Soy una madre despistada y olvidadiza, nivel Dios. No recuerdo el peso que tenía cuando nació. No recuerdo, tallas, fechas, ni horas. En mi memoria solo está ese cúmulo de cabello negro. Esa piel suave y delicada. Aquel llanto que sólo escuché una sola vez en dos noches, augurando esa personalidad frágil y delicada que cada día se viene arraigando más y más en ella. No sé, si las virtudes son innatas o aprendidas, y eso me inquieta. Quiero que sea valiente. Que siempre baile su ritmo, sin importarle no estar al compás de los demás, sin sentirse mal por eso. Que su amor propio, siempre sea así, propio, aunque en algún momento deba compartirlo con alguien más. Sueño, con esa bebé de aquel llanto exiguo y diminuto, que al nacer, me hizo pensar que la valentía es incubada, y la empollé en mis venas el día en que nació. Ya está aprendiendo a hablar, y confirmo su dulzura, esa voz que el viento se lleva al unísono, que muchas veces no hace más que pedir amor. Un abrazo, que siempre va a tenerlo aquí en mis brazos. Ella es ese amor, deleznable que hay que cuidar, que hay que regar, ella es esa florcita, que empieza a dar sus frutos.
09 de enero
Soy una madre despistada y olvidadiza, nivel Dios. No recuerdo el peso que tenía cuando nació. No recuerdo, tallas, fechas, ni horas. En mi memoria solo está ese cúmulo de cabello negro. Esa piel suave y delicada. Aquel llanto que sólo escuché una sola vez en dos noches, augurando esa personalidad frágil y delicada que cada día se viene arraigando más y más en ella. No sé, si las virtudes son innatas o aprendidas, y eso me inquieta. Quiero que sea valiente. Que siempre baile su ritmo, sin importarle no estar al compás de los demás, sin sentirse mal por eso. Que su amor propio, siempre sea así, propio, aunque en algún momento deba compartirlo con alguien más. Sueño, con esa bebé de aquel llanto exiguo y diminuto, que al nacer, me hizo pensar que la valentía es incubada, y la empollé en mis venas el día en que nació. Ya está aprendiendo a hablar, y confirmo su dulzura, esa voz que el viento se lleva al unísono, que muchas veces no hace más que pedir amor. Un abrazo, que siempre va a tenerlo aquí en mis brazos. Ella es ese amor, deleznable que hay que cuidar, que hay que regar, ella es esa florcita, que empieza a dar sus frutos.