Los beneficios de la acogida temporal de menores

Relato de una experiencia real


La acogida temporal de menores se trata sobre integrar un menor a un grupo familiar para que pueda tener un desarrollo normal. Esto va desde la educación, la alimentación adecuada, cariño y muchas otras cosas.  

Desde el punto de vista emocional, supone una experiencia de voluntad muy enriquecedora, tanto para la familia como para el pequeño. ¿Por qué lo sé? Porque yo misma viví durante toda mi infancia la experiencia de convivir cada verano con una niña de Bielorrusia y, por eso, he decidido compartir esta bonita historia, para todo aquel que pueda tener algún interés en este proceso y quiera conocer más.

 

Tipos de acogida

Antes de comenzar, es importante conocer los tipos de acogida que existen en la actualidad y todo el entramado burocrático que supone. En España podemos decir que existen cuatro tipos de regímenes gestionados por las instituciones:

- Acogimiento Familiar Simple. Consiste en la acogida temporal de un niño que, por alguna razón, no puede vivir con su familia en un momento concreto porque esta está atravesando algún tipo de problema. Por tanto, la acogida finaliza cuando el pequeño pueda volver a su hogar.

- Familias voluntarias. Se trata de acoger durante los fines de semana o vacaciones a niños que viven en centros o residencias.

- Acogimiento familiar permanente. El menor no puede volver con su familia y no se prevé que pueda volver en un periodo a corto-medio plazo, aunque tenga algún régimen de visitas.

- Acogimiento familiar preadoptivo, que está vinculado con una adopción final.   

Las familias interesadas deben cumplir ciertos requisitos que son administrados por cada comunidad autónoma. Así, por ejemplo, la Comunidad de Madrid fija una edad mínima para los futuros padres de acogida de 25 años y realiza estudios socio-familiares para determinar la idoneidad de las familias.

 



 

Además, gestionadas por parte de ONG y asociaciones, se organizan acogidas para los meses de verano (a veces también en Navidad) de niños provenientes de otros países, como Bielorrusia, Ucrania o el Sáhara, que vienen a nuestro país principalmente por motivos de salud. Se trata de niños tanto huérfanos como con padres, que pasan en España alrededor de dos meses al año.

 

Acogidas de verano

Existen muchas asociaciones que gestionan este tipo de acogidas y que nos facilitarán toda la información necesaria para poder iniciarnos en el proceso. Así, lo más habitual es que nos tengamos que hacer socios de esta ONG o asociación, pagando una cuota mensual o anual que se destinará a este y otros programas de ayuda.

 



 

Por su parte, lo común es que la asociación organice reuniones informativas para hacer llegar a las familias los procedimientos y las finalidades. Después, la familia entrega los documentos oportunos (compromiso de acogida temporal, declaración del acogedor..) que nos proporcionarán en la organización y, por lo general, es entrevistado para identificar su idoneidad. Además, algunas asociaciones suelen realizar cursos a los que debe acudir la pareja.

 

 

Cómo comenzó mi caso

Cuando era una niña de 9 años de edad, mis padres habían decidido acoger a un pequeño que venía de Bielorrusia. Esta idea surgió a partir de la recomendación de un amigo de la familia que llevaba haciéndolo algunos años. Ante la increíble experiencia que esta persona nos relataba, mis padres decidieron tomar la iniciativa, pero no sin antes consultarlo con el resto de la familia.

 

Este aspecto es fundamental pues, para un niño de nueve años no es fácil asimilar que, de repente, tendrás que compartirlo todo con un niño de más o menos tu edad que no conoces y con el que no te entiendes. Por eso, si decidís tomar la iniciativa, lo mejor es que preguntéis y escuchéis a los pequeños, pues ellos se preguntarán mil dudas: ¿Por qué vienen? ¿Qué ocurre en su país?

 



 

Una vez tomada la decisión, mis padres acudieron a la primera asociación con la que comenzamos el proceso, que dependía de una parroquia local. Allí acudieron a reuniones en las que explicaban la situación y el proceso y rellenaron los papeles necesarios. Eso sí, cuando lo haces tienes una gran incertidumbre, pues no sabes ni la edad ni el sexo del pequeño, aunque suelen valorar la situación familiar. Finalmente, cuando ya estaba todo listo, nos informaron de que a nuestra casa llegaría una niña de ocho años llamada Tania.

 

Continuará..

 

 

Agradecimientos:  A las asociaciones Friends of Chernobyl's Children, European Baptist Women's Union,Amigos del Pueblo Saharaui y Chernobileko Umeak por las fotografías.  

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