaré de dar gracias a mi Dios, a mi mamita María por hacerme la mamá más feliz del mundo.
Al siguiente día se despertó con una sonrisa, y hasta la fecha mi niña se despierta feliz y cuando le pregunto con quién soñaste dice con su linda y melodiosa vocesita: mamá. Y el escuchar esa palabra es música para mis oidos. Tantos años anhele tener la bendición de un hijo(a), y poder escuchar de sus lindos labios esa palabra: mamá. Que cuando la oigo siento que estoy en un sueño.