Actualmente, esta ONG sigue trayendo niños cada verano (aunque cada vez menos por culpa de la situación económica), además de realizando otras acciones como el apadrinamiento de niños de Madagascar o ayudas a casas de acogidas y otras asociaciones.
Año tras año
Cuando los niños se van por primera vez, siempre acecha la incertidumbre del contacto que podrás mantener durante el año. Particularmente, mi familia tuvo la fortuna de poder halar con ella mensualmente vía telefónica. Fue un proceso de comunicación complejo, ya que, la familia de Tania no poseía una línea telefonía única, la que posean era compartida con una familia de vecinos, hecho que hacia más cuesta arriba la comunicación con ella.Así, en Unifani continuamos con la acogida de Tania y, año tras año durante diez años, llegaba el verano y con él la impaciencia por recibir a nuestra 'hermana'. Durante los primeros años venían en el mes de mayo, por lo que durante el primero de los dos meses que permanecían en España debían acudir al colegio por las mañanas. Sin embargo, los últimos años venía en los meses de julio y agosto, por lo que podíamos aprovechar las vacaciones.
A día de hoy son muchas las experiencias que aguardamos con muchísimo cariño de todos esos años de convivencia, y es que fueron muchas las historias vividas que fueron reforzando la unión de nuestra familia con ella. Así, hasta que Tania cumplió la mayoría de edad y, con ello, acababa la posibilidad de venir con la asociación. El día de la despedida fue atroz, es uno de los recuerdos más conmovedores que poseo de toda mi vida. Resultó sumamente duro despedirnos, ya que desconocíamos si nos volveríamos a ver o, en caso de que así fuera, cuándo sería. La incertidumbre de un posible reencuentro nos destrabada internamente.
¿Y qué paso después?
A partir de ese momento el contacto con Tania se basaba en el teléfono y, con el tiempo, nos iba contando los progresos que iban viviendo en casa. Y es que nos gratifica pensar que la estancia de Tania en nuestro país no sólo mejoró su salud, sino que cambió su mentalidad y amplió sus sueños y sus expectativas de conseguirlos.En un país en el que la edad media para casarse y tener hijos es bastante joven, Tania ha decidido seguir adelante con sus estudios, entrando en la universidad y trabajando para poder ser independiente y, además, ayudar a su familia. Y es que, en general, a lo largo de estos años hemos podido ser testigos de la evolución que han experimentado sus vidas. El primer año Tania tenía el baño en el exterior de la casa, no tenían calefacción y compartían línea telefónica. En a actualidad, nos hemos enterado de que ya Tania y su familia disponen de servicios básicos como coche, calefacción y ordenador con acceso a la Internet. Todo esto gracias a que ella ha seguido creciendo en todos os aspectos y trabajando arduamente para optimizar la calidad de vida de los suyos y el suyo propio.
Así, con la llegada de Internet a su hogar hemos podido mejorar notablemente nuestra comunicación e, incluso, cumplir la ilusión de conocer por primera vez, aunque fuera a partir de una webcam, a sus padres. Y es que resulta extraño no poder entablar más relación con alguien tan importante para una persona a la que consideras una hija o una hermana.
Años después
Tres años después, conseguimos que Tania viniera a España por navidades y llevar a cabo el tan esperado reencuentro. Eso sí, no fue tarea fácil, pues su salida del país conlleva una serie de trámites burocráticos que no son sencillos de conseguir. A pesar de ello, sí es verdad que este proceso ha mejorado, pues antiguamente debían acudir a Rusia, país vecino, a reclamar cualquier tipo de visado. Así, finalmente, Tania consiguió un visado de dos semanas y pudo celebrar, por primera vez en trece años, unas navidades con nosotros.Desde entonces, no hemos podido volver a vernos, aunque el contacto es constante. Los años van pasando pero nunca se olvida esa relación especial que aguardas con aquella niña que llegó a tu familia cuando tenía apenas ocho años, y esperas con impaciencia el próximo reencuentro.
Por esto y por mucho más, pues es difícil condensar tantas historias y emociones en unas pocas líneas, he querido compartir con vosotros la experiencia, para dar a conocer esta forma de ayudar y transmitir la increíble aportación personal que supone. Si me preguntáis, la respuesta es sí, merece y mucho la pena.